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enero 14, 2025
Luis Alberto Nicolao
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Campeón olímpico sin medalla: Luis Nicolao y el desafortunado episodio que marcó su vida deportiva

El histórico nadador Luis Alberto Nicolao, radicado en Mar del Plata, recuerda cómo se quedó sin la posibilidad de colgarse una medalla olímpica en México 1968 por un error organizativo.

Por Florencia Cordero

A los 80 años, Luis Alberto Nicolao, leyenda de la natación argentina, revive un hecho que marcó su carrera y lo acompañó toda su vida. Radicado en Mar del Plata desde hace muchos años, el nadador que batió récords mundiales y llevó el nombre de Argentina a la élite de la natación internacional rememoró cómo quedó afuera de su prueba en los Juegos Olímpicos de México ’68 por un error organizativo que expuso las falencias estructurales del deporte en el país.

Con apenas 17 años, rompió dos veces el récord mundial de los 100 metros estilo mariposa, el 24 y el 27 de abril de 1962, marcando un hito en la historia de la natación. Representó a Argentina en los Juegos Olímpicos de Roma 1960, Tokio 1964 y México 1968. Formado bajo la guía de entrenadores de élite en Estados Unidos, se destacó como un referente en su disciplina, dejando una huella imborrable en el deporte argentino. En un diálogo a corazón abierto, Nicolao reconoció que, de no haber ocurrido aquel episodio, hubiera competido en, por lo menos, dos Juegos Olímpicos más.

Una preparación impecable, pero un desafío logístico inesperado

“Llegué a México en el mejor estado físico de mi vida”, recuerda Nicolao. Tres meses antes de los Juegos, tomó la decisión de aclimatarse a la altura de la Ciudad de México tras un consejo de su entrenador estadounidense. Entrenó con el equipo mexicano por su cuenta, mientras aguardaba la llegada del equipo argentino. Una vez en la Villa Olímpica, Nicolao se unió a sus compañeros, adaptándose a su rutina de entrenamiento con entusiasmo y determinación.

Sin embargo, una semana antes de su prueba principal, el Comité Olímpico Internacional (COI) envió una notificación advirtiendo que los ómnibus que llevarían a los atletas a la pileta podrían sufrir retrasos debido a la maratón, que finalizaba en el Estadio Olímpico. Nicolao, confiado en su puntualidad, abordó un ómnibus con cuatro horas de antelación. Pero la advertencia se hizo realidad: el tráfico paralizó el vehículo, dejándolo atrapado durante horas.

“Cuando llegué, sonaba el disparo de mi prueba. No había nada que hacer”, detalla.

Luis Alberto Nicolao

La falta de respaldo: una herida abierta

Luis Nicolao confiaba en que los dirigentes argentinos lo defenderían ante el Comité Olímpico Internacional, pero la realidad fue otra. “Esa noche, en la reunión de la FINA, el representante argentino no levantó la mano cuando un entrenador estadounidense propuso que me permitieran nadar cronometrado para intentar clasificarme a la final”, relata Nicolao con tristeza.

A pesar de la frustración, Nicolao decidió nadar su prueba y metió un tiempo de 55.2 segundos, suficiente para entrar a la final. Sin embargo, no lo tuvieron en cuenta y su sueño quedó trunco.

Los registros de la época indican que en la prueba de los 100 metros mariposa, el oro fue para Douglas Russell, quien se impuso con un tiempo de 55.9 segundos. La plata fue para el legendario Mark Spitz, quien marcó 56.4 segundos, mientras que el bronce fue para Ross Walles, quien finalizó con 57.2 segundos.

Una carrera marcada por el esfuerzo y la reflexión

“Esto me enseñó la importancia de tener dirigentes que sean un segundo padre para el atleta”, reflexiona Nicolao. El episodio marcó el fin de su carrera olímpica y lo llevó a convertirse en un ferviente defensor de la profesionalización y educación en el deporte. “Un dirigente sin conocimientos no puede llevarte lejos. Hay que formar y capacitar a los que conducen el deporte”, enfatiza.

Aunque Nicolao tuvo oportunidades para seguir compitiendo, decidió retirarse poco después. Su legado en la natación y su compromiso con la educación deportiva lo convierten en un referente para las nuevas generaciones.

El recuerdo de un sueño inconcluso

El caso de Nicolao es un recordatorio de los desafíos que enfrentan los atletas en países con estructuras deportivas deficientes. Nunca recibió una reparación histórica, ni siquiera un reconocimiento simbólico. Sin embargo, a pesar de la amargura, Nicolao elige quedarse con lo positivo: “El deporte me dio felicidad y enseñanzas que llevo conmigo toda la vida. Lo demás fue causalidad”.

Con su historia, Luis Alberto Nicolao no solo recuerda un momento trágico, sino que inspira a mirar hacia adelante, a mejorar las condiciones para los futuros atletas y a aprender de los errores del pasado. En sus palabras late el deseo de un deporte argentino más justo, preparado y humano.

La travesía en Estados Unidos: el aprendizaje tras el récord

Con solo 17 años, Luis Alberto Nicolao no solo había conquistado el récord mundial de 100 metros estilo mariposa en dos ocasiones consecutivas, sino que también había atraído la atención del mundo del deporte. Este logro le abrió una puerta única: una invitación para entrenar y estudiar en Estados Unidos, un país con un sistema deportivo y educativo que prometía maximizar su potencial.

“Me fui porque me invitaron. No hablaba una palabra de inglés, pero tenía ganas de progresar. Allá me ofrecieron becas en las cuatro mejores universidades del país y elegí Stanford, en California”, recuerda Nicolao.

En Estados Unidos, el entrenamiento adquirió un nivel de intensidad impensado. Pasó de nadar 3.000 o 4.000 metros diarios en Argentina a completar hasta 30.000 metros al día. “Era un entrenamiento extremadamente riguroso, te diría que ridículamente riguroso. Mejoré, sí, pero también aprendí mucho sobre las diferencias entre los físicos y sus límites. Yo era un nadador explosivo, ideal para distancias cortas, y esos volúmenes me alejaron un poco de mi especialidad”, explica.

Durante ese tiempo, Nicolao compartió equipo con algunos de los mejores nadadores del mundo, entre ellos Mark Spitz, quien años más tarde ganaría siete medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. “Curiosamente, me tocó apadrinarlo cuando llegó al equipo. Esas cosas son parte de la vida”, reflexiona con una sonrisa.

Pero más allá de las competiciones, lo que marcó a Nicolao fue el sistema educativo-deportivo estadounidense. “El deporte abre puertas a las mejores universidades. La beca no es dinero, es educación. Eso les da una base de vida y formación académica que, en Argentina, no hemos logrado implementar”, analiza.

Esta experiencia lo llevó a valorar la importancia de la formación integral del atleta. “El día que dejé de nadar, me di cuenta de que no sabía enseñar mi deporte. Tuve que aprender desde cero, tomar cursos, analizar los movimientos, estudiar la mecánica del cuerpo. Hoy eso se enseña, pero en mi época era una búsqueda personal”, comenta.

Con esta perspectiva, Luis Alberto Nicolao no solo es un referente en la historia de la natación argentina, sino también un defensor incansable de la educación como complemento esencial para el desarrollo deportivo. Un ejemplo de resiliencia y aprendizaje continuo. Su paso por Estados Unidos le permitió entender que el deporte no se trata solo de competir, sino de formar personas integrales, con una base educativa y valores sólidos.

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