Las escuelas transitan momentos de cambio tras casi dos años de aislamiento. Nuevos desafíos para nuevos alumnos, nuevos docentes y nuevos padres y madres.
Por Bárbara Benitez
La pandemia por Covid-19 reestructuró el sistema educativo. Los miembros de las comunidades educativas fueron uno de los tantos que se reinventaron y juntos construyeron nuevas formas de enseñar, aprender y relacionarse.
De aquellos días de incertidumbre hoy sólo quedan los recuerdos. Para las escuelas, espacios donde transcurren parte de los mejores momentos de la vida, lo que en su momento fue una situación de muchos cambios, se convirtió en un excusa para seguir creciendo y generando nuevas formas de vincularse, de enseñar y aprender. Así lo entienden en el Colegio IDRA, donde saben que la virtualidad llegó para quedarse, que los alumnos no son los mismos, como tampoco lo son los docentes y las familias. Todo es nuevo después de la pandemia, pero de los desafíos es donde surgen las mejores cosas.
“Lo que quedó de la pandemia son niños nuevos. Como docente tuve que aprender un montón de cosas y volver a pensar las formas de enseñar y de aprender”, cuenta Belén Leoz, docente de nivel primario del IDRA . Lo que plantea Belén se replica en miles de educadores porque con la presencialidad plena y ya sin barbijos, todo volvió a la nueva normalidad pero: La escuela y sus miembros ¿son los mismos? ¿Cómo se trabaja? ¿Qué desafíos hay que enfrentar? ¿Cómo se recupera el tiempo presencial y las antiguas costumbres?
Volver a empezar: nuevos niños, niñas y adolescentes
Los quiebres sociales, las modificaciones del lenguaje, los cambios de conductas, los estímulos y las tecnologías generaron una mutación generacional mucho más rápida en tiempos de pandemia. Con nuevas demandas, otras dudas e intereses, IDRA logró cubrir las necesidades de esta nueva generación de chicos que transitaron parte de la escolaridad en contexto de aislamiento.
“Este año el primer desafío fue el de recuperar el espacio áulico, volver a escucharnos, recuperar esos tiempos de silencio que nos da la posibilidad de pensar, razonar juntos y resolver las consignas que se presentan en el aula”, dice Belén.
Estela Betervide es directora de Primaria del IDRA desde hace más de 20 años. Como todos, nunca imaginó que una situación así podría modificar las escuelas. Pero como siempre, supo que esta era otra oportunidad para repensarse.
Hoy sabe que “los más chicos se vinculan desde el cuerpo y los más grandes desde las redes sociales”, explica. Frente a eso, se requiere aggiornarse a esa nueva forma de vinculación.
Ansiedad, depresión y culpa
El día que todo cerró, que IDRA cerró, no solo los estudiantes vieron desaparecer una escuela y nacer otra, también sus familias y docentes. Las herramientas psicológicas del equipo de orientación fueron un engranaje clave a la hora de comprender y acompañar. Y en la actualidad son fundamentales para poder realizar un proceso de readaptación positivo.
Leonardo Arroinz, psicólogo del nivel secundario se refirió a lo ocurrido como un desafío: “Cuando estábamos en plena pandemia con la virtualidad pensábamos cómo sostener al alumno. Siempre estábamos acompañando. Hoy, con el regreso a las aulas, nos encontramos con chicos que presentan nuevas características producto de lo vivido.Así que entre todos trabajamos nuevas estrategias”.
Como todo acontecimiento de magnitud, la pandemia y el aislamiento dejaron situaciones de ansiedad y depresión que, según el especialista, son los resabios que comienzan a visibilizarse en el presente: “En el colegio para dar respuesta a esto por ejemplo, armamos material para los docentes porque vimos que eran cada vez más los casos de alumnos con temor a enfrentarse a dar un examen, dar un oral frente a sus compañeros o mismo relacionarse entre ellos”, aseguró.
Aunque las aulas ya tienen en su eco las risas, los pasos, los gritos de quienes las integran, los efectos mencionados también resuenan.
“Aún no tenemos dimensión de las consecuencias de este aislamiento. Los chicos no encuentran motivación para hacer cosas, aún más los adolescentes. Se acostumbraron mucho a la tecnología que les genera una estimulación constante y cambiante. Muchas veces se encuentran con texto y para ellos es sumamente aburrido, porque es una hoja en blanco con letras”, consideró el psicólogo. Frente a esto, no queda más que reavivar esa llama de la motivación.
¿Cómo? “Trabajamos también con los padres. Damos charlas que van dirigidas a ellos. Los adolescentes tienen situaciones más intensas que hace 2 años atrás. Las problemáticas pueden ser más o menos similares, pero se viven de otra manera. Vemos mucho más miedo que viene de la mano con lo que se vivió”.
Respecto a estos miedos, los padres, que también sufrieron una gran transformación, la directora del nivel secundario y profesora de Ciencias de la Educación, Laura Icíar, comentó que ellos también necesitan contención y acompañamiento.
“Hay una especie de culpa por parte de los padres de aquello que el estudiante perdió en la adolescencia. Hay chicos que perdieron momentos icónicos y muchos quizá no están motivados, por eso sabemos que debemos recuperar ese interés, pero de una manera distinta”, observó.
“En IDRA tenemos familias que se acercan y comparten sus preocupaciones e intereses, por eso estamos siempre alertas y trabajando en conjunto con toda la comunidad”, añadió Laura.
Una de las características principales de la institución es el trabajo en red: preceptores, tutores, grupo de orientación y el equipo directivo, todos en la misma línea. Esto hizo que al momento del regreso a las aulas, se pudieran adaptar con mayor eficacia.
Un futuro que promete
“Valoro estos dos años porque nos condujeron a charlar permanentemente, nos unió mucho más”, asegura Estela. Y frente a la pregunta ¿qué nos quedó? dice: “Con los padres valoramos estos grupos de difusión que se armaron en la virtualidad y que resultaron ser una buena herramienta de comunicación y vínculo permanente.”.
También quedó el aprendizaje del uso de las plataformas virtuales, como cuenta la psicopedagoga Virginia Taruselli, “este proceso ha sido un trabajo de reeducar al docente, reeducar al alumno, a los padres, en definitiva, reeducar el aquí y ahora”.
Con alumnos nuevos, niños que juegan de otra forma. Con padres interesados para que esos hijos estén inmersos en el disfrute y docentes que se ocupan y no solo se preocupan, el regreso a las aulas es posible.
Este 2022 las aulas recuperaron a sus habitantes, se abrieron las mochilas y los alumnos regresaron a un mundo reinventado. Un presente lleno de aprendizajes y un futuro prometedor.