Peñarol, un club centenario y emblemático de la ciudad con una historia llena de anécdotas.
Por Santiago Giorgini
Una esquina, cien años, mil rayitas. Ese es el slogan de Peñarol a lo largo de su cumpleaños número 100. Fundado un 7 de noviembre de 1922, hoy la institución ubicada en la esquina de las calles Garay y Santiago del Estero es uno de los atractivos del barrio del Materno Infantil, cuya mención se hace presente en los coros y en las construcciones que tienen que ver con Peñarol.
El milrayitas es uno de los clubes de la Liga Nacional que dedica su vida puramente al básquet profesional. Si bien cuenta con fútbol, gimnasia artística, taekwondo y vóley, la naranja fue quien puso en alto su nombre a nivel local, nacional e internacional. Ya sea por logros deportivos, por ser la cuna o el hogar de varios jugadores importantes o por los foráneos que año tras año arriban a Mar del Plata para ganarse a los miles de fanáticos peñarolenses.
Un poco de historia
El 7 de noviembre de 1922, un uruguayo muy hincha del tocayo carbonero multicampeón de la liga uruguaya, sugirió el nombre para convertir al club de barrio en una institución legítima y que a partir de allí se desempeñó como una entidad 100% barrial. El 1985 fue el año elegido para dar un paso más y jugar la segunda división del básquetbol argentino, categoría de la que ascendería en el año 1987 de la mano del equipo comandado por Horacio Seguí.
La primera gran campaña llegó de la mano de Néstor “Che” García en la temporada 1994-95. Angelados por Diego Armando Maradona en el Súper Domo ante Atenas, a la postre, Esteban de la Fuente, uno de los emblemas de aquella temporada, se dio el lujo de dedicarle aquel primer campeonato, que contó con grandes figuras como Marcelo Richotti, Diego Maggi, Ariel Bernardini y los foráneos Sam Ivy y Wallace Bryant.
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Tras varios años de resultados disparejos, y bordeando el descenso, el milrayitas hilvanó una seguidilla inolvidable para toda la ciudad: Súper 8 2006, 2009, 2011 y 2013; Liga de las Américas en la 2007-08 y 2009-10; Ligas Nacionales 2009-10, 2010-11, 2011-12 y 2013-14; Copa Desafío en 2007 y 2010 sumado a los Interligas del 2010, 2011 y 2012. Peñarol levantó trofeos de todos los colores y generó un fervor inolvidable en jugadores, dirigentes, personal e hinchas, que colmaban cada esquina del Polideportivo Islas Malvinas e iban de la mano con el surgimiento de grandes ídolos.
Entrenadores
Sergio Hernández se transformó en el entrenador más importante de la historia de Peñarol. Su antecedente era prometedor, con cuatro títulos en Boca y dos en Estudiantes de Olavarría. Su mano como entrenador potenció a un muy joven Facundo Campazzo y destinó el liderazgo en un jugador de la casa como Sebastián Tato Rodríguez. A su vez, comandó un grupo que contaba con grandes figuras de la Liga como Leonardo Martín Gutiérrez, Martín Leiva, Manuel Locatelli, Adrián Boccia y foráneos como Kyle Lamonte o David Jackson.
En la rama femenina también hubo grandes referentes. Laura Cors, una de las entrenadoras más reconocidas de básquet en el mundo, tuvo su paso por la entidad milrayitas, mientras que lo propio ocurrió (y ocurre) con jugadoras de experiencia como Micaela Sancisi, Celeste Selent y Tamara Dell’Ollio. Hoy por hoy, son pioneras de un básquet marplatense que también cuenta con figuras emergentes como Federica Laganá, becada en una universidad de Estados Unidos o Juana Barrionuevo, integrante de la Selección Argentina U17.
Más allá de los nombres propios dentro del rectángulo basquetbolístico, Peñarol cuenta con instalaciones que lo colocan como un equipo multidisciplinario. Supo ganar la Liga Marplatense en dos oportunidades y año tras año se da el lujo de competir en el máximo órgano de fútbol marplatense. Cuenta con su renovada villa deportiva en la calle Reforma Universitaria, mientras que también posee instalaciones para la práctica del taekwondo, gimnasia artística y vóley, entre otros.
Peñarol hoy por hoy es una de las instituciones más renombradas por la población marplatense. Más allá de sus años de gloria, hoy un tanto más apagada, construyó una comunidad que trasciende de generación en generación, en una esquina en la que todos se conocen, en la que cada integrante tiene nombre propio y que promete vencer al paso del tiempo.