Por Nicolás Apro y Nadina Cazaux
El desarrollo sostenible es una de las prioridades políticas del presente siglo. Las personas, los hábitats y los sistemas económicos están interrelacionados. Considerar únicamente uno de ellos a la vez, genera errores de juicio y resultados «insostenibles». El consumidor del Siglo XXI demanda señales claras sobre los alimentos que pretende sean saludables. El consumo cada vez más responsable exige lo propio en los actores de la producción e industrialización.
Para el empresariado de alimentos la visión estratégica de unir la alimentación saludable y la prevención de enfermedades crónicas con la protección del medio ambiente, llevados de la mano de la innovación, el desarrollo y la incorporación de tecnologías no reduccionistas, es de fundamental importancia.
En este contexto los productos orgánicos no son una moda pasajera, cada día ganan más adeptos en el afán de cuidar su salud. Definir orgánico es hablar de un producto que proviene de una agricultura ecológica, que respeta la naturaleza y el medio ambiente, que tiene estrictas normas sobre el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes, con la finalidad de que el producto sea lo más natural y sano posible.
Argentina en el mapa mundial
Argentina es el segundo país del mundo en lo que refiere a extensión territorial para la producción orgánica, en número de hectáreas ya implantadas, detrás de Australia; y posee 3,6 millones de hectáreas certificadas (un 7% más que en 2017). En este marco, se puede ganar mayor competitividad en la producción de alimentos orgánicos pero para ello es necesario fortalecer la calidad, la certificación de los productos y mejorar la logística de distribución.
Nuestro país, es un exportador importante en el contexto mundial. Tiene una legislación competencia del SENASA como ente fiscalizador, que regula y resguarda la concepción de lo orgánico, a la vez que la producción está extendida a lo largo y ancho del país, con una enorme diversidad de productos.
Los productores se encuentran agrupados en MAPO (Movimiento Argentino para la Producción Orgánica) quienes integran la Mesa Asesora para la Producción Orgánica del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación junto a los gobiernos provinciales, instituciones del conocimiento, científicas y tecnológicas a fin de viabilizar sus necesidades, recientemente plasmadas en un plan estratégico propio.
Valor agregado
El INTI, el organismo dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, ocupa un lugar preponderante en lo que al valor agregado a esta producción refiere.
El programa «Diversificación de la Producción Orgánica» orienta sus esfuerzos a definir proyectos tecnológicos que logren un diferencial en los productos que actualmente elabora o produce el sector, de la mano de una asistencia técnica que luego permita concretar tal iniciativa.
Es nuestra misión optimizar los procesos productivos en sintonía con los objetivos de desarrollo sostenible suscritos que implican que la tecnología, las reglamentaciones y los sistemas posibiliten adaptaciones, crecimiento y nuevos desarrollos con la misma agilidad que lo exige la demanda a nivel mundial y la urgencia que reclama el cuidado de nuestro planeta. Los productos orgánicos claramente no son moda, son una forma de consumo que refleja un estilo de vida.
(*): Coordinación Programa Diversificación de la Producción Orgánica de INTI.