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noviembre 21, 2024
Lo de Acá

Las plazas marplatenses se convirtieron en escenarios de clases, música y baile

El coronavirus reforzó la valoración de los lugares abiertos y ventilados, así como la importancia de la actividad física y de la vida saludable. Bailarines, entrenadores, talleres invadieron los puntos verdes de la ciudad en lo que para muchos significó un reencuentro con el espacio público.

Por Azul Paci

Un día, las plazas dejaron de ser sólo escenario de perros, juegos y mate. En un primer momento, la llegada del coronavirus replegó a los humanos hacia sus hogares y la fauna invadió los espacios verdes alrededor del mundo. Rápidamente, seguimos su ejemplo.

En agosto, el Gobierno autorizó las reuniones al aire libre de hasta diez personas y dio lugar a un esperado reencuentro con los espacios verdes. Los gimnasios, estudios de danza, de yoga no podían abrir sus puertas debido a las restricciones y tampoco era posible la presencialidad en instituciones educativas por lo que entrenadores y docentes debieron encontrar un nuevo lugar para realizar sus actividades.

Qué mejor lugar para garantizar el distanciamiento y la ventilación, medidas claves para evitar la propagación del virus, que uno sin puertas o ventanas. Irónico, suena a encierro, pero todo lo contrario. Acompañado de los primeros días de sol, el pasto se convirtió en un nuevo protagonista.

Las plazas Mitre, Colón, Dorrego y España, los parques Primavesi y San Martín y el Parque Camet recibieron a corredores, deportistas, alumnos, clases de yoga, meditaciones, clubes de lectura, talleres, preparadores físicos, músicos, foodtrucks, entre otros.

Reconversión

Un ejemplo es Lyon Team, que surgió en diciembre del año pasado. “Realizo entrenamientos funcionales, de preparación deportiva y de musculación. Quiero inculcarles que somos un equipo y que se sientan parte de algo”, explicó a Bacap Leonel Nieva, preparador físico a cargo de las clases.

“El aire libre era lo más seguro en el contexto de pandemia y lo más fácil para que la gente se anime a retomar su actividad física. Levantó mucho. Hubo un alza de clientes. Se copan un montón, les gusta e intento motivarlos para salir de su casa, incluso en los días feos”, contó.

También el yoga copó las plazas y parques de Mar del Plata. En un escenario distópico, era posible ver desde reuniones de trabajo hasta meditaciones bajo un aro de básquet o la sombra de un fresno.

“Las meditaciones comenzaron con la luna llena en el Parque San Martín. Nos reuniamos una vez por mes. Las personas tenían muchas ganas de hacer cosas al aire libre, así que tuvieron éxito muy rápido. Cuando comenzó el calor también empecé a dar clases de yoga en la playa pública. Ahora, por el clima, las clases están más tranquilas, pero la idea es seguir dando cuando haya días buenos”, afirmó Sofía Valenzuela, profesora de yoga.

Mientras tanto, en el Parque Primavesi estaba María Gimena Mariona. “Las clases eran una vez por semana a las 8 de la mañana para evitar que hubiera más gente alrededor. La experiencia al aire libre me encanta. Muchas personas se animaron a ir a la plaza. Hay una demanda a partir del interés de no estar encerrados en un lugar”.

“La pandemia llenó los espacios públicos. Hay más propuestas. Las plazas, la costa, las veredas, la playa, todo fue más ocupado”, consideró.

También música

En el centro de la ciudad, se escuchaban trompetas, guitarras y baterías. Bajo el nombre de Mitrejazz, los músicos comenzaron a tocar en la esquina de Falucho e Irigoyen una vez por semana alrededor de las seis de la tarde.

El grupo suele estar compuesto de miembros de la escena joven de jazz local, aunque los más frecuentes son Antílope Disecado en trompeta, Teby Frontera en guitarra, Francisco Jaramillo en contrabajo y Mariano Abalos en batería.

“En un principio, era una forma más segura de presentarnos considerando los protocolos y lo referido al covid, pero también fue para tener otra forma de compartir un espacio y un momento único con el arte que hacemos y la gente que nos escucha. La movida local de Jazz se halla en un punto de desarrollo muy lindo y era importante para nosotros seguir apostando a eso, seguir generando y poder exponerlo a gente que capaz no conoce o no sabe dónde escucharlo”, indicó Iván Consorte, mejor conocido como Antílope Disecado.

Debido a la popularidad que cobró “la movida del jazz” en Mar del Plata, su actividad también migró a bares y cada vez son más frecuentes los ciclos del género. En este caso, la plaza también se convirtió en testigo de este crecimiento y del surgimiento de nuevos músicos.

A estas propuestas, se suman cientos de otras. Cuando el clima es amigo, espacios olvidados, que solían ser de paso, se convirtieron en puntos de encuentro fijos. Al ocio y esparcimiento que tenían lugar cerca de los árboles, se sumó la constancia, la necesidad de reunirse y de continuar con actividades que se habían visto paralizadas. Las plazas de Mar del Plata resultaron ser el lugar ideal, un escenario revalorizado por la pandemia.

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