El 18 de diciembre de 2022 Lionel Messi levantó la copa del mundo en Qatar y en Mar del Plata, en Las Toscas, 150.000 personas se juntaron a ver la final contra Francia. Emoción, caras pintadas, banderas, camisetas, el Dibu Martínez y un sentimiento compartido que unió al pueblo por fuera de cualquier grieta.
Pasaron tres años del golazo de Di María, de los dos tantos de Messi, de la tapada del «Dibu» Martínez. Tres años desde que todos fuimos Montiel, desde que le dieron al «10» un Bisht como rey del fútbol. Tres años de Qatar, de la copa del mundo, de una felicidad que perdura en el tiempo.
Ese 18 de diciembre de 2022 en Mar del Plata se realizó el fan fest más convocante del país: 150.000 personas se acercaron a Las Toscas para alentar a Argentina en la final contra Francia, para delirar con Messi, para sufrir a Mbappé.
El Mar del Plata Arena Fest fue casi una apuesta en la gestión de Guillermo Montenegro: instalar un lugar para que marplatenses se juntaran a ver a la Selección Argentina. El momento histórico era único: Lionel Messi a la cabeza, un equipo que venía de ganar la Copa América y que el Mundial de Fútbol se haría con el calor de noviembre y diciembre y no en junio o julio como nos tiene acostumbrados.
Desde el área de Turismo decidieron hacer el fan fest en Las Toscas y tuvieron que pagar una importante suma de dinero para poder tener los posibles siete partidos de Argentina para una hipotética final. Y el inicio no pudo ser peor: el primer partido, contra Arabia, el clima no acompañó y el resultado menos, una impensada derrota 2 a 1 ponía en jaque cualquier ilusión.
Y la posibilidad de ser «mufa». El miedo de que el fan fest sea sinónimo de mala suerte y que la gente por cábala prefiriera esquivarlo.
Pero la historia es otra y la escriben los ganadores. Partido a partido Argentina jugó mejor, la figura de Messi brilló y un héroe marplatense surgió: Emiliano «Dibu» Martínez.
Al final se podía ser felices. Al final un pueblo se puede unir por algo tan estúpidamente importante como el fútbol. El calor permitió que el escenario del fan fest fuera frente al mar, pero fue la Selección Argentina la que nos dio los abrazos, la felicidad, la alegría.
«La verdad que fue una experiencia increíble. Yo iba pasando partido a partido sufriendo como cualquier hincha, la verdad que fue algo único e histórico y voy a estar siempre agradecido que me hayan convocado», recuerda Adrián Maucci, quien fue animador del fan fest y el encargado de recibir al Dibu como campeón del mundo.
«El primer partido había 1000 personas viendo a las 7 de la mañana, Argentina perdió y me gritaron mufa dos personas, llegué a mi casa y me puse a llorar. Y yo no tenía nada que ver, obviamente», cuenta hoy Maucci, a tres años con la alegría intacta de haber sido parte de una felicidad colectiva.
Adrián resume que lo que hacía era «agitar, alentar», su rol era el de animar un evento que nadie sabía cómo podía mutar, porque no había ningún antecedente de un fan fest así, con tanta gente, por algo tan importante como un campeonato del mundo.
«Fue una locura y fue algo impensado. Fue una experiencia única, histórica, inolvidable, nunca más voy a estar ante 150 000 personas cantando. Es hermoso lo que genera unirse, ver hinchas de River y de Boca abrazándose. No existía la grieta, no existió en el mundial», recuerda y agrega: «Fue el único momento que yo pude ver tanta gente unida y feliz, todos por lo mismo, sin importar la clase social, sin importar nada. Ojalá que los argentinos podamos unirnos tanto con como pasa en un Mundial».
Como anécdota extra, Maucci recuerda que cuando se le hizo el homenaje al «Dibu» Martínez como campeón del mundo, él estuvo junto al arquero en el escenario para hacer una breve entrevista. Al terminar, muchos nenes esperaban que el ídolo les firmara sus camisetas, sin embargo tuvo que irse del escenario sin poder hacerlo.
«Entonces bajé yo y firmé seis camisetas. ¡Le arruiné seis camisetas de Argentina a seis nenes!, pero bueno, me la pidieron, ¿qué le vamos a hacer? Ojalá encontrarme de nuevo a esos chicos así les doy camisetas nuevas», cuenta entre risas.
Felicidad desde Qatar
A unos 13.300 kilómetros de Las Toscas, en Qatar, el marplatense Juan Manuel Lamaccia vio en el estadio la final entre Argentina Francia como corresponsal de Bacap, como hincha, como argentino.
«Fue una alegría inmensa, fue de los pocos momentos que vivimos en lo que sólo importaba una sola cosa. El partido tuvo muchas emociones y los festejos fueron aumentando a medida que ‘caía la ficha'», recuerda a tres años de ese momento y agrega: «En la cancha, en la entrega de premios, a la salida del estadio y en Barwa (el complejo donde se alojaban la mayoría de los argentinos y donde se concentraron los festejos hasta la mañana siguiente). Los abrazos aumentaban bajo el pensamiento de que ‘es real’. Hoy esa ficha la pienso tres años después y tomo dimensión de lo difícil que es conseguir algo así y poder vivirlo. Desde lo profesional, lo económico y lo personal. Por eso mismo lo seguimos festejando».
En el estadio de Lusail la música fue ensordecedora, la premiación fue para los jugadores y los hinchas fueron «invitados» a retirarse a los pocos minutos. Pero la fiesta argentina en Qatar duró horas con un banderazo en el predio donde dormía la mayoría de la gente, hasta el día siguiente, canción tras canción con una euforia argentina que no conoce de fronteras ni límites geográficos.
«Tuve la suerte de poder compartirlo con amigos, pero muchos hinchas se encontraban solos allá y la sensación era de querer compartirlo con familiares y amigos (aunque estés en el lugar de los hechos y eso sea único). Mucha videollamada y lógicamente, amistades que nacían ahí», recuerda Juan.
Pasaron tres años y Juan Lamacchia nunca volvió a ver el partido. Guarda los recuerdos de esa final desde el estadio. Porque un partido es más que una sumatoria de jugadas: son las sensaciones que nos quedan en la piel, la experiencia, los gritos, la emoción.
«Por suerte el mundial se juega cada cuatro años y ahora tenemos uno que ya se empieza a vivir», finaliza Juan, quien ya planifica cómo hacer para estar en Estados Unidos como corresponsal, como hincha, como argentino.
Pasaron tres años y somos los actuales campeones del mundo. La felicidad no se disipa y un campeón del mundo recuerda el mundial y los festejos como quiere, hasta con una nota como esta.