En estos días Mar del Plata está atravesando una tensión inusual para el ámbito cultural. En medio de expectativas y críticas, el 40° Festival Internacional de Cine comienza a delinearse con sorpresas que trascienden la mera programación artística. Se ha dado marcha atrás con una decisión que había generado desconcierto: la apertura y el cierre del Festival se realizarán finalmente en el Teatro Auditorium, el lugar tradicional del evento, luego de semanas de idas y venidas entre los organizadores y las autoridades.
El anuncio de la vuelta al Auditorium no fue gratuito. En un principio se había planteado desplazar los actos centrales al hall del Palacio Municipal, mientras que el coliseo provincial había quedado excluido debido a llamados a “razones económicas”.
Sin embargo, el Teatro Auditorium –que durante 39 ediciones fue epicentro del festival– recupera ahora su rol como sede principal, aunque otras salas como el Teatro Colón, el Club Español, el Paseo Aldrey y el cine Ambassador serán utilizadas para las proyecciones complementarias.
Vaivenes
Este vaivén institucional desató también un pronunciamiento desde la Provincia: Florencia Saintout, al frente del Instituto Cultural bonaerense, cuestionó la decisión de excluir al Auditorium y denunció una falta de diálogo. En sus palabras, la medida “atenta contra el festival y compromete su funcionamiento”. Saintout reclamó que tanto gobierno nacional como municipal reconsideren la medida y negocien una mesa de trabajo para sostener el prestigio del evento.
Mientras tanto, la programación artística avanza y ya tiene definidos sus filmes de apertura y cierre. El festival dará inicio con la versión cinematográfica de El beso de la mujer araña, adaptación del musical inspirado en la novela de Manuel Puig; se anunció que Bill Condon estará presente en la premiere.
El cierre estará a cargo de Las locuras, del director colombiano Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez, con un elenco conformado entre otros por Alfredo Castro y Adriana Barraza. Además, Italia fue elegida como país invitado con ocho títulos inéditos que sumarán diversidad al certamen.
Mar del Plata aguarda en esos días de noviembre una fiesta cinematográfica que no estará exenta de tensiones políticas ni disputas territoriales. El regreso del Auditorium al centro del festival no ha borrado los restos del desencuentro, pero sí ha puesto en evidencia que el cine local y los espacios tradicionales guardan más peso simbólico de lo que a veces se admite. La escena ya está armada: solo falta que las pantallas se enciendan y el público confirme —o desmienta— todas las expectativas.