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mayo 1, 2024
Las marismas de la costa bonaerense, grandes aliadas frente al cambio climático
Lo de Acá Marplatenses en la Ciencia

Marplatenses cuantifican el carbono que capturan y almacenan las marismas de la costa atlántica de Sudamérica

Un estudio de especialistas del CONICET Mar del Plata, publicado en Nature Communications, demuestra por qué es importante conservar estos humedales como medida de mitigación del cambio climático.

 

En un trabajo publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, especialistas del CONICET en el Laboratorio de Ecología del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC, CONICET-UNMdP) caracterizaron y cuantificaron, a través de un exhaustivo trabajo de campo, el carbono azul-carbono secuestrado y almacenado en ecosistemas costeros vegetados- de las principales marismas de la costa atlántica de Sudamérica a lo largo de unos 3 mil kilómetros de costa.

Las marismas constituyen ambientes intermareales vegetados ubicados entre la tierra y la costa. Fisonómicamente, suelen tener una apariencia semejante a la de los pastizales. Se desarrollan en áreas reparadas, como lagunas costeras, bahías o estuarios, con grandes aportes de sedimento que contribuye a la formación de suelo. Las especies de plantas que las componen son tolerantes a la salinidad y poseen un sistema de raíces imbricado que les da estabilidad y ayuda a entrapar las partículas de sedimento que llegan principalmente transportadas por las mareas. Por sus particularidades, estos ecosistemas albergan una biodiversidad única. La costa de Argentina alberga casi 210 mil hectáreas de marismas, lo que corresponde a más del 95 por ciento de todas las marismas de la costa atlántica de Sudamérica.

“El estudio determinó que las marismas de Argentina capturan en promedio casi 48 toneladas de carbono por hectárea por año y almacenan en sus suelos más de cuatro millones de toneladas de carbono. Esto resalta la importancia de conservar estos ecosistemas como medida de mitigación al cambio climático”, señala Paulina Martinetto, investigadora del CONICET y líder del proyecto de investigación.

“Bajo los escenarios presentes y futuros de cambio climático resulta indispensable cuantificar el rol de los ecosistemas naturales en capturar y almacenar dióxido de carbono atmosférico, principal gas de efecto invernadero”, agrega Martinetto.

En este contexto surge el concepto de carbono azul (blue carbon) que destaca el rol que cumplen los ecosistemas costeros vegetados (marismas, manglares y pastos marinos) como excelentes captadores y almacenadores de carbono.

Desde el surgimiento de este concepto en el 2009, muchos países, especialmente en el hemisferio norte, han dedicado grandes esfuerzos en medir el carbono azul con estimaciones globales sesgadas a dicho hemisferio con vacíos de información para el hemisferio sur. En tal sentido, este estudio tiene el valor de cubrir un gran vacío de información a nivel global.

“Este trabajo tiene el valor agregado de brindar información clave para las contribuciones determinadas a nivel nacional que deben considerarse al momento de realizar el inventario de gases de efecto invernadero de Argentina como parte de los compromisos asumidos dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. El inventario contempla tanto las emisiones como la captura de carbono dentro del territorio nacional”. explica la investigadora.

La importancia de las cuevas de cangrejo

El estudio muestra que, además de las tasas de crecimiento de los suelos, el tamaño del grano del suelo y las especies de plantas dominantes, la presencia de cuevas de cangrejos es un factor determinante en la cantidad de carbono almacenado en los suelos de las marismas de la región. La investigadora señala que los cangrejos cavadores que habitan las marismas de la región tienen un rol preponderante en muchos procesos ecológicos claves que regulan el funcionamiento ecológico de estos ecosistemas. El grupo de Ecología del IIMyC lleva casi tres décadas estudiando estos procesos, mostrando la importancia de las interacciones biológicas.

El estudio además actualizó las estimaciones globales recopilando la información disponible y sumando los datos generados en este estudio. Las nuevas estimaciones presentaron valores más bajos de los que previamente se habían reportado. Esto sugiere que las bases de datos globales no solo estaban sesgadas a datos del hemisferio norte si no que también a sitios con valores altos.

El equipo del proyecto está conformado por Paulina Martinetto, Juan Alberti, Oscar Iribarne, Diana Montemayor y María Eugenia Becherucci junto a la investigadora Núria Marbà de España y los investigadores Just Cebrián y Eric Sparks de Estados Unidos y Raymond Ward del Reino Unido.

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