Tras el 0 a 0 de la fecha 8, en la 27, el torito contó con el fierrazo al ángulo de Diego Becker y ganó 1 a 0. Un partido que reconfirmó el buen operativo de seguridad de la ida y que, tras 28 años volvió a tener un gol. Alvarado y Aldosivi lucharon contra el viento y el torito festejó ante su gente.
Por Santiago Giorgini
La primera rueda de la B Nacional tuvo un clásico muy festejado. No por la presencia de goles en aquel Aldosivi-Alvarado del 23 de marzo, sino porque la vuelta del ex “clásico prohibido” tuvo un correcto andar, tanto dentro como fuera de las canchas, bajo un clima de incertidumbre que se notó desde el anuncio que se volverían a encontrar.
Si bien este ánimo se reflejó de manera tácita en autoridades, vecinos y futboleros, no quedó otra que dejar la preocupación de lado, para pasar a la ocupación: el partido tenía que tener un marco que evitara la demonización y la violencia que tuvo durante casi tres décadas. Con el deber cumplido en la ida, a través de un gran operativo de seguridad y la colaboración de los clubes, la vuelta llevó consigo la tranquilidad de verlos enfrentarse en un marco de rivalidad, sin violencia y con los ánimos más calmados tras la experiencia positiva en la ida.
Ahora, con más público y por ende con más seguridad (430 efectivos aproximadamente), el clásico no contó con sobresaltos en aquella materia y fue la propia Municipalidad de General Pueyrredón la que comunicó que todo se desarrolló en perfectas condiciones. La chicana y las ganas de ganar, no faltan ni faltarán nunca en el fútbol argentino.
Previa, color y pirotecnia
El clima cambiante de lluvia y sol decoró el segundo domingo de agosto, donde Aldosivi y Alvarado pintaron de verde, amarillo, azul y blanco el césped del José María Minella por segunda vez en el 2024. Capuchas, pilotines y otros rústicos con bolsas de consorcio, fueron los mecanismos elegidos para evitar que el agua filtre la ropa.
Después de todo, el frío irrumpía por los poros de la piel, aunque el abrigo fuera abundante. Esta vez, los dirigidos por Gabriel Gómez contaron con el changüí del público, que copó las dos populares y las dos plateas descubiertas del estadio. Ambos equipos tuvieron algo en común: los banderazos épicos e inolvidables del día sábado, que convocaron a hinchas de ambos equipos en Jara y Peña o al predio de Avenida de los Trabajadores.
Un protagonista inesperado
¿Fútbol? Poco. Como todo clásico, el partido estuvo apaciguado, trabado y cambiante. Más allá de la redonda, el viento generó un ambiente molesto para jugar. Según el Servicio Meteorológico, las ráfagas llegaban a los 70 kilómetros por hora. Tanto, que a los arqueros que estaban en el arco del reloj, se les frenaba la pelota en cada saque. El que tenía el viento a favor, atacaba más. “No se puede jugar así” fue una frase común que se repetía en las butacas del Minella.
Alvarado fue punzante en el ataque durante el primer tiempo y contó con el gol “Out of Context” de Diego Becker, que sacó un zurdazo de otro partido tras varios rebotes y venció a Jorge Carranza. Una vez efectuado el tanto, todo fue cine. Nadie lo podía creer. Los suplentes salieron eyectados del banco de los suplentes y hasta Torino, la mascota de Alvarado, se tiró arriba de la montaña humana. El oriundo de Los Quirquinchos, anotó el primer gol del clásico después de 28 años. El último, en 1996, había sido del tiburón, de la mano de Pablo Piro.
Entre chicanas y recordatorios para los hinchas aldosivistas, el público de Alvarado se levantaba en cada cruce de Alan Robledo, su caudillo, capitán y quien ronda casi 100 partidos con la camiseta del conjunto de Jara y Peña. Fue tiempista en cada barrida y contagió a sus compañeros que trabaron, metieron y generaron varias situaciones de gol.
Alvarado lo sufrió y jugó con el tiempo
Con el 1 a 0 consumado, al marcador central (reconvertido a lateral derecho) Nicolás Ortíz le sacaron la camiseta en el área y el referee Luis Lobo Medina cobró un penal que Oscar Belinetz pateó suave a la derecha y fue adivinado por Carranza. El torito encaró el segundo tiempo con el viento en contra y con un Aldosivi que apenas propuso ofensivamente. Su trio de ataque Laméndola – Sosa y Colazo, se topó con la marca férrea de Alvarado que provocó que no pesaran en el juego y quedaran lejos de su buen andar en la Primera Nacional. Todo pasa por algo y sufriendo se disfruta más. Alvarado tuvo en contra los ollazos al área sobre el final, pero contó con la contención de su defensa y la atención de su arquero, que, más allá de sus buenas tapadas, pescó algunas pelotas sueltas en el área y despejó otras con los pies, cuando quedaron cortas.
El pitazo final se hizo eterno, con un referee que dio ocho minutos de tiempo adicional, pero el desahogo de Alvarado cuando terminó el partido fue total. Cánticos, saltos y brazos arriba, para celebrar una victoria elemental para permanecer en puestos de reducido. Fuera de las canchas, más desahogo. Colectivos plagados de gente, pirotecnia, viajeros y un equipo que pudo eludirle al empate, para quedarse con el clásico marplatense