La cepa emblemática argentina fue plantada en las zonas de Chapadmalal y Puerta del Abra pero las particularidades del clima de la zona no ayudaron. En Tandil llegó por error y no duró mucho. Todo lo contrario a lo que sucede en el viñedo ubicado en el pintoresco pueblito rural.
por Hugo Palavecino
Tal vez muy poca gente conozca el dato pero Mar del Plata supo tener su propio Malbec, aunque nunca llegó a la botella como varietal sino formando parte de un particular vino de corte. También Balcarce tuvo su Malbec hasta hace un par de años atrás. También en Tandil hubo Malbec pero con una historia muy particular. Donde sí pueden presumir de su Malbec es en Barker, una pequeña localidad a 59 kilómetros de Tandil o a 219 kilómetros del centro marplatense.
En Bacap los invitamos a conocer la historia del Malbec en Mar del Plata, Balcarce, Tandil y Barker, y si pueden, y encuentran algunas botellas, a probarlos y disfrutarlos.
La historia del Malbec marplatense
Cuando allá por 2008 el empresario Jorge Estrada Mora decidió plantar un viñedo dentro de la estancia Santa Isabel, en la zona de Chapadmalal, una de las variedades elegidas por el enólogo Daniel Pi y el ingeniero Marcelo Belmonte fue el Malbec. Se plantaron apenas 0,3 hectáreas de un total de 10.
La idea, como en las otras tintas (Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot y Pinot Noir), fue conocer el ciclo y adaptabilidad del Malbec en el particular clima oceánico de la costa marplatense.
El Malbec de la segunda vendimia, en 2013, terminó formando parte de un blend de tintas junto al Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot que se comercializó bajo el nombre Silos por la bodega Familia Estrada, y elaborado por los enólogos Daniel Pi y Ezequiel Ortego.
En 2016, Ortego y el equipo técnico de la ya bodega Trapiche Chapadmalal decidieron levantar todas las plantas de Malbec y reemplazarla por más Pinot Noir, una de las dos tintas “sobrevivientes” (la otra es el Merlot, aunque poca cantidad y por ahora no se embotella).
Tres fueron los factores para dejar de producir Malbec en Mar del Plata y, por ende, quedar afuera del portfolio de los vinos y espumosos Costa y Pampa.
“Por las temperaturas de la zona nos costaba mucho alcanzar el punto de madurez, tanto azucarina como polifenólica”, cuenta Ortego a Bacap.
“El Malbec -continuó- es una variedad muy sensible al millerandage (una mala fecundación o “cuajado” que padece el racimo de la vid en la floración, que produce racimos muy heterogéneos, con tamaños de bayas dispares y/o bayas no fecundadas). Los fuertes vientos de Chapadmalal favorecen este fenómeno por lo que teníamos muy baja producción”.
“Y el tercer factor fue que queríamos diferenciar la zona productiva del resto de las de Argentina. El factor diferencial de nuestra zona es que es ideal para la producción de vinos blancos y espumantes, y queremos centrarnos en eso”, cerró el joven enólogo mendocino residente en Mar del Plata.
En consecuencia, el de Trapiche Chapadmalal pasó a formar de la historia del Malbec en Argentina.
El Malbec balcarceño
El Malbec fue una de las cuatro variedades tintas (las otras fueron Tannat, Merlot y Pinot Noir) que se plantaron en 2013 en el viñedo ubicado en El Vallecito, en un campo ubicado a un costado de la ruta 226 y donde hoy se levanta la bodega Puerta del Abra.
A diferencia de lo sucedido en Mar del Plata, Balcarce sí tuvo su etiqueta como varietal y dos de sus añadas, la 2016 y 2018, salieron a la venta bajo el nombre Insólito, de las cuales en la actualidad quedan entre 160/200 botellas de cada añada.
“El Malbec en nuestro caso era un desafío a nivel agronómico ya que es muy sensible al corrimiento de racimos con el viento. Esto significa que termina formando muy pocas bayas por racimo, y en nuestra zona con semejante viento, terminabamos teniendo racimos de muy poquitos granos. Lo tuvimos desde 2013 hasta 2018”, cuenta la winemaker Delfina Pontaroli en charla con Bacap.
