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julio 25, 2025
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Carlos Menem y Mar del Plata: del destierro al viaje en Ferrari a 200 km

Del penal de Batán a la Rambla colmada, la relación entre Carlos Menem y Mar del Plata tuvo de todo: prisión, asados, ovaciones, Ferrari y hasta una frase que no era suya pero lo inmortalizó. La ciudad fue, durante décadas, una constante en la vida pública —y privada— del expresidente.

Por Lucas Alarcón

Carlos Saúl Menem nació el 2 de julio de 1930 en Anillaco, La Rioja, pero el derrotero de su vida lo llevó, por momentos obligados y otros elegidos, a vincularse de forma estrecha con la ciudad de Mar del Plata. A lo largo de las décadas, desde su estadía como detenido durante la dictadura militar hasta sus visitas como presidente a bordo de una Ferrari, la ciudad balnearia fue escenario de capítulos clave en su biografía, reflejo también de los vaivenes de la historia argentina.

El “turco” en La Feliz

Tras el golpe de Estado de 1976, Menem fue apartado de su cargo como gobernador de La Rioja y pasó por distintas detenciones e intervenciones militares. En julio de 1978, por disposición del régimen, fue enviado bajo arresto domiciliario a Mar del Plata. Ya no estaba preso en sentido estricto, pero debía presentarse cada día a firmar en la comisaría cuarta, en Chile y Alberti. Se alojaba en la casa de su prima Zulema, dueña de la tienda “La Zulema” (hoy Luro Authogar).

En ese contexto nació una amistad inusual y profunda con Martín “Cholito” Larrondo, un comisario del barrio Villa Primera. Los unía más que la simpatía: eran peronistas en tiempos de proscripción. Cholito, anfitrión de infinidad de asados, mecenas de cafés barriales y referente de su zona, se convirtió en una especie de centinela emocional para Menem, quien halló en esa relación un refugio inesperado.

En la casa de Cholito —y también en las de sus amigos como el mecánico Oscar Lamas— se forjaban reuniones casi familiares. Asados improvisados, charlas políticas, anécdotas y risas que, según recuerdan sus hijas Liliana y Silvia, convertían a Menem en el alma de la mesa. A su “sobrinita”, la beba de Silvia, incluso la tenía retratada en su mesa de luz.

Pero Menem no solo se movía entre afectos humildes. En esa misma ciudad compartía charlas con figuras como Carlos Monzón y Susana Giménez —la pareja mediática del momento— y también reuniones con el almirante Massera. Una postal que mezcla poder, espectáculo y política, como buena parte de su legado.

El vínculo con Cholito fue tan fuerte que cuando debió abandonar Mar del Plata, trasladado por orden de Albano Harguindeguy a cumplir su arresto en otra ciudad, eligió Tandil, donde su amigo acababa de ser destinado.

Presidente en la costa: entre el golf y los flashes

Ya convertido en presidente en 1989, Menem volvió a Mar del Plata con otro semblante. Su figura pública mutaba entre el fervor popular, la extravagancia y la cercanía con el espectáculo.

Se lo vio jugando al golf en Playa Grande, recibiendo a George Bush padre en el Hermitage Hotel, descansando en Chapadmalal o disfrutando de cenas a la orilla del mar. En una de esas visitas, técnicos trabajaron durante horas para instalarle televisión por cable en la residencia presidencial, solo para que pudiera ver a su querido River Plate.

Uno de los momentos más emblemáticos —y polémicos— llegó en 1991. Menem manejó personalmente desde Olivos hasta Pinamar en una Ferrari 348tb que había recibido como obsequio de un empresario italiano. Reconoció haber superado los 200 km/h y, ante las críticas, respondió con una frase que quedaría grabada en la memoria colectiva: “La Ferrari es mía, ¿por qué la voy a vender?”.

Su estilo, mezcla de ostentación, desafío y carisma, quedó inmortalizado en numerosas postales de la época. Pero no todas las frases que se le adjudican le pertenecen. Una de las más repetidas —“si decía lo que iba a hacer, no me votaban”— nunca fue suya. La dijo, en realidad, el tenista marplatense Guillermo Vilas durante una entrevista con Bernardo Neustadt en 1990. Vilas, ícono deportivo y orgullo de la ciudad, deslizó la frase en otro contexto, pero su tono y contenido quedaron indeleblemente ligados al estilo menemista. Así, casi sin buscarlo, otro símbolo de Mar del Plata se unía a la trama de referencias que conectan al expresidente con la ciudad. Como tantas veces ocurrió en su historia, el mito se volvió más potente que el dato y terminó alimentando el personaje que supo construir.

Plaza Colón, epicentro del poder justicialista

El 14 de enero de 1995, con Mar del Plata en plena temporada, Menem eligió la ciudad para lanzar oficialmente su candidatura a la reelección junto a Carlos Ruckauf. La Plaza Colón fue el escenario de un acto masivo, transmitido en vivo por ATC, con presencia de toda la plana mayor del PJ: Cassia, Di Tella, Galmarini, Pierri, Bullrich, entre muchos otros.

El propio Menem cerró el acto con un discurso donde defendió los logros de su gestión, anunció un plan quinquenal y afirmó que “las promesas de la democracia están siendo realizadas”, en una referencia explícita a Raúl Alfonsín.

Ese acto fue uno de los últimos grandes momentos de euforia marplatense del menemismo. Un evento que combinó fuegos artificiales, música y política en su máxima expresión.

Una postal final

En 1996, ya en su segundo mandato, Menem volvió a Mar del Plata en un viaje relámpago y casi secreto. Llegó piloteando su propio avión, sin funcionarios ni periodistas locales, apenas rodeado de su peluquero, su médico y su amigo Alberto Kohan. Jugó al golf en Miramar, pescó en el mar y evitó toda exposición mediática.

Fue, quizás, una de sus visitas más personales y menos políticas. Una escapada. Una búsqueda de descanso, lejos del ruido que ya comenzaba a rodear su figura.

El adiós a un protagonista

Carlos Menem falleció el 14 de febrero de 2021, a los 90 años, tras una larga internación. Su vida política estuvo marcada por luces y sombras, pero también por un carisma innegable que dividió opiniones y marcó una época.

En Mar del Plata quedan recuerdos dispersos: fotos en casas humildes, relatos de asados inolvidables, testimonios de una campaña multitudinaria y hasta la anécdota de una Ferrari fugaz.

La ciudad fue, para Menem, mucho más que un destino turístico: fue prisión, refugio, trampolín, escenario de poder y, por momentos, hogar.

En los últimos tiempos, la figura del expresidente volvió a cobrar notoriedad gracias a la serie biográfica de Amazon, donde es interpretado por Leonardo Sbaraglia. La ficción —y todo lo que despierta— reavivó debates y memorias en torno a su figura, confirmando que Menem, aún después de su muerte, sigue generando interés, discusión y mitología.

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