Se trata del mayor servicio público de la ciudad para acompañar multidisciplinariamente a personas que tienen padecimientos graves y persistentes, con el objetivo de ayudarles a tener la mayor autonomía posible. Tiene capacidad para tratar entre 40 y 50 casos y articula con otros programas municipales y con la Facultad de Psicología de la UNMDP.
Por Claudia Roldós
El Centro Comunitario de Salud Mental Coronel Dorrego es el único servicio público de la ciudad con capacidad para acompañar a entre 40 y 50 personas con padecimientos graves y persistentes, de forma multidisciplinaria y con el objetivo de ayudarles a lograr la mayor autonomía posible.
El servicio funciona a partir de la sanción de la ley nacional de Salud Mental, como recurso del estado para brindar atención y contención de largo plazo a personas con estas situaciones y que no cuentan con coberturas de salud. Para ello articula con distintos dispositivos del Municipio y con la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Desde su génesis se trata de un tipo de servicio pensado para estar inserto dentro de las comunidades, por ello este centro funciona en Termas de Río Hondo 2060, en un predio cedido en comodato y contiguo a la sede de la Asociación Vecinal de Fomento del mismo nombre.
El espacio, que está coordinado por Favio Di Sábatto, cuenta con un equipo de trabajo que incluye psiquiatría psicología, servicio social, acompañante terapéutico, enfermería y abogado.
Objetivos
“El objetivo de máxima es que este tipo de dispositivos, intermedios entre el primer nivel de atención (los CAPS) y la internación, se repliquen, sean cada vez más territoriales” indicó el referente, quién destacó que el objetivo del acompañamiento “no tiene que ver solo con el tratamiento medicamentoso, psiquiátrico o psicológico, sino también con dispositivos abiertos, con terapias individuales y grupales, que les brinden herramientas que sean terapéuticas -distintos tipos de talleres- pero que a la vez les puedan servir para adquirir autonomía”.
Para ello, entre las articulaciones, se encuentran los programas de talleres de las áreas de Educación y Cultura de la Municipalidad y, además, el taller de Radio que coordinan con la Facultad de Psicología y a través del que los usuarios del servicio cuentan con un espacio de aire en la Radio Universidad.
Además el Centro comunitario articula con el Centro de Protección de Derechos del Niño (CEPEDEN), con el Centro de Extensión Universitaria (CEU) y con el Programa de residencias Multidisciplinar y con el Programa de Formación de Graduados de la Facultad de Psicología UNMDP. Además pasan por el dispositivo residentes de pregrado y pasantes de la mencionada Facultad.
“Nuestro trabajo, que es a largo plazo -porque se trata de personas que no pueden ser abordadas en el primer nivel de atención por su complejidad o falta de autonomía-, lograr que cada uno tenga su propia red, con amigos, contacto familiar, una actividad de su interés, un proyecto laboral”.
Las personas llegan al Centro Comunitario por derivación de los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) con “padecimientos persistentes que comprenden la gama de diagnósticos de depresiones de larga data, psicosis, esquizofrenia, trastorno límite de personalidad, entre otros.
La pandemia aumentó riesgos
Desde que se decretó el Aislamiento Preventivo Obligatorio, en marzo del año pasado, se complicó el acompañamiento de las personas que forman parte del servicio. Por un lado porque se debieron suspender las actividades grupales, sobre todo los talleres con actividades artísticas y con salida laboral y, por otro, por las dificultades de los usuarios para adaptarse a las consultas virtuales.
“Durante el primer tiempo sostuvimos las consultas virtuales, luego comenzamos a implementar sistemas mixtos, con algunas consultas presenciales, con protocolos y más adelante retomamos algunas de las actividades grupales, que son muy importantes, al aire libre” indicó Di Sábatto.
Pero la atención no solo se complicó por la metodología, sino por los riesgos, miedo e incertidumbre. “Muchos de los pacientes de estas características tienen comorbilidades como diabetes, hipertensión, problemas cardíacos, obesidad y son personas que generalmente tienen mucha abulia, apatía, aislamiento” detalló. Por ello “en el contexto de pandemia se agravaron algunos casos, hubo retroceso en el uso de herramientas o recursos que se habían adquirido, por ejemplo pacientes que no se animaban a tomar el colectivo tampoco se animan salir de su casa, o pacientes más impulsivos tuvieron más tendencia a autolesionarse”.
“Uno de los ejes principales de este servicio es lo colectivo, no sólo por los talleres sino por los lazos que pueden forjar con los otros. Y son cosas que uno realmente toma conciencia de lo importante que son, cuando los pierde. En el caso de los pacientes, esa pérdida les genera angustia, deprimirse más” explicó.
Por ese motivo, desde entonces los distintos profesionales del servicio han tenido que realizar numerosas intervenciones familiares, incluso articulando con la Justicia, debido a conflictos que se han generado con sus pacientes. “Hay conflictos interfamiliares, muchos de los pacientes que atendemos viven en situaciones económicas precarias, lugares chicos y con el encierro hay aumento de la violencia”.
Aumento de los padecimientos
Según información del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, se han incrementado las consultas en el primer nivel de atención, de casos con cuadros complejos: psicosis, esquizofrenia, trastornos de los impulsos y depresiones crónicas, entre otros. De las consultas que llegan al primer nivel, el 27% corresponden a dichos cuadros que, por sus características, requieren de sistemas de abordaje más complejos.
El 73% de las consultas restantes, que pueden abordarse en el primer nivel de atención, se encuentran crisis de angustias, depresiones leves, trastornos de ansiedad, problemáticas diversas como el maltrato infantil, violencia de género, etc.