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noviembre 23, 2024
Lo de Acá

El desafío de materializar mundos que solo existieron en la imaginación de los autores

La experiencia de la escenógrafa Inés Castro. Ha trabajado para obras infantiles, dramáticas, revistas y para presentaciones musicales. “Es maravilloso imaginar algo y después verlo plasmado en el escenario” define, sobre su pasión, en una charla con Bacap.

Por Claudia Roldós

Inés Castro vive en Mar del Plata hace diez años. Desde entonces ha interpretado y plasmado los mundos que se imaginaron dramaturgos de obras infantiles, revistas, comedias, dramas y musicales. Antes de radicarse en la ciudad, formó parte del equipo de escenografía del Teatro Nacional Cervantes y paralelamente ha desarrollado su carrera como docente, también en el rubro de la escenografía. 

“Es maravilloso imaginar algo, interpretar ese mundo que solo está en el texto y después verlo plasmado en el escenario” confía en una charla con Bacap. Cuando habla de su trabajo, su voz y su mirada denotan la pasión que siente por esta disciplina en la que pudo unir su destreza en las artes visuales y plásticas, con su pasión por el teatro.  

Cuando tenía 15 años fue parte del cuerpo de baile del musical El diluvio que viene en una puesta del grupo juvenil del que participaba. Esa experiencia la marcó. “Me acercó al mundo del escenario, el público, vivir como es un espectáculo en vivo, que cada función es distinta. Pero no lo relacionaba con las artes visuales, que es lo que me gustaba de chica, lo que se me daba bien”. Fue en un ejercicio de orientación vocacional  cuando ambos mundos se unieron y supo que eso era a lo que quería dedicarse para toda la vida. 

“Cada diseño es un mundo por descubrir, por potenciar con las distintas miradas que hacen a una puesta. Como parte de un equipo, aportás tu forma de expresión a los textos” señala reconociendo que, cuando mejor se luce el resultado final es “cuando todo está consensuado, acordado”.

Interpretar el mundo

Define el rol de escenógrafa como el de “interpretar el mundo que cuenta la obra y estar en función de las necesidades de la puesta, los movimientos de escena, si es fija, si va de gira y debe adaptarse a un medio de transporte”. Además del trabajo expresivo, debe ser “un diseño funcional. “Ninguna de las dos variables pueden faltar. Lo expresivo es fundamental y debe ser acorde al texto, acorde a la mirada del director, que marca el rumbo y todos los equipos trabajan en función de esa idea rectora, pero nunca se debe resignar lo funcional, debe ser eficiente y cómoda, excepto que se pida específicamente que sea incómoda” aporta. 

En cuanto a las pautas de la dirección, sostuvo que “puede preferirse una escenografía más literal o más abstracta. Lo ideal es que esté coordinada con iluminación y vestuario, porque la imagen es total y cada disciplina debe integrarse para que todo se vea como se tiene que ver en cada momento”. 

Además, el trabajo se divide en dos etapas bien diferenciadas: la del diseño y la de la realización. Castro realiza las dos actividades y ambas le gustan por igual, aunque la remiten “a dos estados totalmente diferentes”. 

Un mundo de dulzura, en proceso y el resultado.

“El diseño me gusta muchísimo, es imaginar, volar y lo que demanda más energía, porque requiere interpretar y concretar la idea. Es un esfuerzo mucho más jugado, inspirador. Mientras que la realización “es más física. Me encanta pintar, tallar telgopor, hacer estructuras, mezclar colores, trabajar con todos los materiales y que todo quede como lo plasmé en los bocetos”. 

“Cada vez que termino una puesta siento que puedo hacer cualquier cosa” reconoce la artista para la que otro desafío interesante es que “los elementos funcionen como necesita la puesta. Eso implica, también mucha imaginación, inventar cosas que no existen, adaptar elementos que fueron concebidos para otros fines con el objetivo de generar un determinado efecto. No podés ir a la ferretería y comprar el desaparecedor de algo. Eso es muy divertido” confía. 

Historia de vida

Inés Castro estudió escenografía en la Universidad de El Salvador y, desde antes de recibirse comenzó a “utilizar las herramientas que iba aprendiendo para aplicarlas en distintos proyectos que iban surgiendo”. Así hizo realizaciones de obras que hacían en el instituto de Inglés en el que trabajaba su hermana, o para algún grupo de música integrado por amigos. “Siempre a través de proyectos de conocidos iba poniendo en práctica todo lo que iba aprendiendo y, desde el principio, fui armando mi carpeta de trabajos, con las prácticas de la carrera y lo que hacía por afuera” recuerda.

Ya recibida, tuvo la oportunidad de ingresar para una pasantía de 3 meses en el equipo del Teatro Nacional Cervantes. “Para mi fue como tocar el cielo con las manos” afirma, sobre dicho complejo que se encuentra entre los más prestigiosos del país. 

Tras ese período ad honorem le ofrecieron integrarse con un cargo en el equipo de realización de escenografía del organismo, donde tuvo la oportunidad de participar de la realización de numerosas puestas y del diseño de escenografía de la obra “El día que me quieras”, de Ignacio Carbrujas con dirección general de Julio Baccaro.

Castro trabajando en parte de la puesta de la obra Hechizadas.

También ha realizado trabajos para las obras “Piernas entrelazadas” y “Familia de Vancini y Antonia su mujer”, de Omar Aita (Teatro de la Fábula); realización de utilería para la obra “La Bella y la Bestia” (Metro Producciones); diseño de escenografía y utilería y realización de utileria para “El ratón Pérez”: diseño de escenografía e iluminación para “El vendedor de enciclopedias”, de Ricardo Hana, dirigida por Héctor Oliboni (Teatro del Pueblo; y diseño y realización de escenografía para desfile de modas del diseñador Aiden Welles en la residencia del Embajador de Holanda en la Argentina, entre otras.

En el Cervantes estuvo tres años, hasta que con su familia tomó la decisión de mudarse a Mar del Plata.

El camino en Mar del Plata

La primera realización que hizo aquí fue para el infantil Buenos días Buenas noches, para la escenógrafa Betty García, con quién trabajó hasta que se retiró de la actividad y con Alicia Falcón en el Teatro Olimpia, donde comenzó como realizadora y, luego continuó como diseñadora de escenografía en las puestas: «Héroes y princesas», «Un mundo de Dulzura» y «Hechizadas», con dirección de Alicia Falcón y «Tierra de héroes y princesas» con dirección de Matías Minué. 

Paralelamente desarrolló su carrera docente en las cátedras Escenografía III, Iluminación II, Escenografía y Realización de la Escuela de Artes Visuales Martín Malharro.

Castro también diseñó y ejecutó la puesta para la obra Cocodrilo, la revista, que incluyó una reproducción de una góndola egipcia en tamaño natural, la de “Dos tipos raros”, de Omar Lopardo, el diseño y realización de elementos escenográficos para la obra teatral

infantil “Maimará”, de Sandra Maddonni en el Centro Cultural Dudú y la escenografía para la presentación en vivo del disco de Locales Rock “Todo tiene su cerco”, en el Teatro Auditorium. 

Su último trabajo fue para la puesta de Lucía Silva Por culpa del 14G y tiene pendientes las escenografías de las obras para el nivel secundario del colegio Northern Hills, que en 2020 se suspendieron por la pandemia de Covid-19. 

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