Pontaroli cuenta las particularidades del Malbec balcarceño: “A nivel sensorial no es representativo del varietal, por lo menos no de lo que esperábamos de un Malbec argentino. Yo lo encuentro parecido en perfil de fruta y en acidez a los Malbec de Cahors (Francia)”.
Hoy quedan muy pocas botellas del Insólito Malbec en la bodega Puerta del Abra que se “comercializarán de forma directa”. Sin duda, el de Balcarce será parte de la historia del Malbec.
La historia del Malbec tandilense
La historia del Malbec de Cordón Blanco es, al menos, particular. La cepa no estaba en los planes de Matías Lucas, enólogo y uno de los propietarios de la bodega tandilense, y terminó plantada en el viñedo por una confusión.
“Nosotros al Malbec no lo queríamos. Cuando hago el primer encargo de plantas de Sauvignon Blanc al vivero en Mendoza, mezcladas vienen 500 plantas de Malbec. Por un error ampelográfico, en ese entonces no estaba tan al tanto del tema, me doy cuenta que no era lo que había pedido un tiempo después”, comienza su relato Lucas.
“La verdad, al Malbec no lo quería. Es una variedad que precisa muchas horas sol y en Tandil no hay tantas horas de sol. No obstante, decidimos vinificar esa primera vendimia. Hicimos una producción mínima. El vino tenía mucha potencia aromática pero le faltaba equilibrio, aunque me dejó satisfecho. Después pasé las plantas a otro campo que no era mío y tuve la variedad un par de años y la terminé abandonando para dedicarme a otras tintas”.
Más allá de los contratiempos, Lucas decidió embotellar el Malbec de la cosecha 2010. Alrededor de 200 botellas del Malbec de Tandil salieron a la venta como parte de la línea Cordón Montés que el enólogo, su hermana Valeria y su hermano Matías decidieron dedicarle a su padre Raúl Manuel Lucas.
El Malbec juarense
Barker es un pintoresco pueblito rural ubicado en el municipio de Benito Juárez, a 59 kilómetros de Tandil y a 219 kilómetros de Mar del Plata. Es conocido por ser una de las sedes -junto a Villa Cacique- de la Fiesta Provincial de la Frambuesa y de la Fiesta Provincial del Dulce Casero, pero también por sus circuitos de mountain bike, escalada, tirolesa, fotosafari y cabalgata
Allí, ubicada sobre la ladera del cerro Los Angeles, se encuentra la estancia “Siempre Verde” donde su propietaria, Carolina de Anchorena de Foster, decidió plantar una hectárea de Malbec en 2007, cuya primera vendimia se realizó en abril de 2010. Un dato: allí mismo hay una plantación de alcornoque, la materia prima de los corchos de los vinos.
El microclima que se da en el viñedo ubicado en la profundidad del cerro es muy particular, al igual que su suelo, al punto tal punto que las plantas suelen gozar de “buena salud”. Un ejemplo de ello lo brinda Matías Lucas, enólogo y uno de los propietarios de la bodega tandilense Cordón Blanco: “Apenas hacen curaciones o tratamientos sanitarios. Este año solo hicieron dos contra ocho o nueve que llevamos todos los de la provincia. Así y todo la uva llega en perfectas condiciones”.
Lucas sabe de lo que habla. Desde hace tres años vinifica el Malbec que se levanta en Barker. De hecho, lo hizo hace pocos días. “La fruta es muy buena, con una madurez excelente y con un estado sanitario asombroso”, relata.
Por ahora el Malbec de Barker es para consumo de la familia de Carolina de Anchorena y su marido Horacio Foster y algunas amistades.
“Nosotros intentamos en 2020 hacer una selección masal (NdR: de propagación de la vid basado en la identificación de los mejores ejemplares dentro de la población de plantas de un viñedo, de acuerdo a su fenotipo) con el Malbec de Barker. Mi idea es plantar algo de eso en (el viñedo de) Don Bosco”, le cuenta Lucas a Bacap, adelantando que pronto la cepa emblemática argentina también será parte del proyecto Cordón Blanco.
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