Científicos marplatenses estudian estos ecosistemas costeros que cumplen un rol clave en la retención y el almacenamiento de dióxido de carbono.
Por Agustín Casa
No tienen la fama de los bosques, pero también presentan una gran biodiversidad. Su extensión es menor comparada con estos imponentes ecosistemas terrestres, pero son importantes sumideros de carbono. Son las marismas, que tienen tasas de enterramiento de carbono mucho más grandes que los bosques. Por ello, científicos marplatenses estudian su papel en la adaptación y la mitigación del cambio climático.
Pero ¿qué son las marismas? Son pastizales costeros que constituyen ecosistemas intermareales conformados por plantas vasculares. Por lo general, se localizan en áreas reparadas, donde hay lagunas costeras, bahías o estuarios.
“Al comparar tanto los stocks como las tasas de secuestro de carbono en marismas, estos dos valores son mayores que en otros ecosistemas”, cuenta a Bacap Paulina Martinetto, doctora en Biología e investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), del CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Las marismas, junto a los manglares y las praderas marinas, son considerados ecosistemas de carbono azul (blue carbon), que hace referencia al carbono que es retenido y almacenado en ambientes vegetados marinos. El concepto nació hace más de una década y busca poner en agenda la importancia de estos ecosistemas y las consecuencias de la degradación de estos ambientes.
En la costa bonaerense, las extensiones de marismas más importantes se ubican en la región de la bahía Samborombón (en un área de 82.055 hectáreas), en torno a la bahía Anegada (67.963 hectáreas), en torno al estuario de Bahía Blanca (29.634 hectáreas) y en la laguna de Mar Chiquita (11.568 hectáreas), donde se encuentra la Reserva de Biosfera Parque Atlántico Mar Chiquito, declarada por la UNESCO en 1996.
Los estudios realizados por el grupo de Ecología del IIMyC, del cual Martinetto forma parte, determinaron que las marismas del territorio bonaerense entierran unas 18.500 toneladas de carbono por año y tienen almacenadas en sus suelos unas 350.000 toneladas de carbono en total. Lo que marca su importancia en la mitigación de los efectos del cambio climático.
“Si estos sistemas son degradados, no solamente perdemos esa capacidad de poder secuestrar casi 20.000 toneladas de carbono al año, sino que potencialmente podrían liberarse a la atmósfera 350.000 toneladas de carbono”, sostuvo la bióloga en un webinar sobre cambio climático, organizado por la Red de Estudios Ambientales Bonaerenses (REAB).
Cuando se habla de stocks de carbono, se hace referencia a la cantidad total de carbono que está retenido en los suelos y las plantas. Ese contenido de carbono se puede calcular por hectárea. En tanto, la tasa de secuestro de carbono mide la cantidad de carbono que es retenido en el suelo por hectárea en un año.
Según Martinetto, los ecosistemas de carbono azul entierran entre 138 y 260 gramos de carbono por metro cuadrado al año contra 4 a 5 gramos de carbono por metro cuadrado que retienen los bosques. Es decir, ecosistemas como las marismas secuestran hasta 52 veces la cantidad de carbono por metro cuadrado que es retenida por los bosques en un año.
Ecosistemas
Sin embargo, la especialista remarca que, como las extensiones de bosques son mucho más amplias que las de los ecosistemas de carbono azul, las estimaciones totales de enterramiento de carbono en todo el planeta pueden ser similares.
“Los humedales costeros abarcan áreas comparativamente pequeñas con los bosques, pero preservar y conservar un área pequeña puede tener un efecto significativo, muy importante”, aseguró la investigadora durante el mencionado evento.
En Argentina no se encuentran manglares –típicos en áreas tropicales– y solo hay un pequeño sector de praderas marinas en el sur de la Patagonia argentina. En cambio, las marismas se presentan desde la zona de bahía Samborombón hasta Río Gallegos (Santa Cruz).
Martinetto destaca que las marismas brindan importantes beneficios ecosistémicos. En primer lugar, presentan una alta y muy específica biodiversidad. También funcionan como filtro de los insumos que se utilizan en los cultivos de los campos aledaños. Y, además, secuestran una gran cantidad de carbono en su suelo y en su biomasa.
“Las plantas que constituyen las marismas tienen ciertas características adaptativas que hacen que puedan crecer en un lugar que tiene mucha sal, que es inundado por la marea, donde otras plantas no podrían crecer”, detalla la investigadora en diálogo con este medio.
En relación a algunas de las características particulares de estos ecosistemas, Martinetto describe: “Las especies que están adaptadas a estos lugares tienen tasas fotosintéticas muy altas y los suelos no tienen casi nada de oxígeno. Entonces, los restos de las plantas y de materia orgánica que llegan de otros sistemas quedan entrampados en las raíces en ese suelo, no es degradado. Y puede permanecer por miles de años”.
A fines de septiembre, el proyecto “Adaptación y respuestas de marismas al cambio climático y contribución a la mitigación de sus efectos”, dirigido por Martinetto, fue seleccionado por el CONICET, en el marco de la convocatoria de Proyectos de Investigación Plurianuales 2021/2023.
Financiamiento
El proyecto, que recibirá financiamiento para su realización, tiene como objetivo estudiar las rutas del carbono en las marismas de la costa argentina y los contenidos de carbono que quedan almacenados en los suelos y la biomasa.
“Desde que entran por fotosíntesis, una parte del carbono es retenida en los suelos y una parte en la biomasa de las plantas. Otra parte es exportada por organismos herbívoros y otra se va de las marismas por acción de las mareas o del viento. Además, llega materia orgánica desde todos los sistemas que rodean estas marismas. Lo que tienen los sistemas intermareales es que están muy conectados con otros sistemas”, explica la bióloga.
Martinetto participa del sexto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) como parte del grupo de trabajo II, dedicado a Impactos, adaptación y vulnerabilidad. La marplatense es autora principal de un capítulo sobre Océanos, áreas costeras y sus servicios. El reporte de este grupo será publicado en febrero de 2022.
Por otra parte, Martinetto y su equipo del IIMyC también trabajan en investigaciones a partir del concepto de Adaptación basada en Ecosistemas (AbE), que propone la utilización de la biodiversidad y de los servicios que brinda el ecosistema como estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático.
“Si se piensa en una estrategia basada en ecosistemas, se puede simplemente conservar áreas intangibles. Pero también hay un set de estrategias que tienen que ver con el manejo de esos sistemas naturales”, agrega.
Este tipo de estrategias busca la protección de ecosistemas como las marismas –con grandes stocks de carbono y la capacidad de retener activamente dióxido de carbono de la atmósfera–, que pueden ser consideradas grandes aliadas frente al cambio climático.
1 comentario
Muy buen artículo sobre marismas quiero aprender mas