El reconocido actor vuelve a Mar del Plata con No me olvides, una emotiva comedia que promete tocar el corazón del público con una historia sensible, divertida y profundamente humana.
Por Alejandra Bertolami
Los icónicos actores Arnaldo André y Silvia Pérez llegan a Mar del Plata con No me olvides, una historia de amor y comedia que ha conquistado las tardes de domingo en el porteño Teatro Picadillo. Escrita y dirigida por Hernán Krasutzky, la obra se presentará este sábado 2 de agosto a las 20 h en la Sala Melany del Complejo de Arte MDQ (San Luis 1752). Las entradas ya están disponibles en Plateanet y en la boletería del teatro.
La trama gira en torno a Juani, quien llega a un geriátrico para mudarse y se encuentra con Beba, una mujer rebelde que lo arrastra a un plan tan romántico como delirante: enamorarlo y escapar juntos. Pero hay un obstáculo inesperado —Juani padece Alzheimer y olvida los hechos recientes— lo que obliga a Beba a idear un plan cada vez más complejo. Con una mezcla de humor, ternura y emoción, la obra aborda con sensibilidad temas como la vejez, la enfermedad y la esperanza. Desde Bacap, conversamos con Arnaldo André sobre esta entrañable historia que promete conmover al público marplatense.
¿Qué fue lo que te atrajo del texto de No me olvides cuando te lo propusieron?
El productor Alberto Raimundo me acercó el texto de Hernán Krasutzky, y de inmediato me atrajo la temática. Me gustó que se trate de una comedia, no en el sentido clásico de algo cómico, sino de esas que provocan risa a partir de las situaciones, pero que también emocionan profundamente y logran enternecer al público con sus personajes. El tema del Alzheimer está muy presente, y eso le dauna profundidad especial a la historia.
Para mí fue una oportunidad única: interpretar un personaje completamente distinto a todo lo que había hecho hasta ahora. Nunca me había tocado encarnar un rol de estas características, y eso me impulsó a construirlo desde cero. Investigué mucho, hablé con un neurólogo amigo que me dio pautas muy valiosas, y también conté con el acompañamiento constante del director, Hernán, que me ayudó a darle forma al personaje. Hoy puedo decir que no me equivoqué en aceptar este desafío, porque el resultado, para nosotros, está a la vista.
¿Cómo describirías a tu personaje sin contar demasiado de la trama?
Mi personaje tiene un principio de Alzheimer, por lo que en algunos momentos está anclado en el presente y, al rato, se pierde en un limbo. Eso genera situaciones de confusión que provocan la risa del público ante sus equivocaciones, y el personaje me brinda esa posibilidad actoral. Además, cuento con una compañera excepcional, como Silvia Pérez, que hace un trabajo brillante y me acompaña mucho. Para mí es fundamental tener a una actriz que cuide tanto el texto, especialmente porque muchas veces el diálogo no es lineal ni coherente, ya que va y viene entre recuerdos y confusión. Eso hace que aprender el texto sea muy difícil, pero con ella a mi lado me siento muy seguro.
La obra habla del amor, de la vejez, de la memoria… ¿Hubo alguna línea o escena que te haya conmovido especialmente?
En la escena final no puedo contenerme; el público se conmueve profundamente porque el texto mismo los va llevando a ese momento. Mi personaje está al borde de las lágrimas, y esa emoción se siente en el escenario y en la sala.
¿Qué te gustaría que el público se lleve al salir del teatro después de verla?
Que fue a ver un espectáculo digno como los que pretendo hacer siempre.
¿Cómo fue el proceso de ensayos y el vínculo con el elenco y la dirección?
Siempre nos llevamos muy bien: Silvia, el director, los asistentes… formamos un grupo hermoso. Estamos con muchas ganas de que llegue el momento de unirnos y salir a escena, porque nos divertimos mucho trabajando juntos, pero siempre con mucha seriedad y profesionalismo. Siento que tengo el equipo ideal para este trabajo.
Tu carrera atraviesa generaciones. ¿Qué creés que te mantuvo vigente durante tantos años?
La seriedad con la que encaro mi vida y mi trabajo es algo que el público valora y reconoce. Saben que conmigo no hay escándalos ni líos, y que todo lo que les ofrezco es el resultado de un esfuerzo constante por hacer algo digno y respetuoso. Por supuesto, eso también se refleja en los años de trayectoria que tengo, los cuales me han permitido contar con el apoyo fiel de mi público. La gente que viene a verme es un público que me ha acompañado durante décadas, a lo largo de infinidad de novelas y cerca de sesenta miniseries y producciones. Me llena de felicidad poder encontrarme con ellos a la salida del teatro; esos encuentros me traen recuerdos muy especiales. Ese público es, sin duda, lo que me mantiene vivo y motivado.
Ahora que mencionaste la gran cantidad de novelas en las que participaste, ¿Recordás ese primer momento en el que dijiste “soy actor”?
Mas bien recuerdo la primera vez que me contrataron, no era un protagónico, pero firmé un contrato y tuve la seguridad de grabar. Recuerdo la primera vez que me convocaron en una novela para canal 13.
¿Creés que esta obra te llegó en el momento indicado? ¿Qué aprendiste al hacerla?
Puse al servicio del personaje toda mi experiencia, y en ese proceso fui descubriendo distintos tonos y matices en él. Aprendí del personaje; aprendí que uno nunca sabe todo por completo. En esta profesión, como en la vida, siempre estamos aprendiendo. A veces creemos que ya lo hemos vivido y experimentado todo, pero no es así. Cada día trae algo nuevo.