Todos los sábados, un grupo de aficionados abre las puertas a un mundo en miniatura plagado de detalles e historias con las formaciones como protagonistas.
Por Thom Lahitte
“¡PELIGRO! CONTAGIOSO: ENFERMEDAD DEL FERROMODELISTA”. La advertencia recibe a quienes se suben al vagón holandés restaurado que descansa en uno de los laterales de la Estación Ferroautomotora. Allí, cada sábado, cobra vida una maqueta de casi 20 metros impulsada por fanáticos de los trenes.
Los autores de ese mundo en miniatura son los miembros del Círculo de Ferromodelistas Marplatenses, club iniciado en 1991 que hoy cuenta con 18 asociados. “Ese año el viejo Ferrocarriles Argentinos, cedió el coche, nos dio un comodato y los socios comenzaron a restaurarlo”, explica Damián D´Apico, actual presidente de la entidad y miembro desde 2009.
Para el ojo casual, los trenes que recorren sin parar el tendido de la maqueta, podrían ser como cualquier otro. Sin embargo, todos están inspirados en formaciones reales. “Hay empresas como Union Pacific, Norfolk Southern o Canadian National pero también muchos ferrocarriles argentinos, como el tren chino que corre en la actualidad, Ferrobaires o El Marplatense”, detalló Damián.
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Un casamiento, un arresto y la ciudad nocturna
A golpe de vista, los visitantes se quedan con los vagones en marcha. Luego de unos minutos de verlos correr, de asimilar velocidades, longitudes y cantidades, comienzan a ganar lugar los escenarios: el campo, la ciudad, el puerto y una montaña con teleférico.
En la puerta de una iglesia, los novios acaban de sellar su amor eterno en un casamiento. En una de las rutas, el choque de una camioneta dejó un herido y debió aparecer una ambulancia. A unas cuadras, un ladrón intenta meterse en una casa y es descubierto por la policía. Bajo un puente, una pequeña hoguera y ropa tendida.
Un momento particularmente mágico ocurre cuando apagan las luces del vagón y solo quedan las luminarias de edificios, del tendido eléctrico y de las señales, algo que brinda una atmósfera totalmente distinta y refresca la propuesta.
“Fue idea de uno de los socios, Javier Lagarde, que es el electrónico y el cerebrito de todo esto. En pandemia tuvo la maqueta un año en la casa y creó todas esas escenas”, describió D´Apico.
Un hobby analógico y terapéutico
“Un sábado me topé con la maqueta abierta, entré, y me pasó tal cual lo que dice ese cartel”, comentó. Damián en torno a cómo llegó al Círculo. “Es una pasión; tal vez hay gente que viene y mira, pero nosotros podemos ver los trenes reales y expresar algo de eso escala”, agregó.
“Lo que te da realmente el hobby, ya sea el ferromodelismo cualquiera, es que te saca mucho de la presión y los problemas. Es abocar la cabeza a otra cosa”, dijo en torno al poder terapéutico de la actividad que, a por su carácter analógico, contrasta con otras distracciones típicas y constantes como las redes.
Una salida diferente, libre y gratuita, pero con posibilidad de aporte
El vagón de los Ferromodelistas puede visitarse cada sábado entre 15:30 a 18:00, un horario que a medida que los días se alarguen, se extenderá hasta las 20.
“La entrada es gratis pero hay un buzón para dejar una colaboración. No es obligación, pero los aportes nos han ayudado mucho, hemos comprado matafuegos, pintura, y hecho unas cuantas reformas”, explica el presidente del Círculo que también incentiva el hobby del ferromodelismo y la posibilidad de sumar nuevos socios.