El actor Mauricio Dayub habló sobre la esencia de sus dos obras «El equilibrista» y «El amateur, segunda vuelta» que estarán presentes en la temporada de verano de Mar del Plata.
Por Max Czajkowski
Según la Real Academia Española (RAE) un milagro es «un hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino». Y arranco así la nota porque el protagonista de la misma utilizó la palabra «milagro» en varias ocasiones de esta entrevista. Mauricio Dayub trabaja duro los 365 días del año para que ese fenómeno divino se manifieste en la sala de teatro entre los espectadores. Ese trabajo lo disfruta. Y venir a Mar del Plata durante el verano a demostrarlo, es mucho más placentero para él. «Creo que si viniera solo de vacaciones no vendría con la alegría que vengo a compartir el trabajo con la gente», confiesa Mauricio.
El disfrute de hacer lo que uno soñó desde la infancia no tiene comparación. Lejos de la desdichada frase de sobrecito de azúcar de «trabaja de lo que te gusta y no trabajarás por el resto de tu vida», Dayub dignifica su labor y sabe el esfuerzo que ello trae: «Yo hago exactamente de grande lo que me imaginé que iba a hacer cuando era chico. Entonces, veo con mucha alegría traer estas dos obras pase lo que pase. Con toda la incertidumbre que siempre se genera frente a una temporada, aunque en este caso también tenga un plus por la situación económica que estamos atravesando. Tengo las mejores expectativas», sostiene el actor.
– ¿Cómo es tu relación con Mar del Plata?
– Mar del Plata era un sueño a alcanzar por mis padres. Mis viejos vinieron recién cuando cumplieron 20 años de casados. Mi hermano, el mayor, ya estudiaba afuera y yo era muy chico. Vivía en mi casa y se quedaron unos tíos con nosotros a cuidarnos. Y yo recuerdo cómo mis viejos volvieron absolutamente cambiados. Dorados, felices, con suéters nuevos. Esa era la Mar del Plata de Nora Carpena, del furor del barrio Los Troncos. Yo a eso no lo conocí, pero escuchaba los comentarios. La industria pujante y la alegría de que la temporada fuera un éxito. A mí me quedó de chico esa sensación de que era un lugar que había que conocer. Y cuando empecé a ser actor dije «me gustaría conocerla trabajando y viniendo a hacer mis espectáculos». El primer año que viene fue el primer año del boom de «El amateur» que es uno de los espectáculos que traigo este año. Hubo un romance enorme entre lo que yo hacía y la ciudad. Eso me marcó para siempre.
– Ese ideal que tenías de chico y ahora de grande se te cumplió, ¿se fue modificando?
– Absolutamente. Yo he logrado más que mis viejos porque mis viejos venían con amigos de su ciudad y yo hoy tengo en Mar del Plata, una relación con la ciudad. Atravesada por el trabajo que eso es lo lindo. A mí me gusta mezclar las dos cosas. Yo como soy en la vida diaria soy el mismo que trabajando. Lo que hago me representa mucho y en ese sentido casi que he estirado un poco esa relación que quisieron mis viejos con Mar de Plata. Tuve la suerte de poder traerlos exactamente en ese verano inolvidable para mí de 1999. Mis viejos vinieron y vieron también el desarrollo de la ciudad conmigo. Lo que se estaba gestando y a partir de ahí, fue todos los veranos. El vínculo que hice con esta ciudad creo que vale más que cualquier premio Estrella de Mar. Lo que uno puede lograr, aunque pareciera que le vamos restando el valor que tiene siempre eso.
– Y esa tradición que ya forjaste con Mar del Plata, ¿qué es lo primero que hacés cuando venís?
– He ido cambiando el orden hasta el día hoy. Cuando venimos por la ruta, si hay un barcito cerca cuando entramos, por ejemplo, ahora que elegimos uno cerca de la Plaza del Agua, donde paramos antes de alojarnos. Yo distiendo un poco. Casi siempre hago alguna cita con algunos amigos y nos encontramos y planeamos un poco los días que vamos a estar, pero por lo general el plan es gastronómico y estar en contacto con la naturaleza.
– ¿Solés ver teatro independiente marplatense?
– La verdad que es una cuenta pendiente. Me debo ese encuentro con los teatristas marplatenses. A veces la vorágine de la temporada hace que no se pueda dar. Nos cruzamos siempre, pero me debo las charlas personales y la visita a los teatros. Además, te digo que siempre pienso eso y también le debo a las obras de mi ciudad en Entre Ríos, donde me falta tiempo como para recorrer y compartir más la tarea con los otros actores que hacen lo mismo que yo.
– ¿Ha cambiado algo El amateur de 1997 a la obra de ahora?
– Sí, es una versión nueva. Se llama «El amateur, segunda vuelta». Ha cambiado el ritmo y la percepción que tenemos con los espectáculos. Hay una mirada diferente. La esencia es la misma. Es un espectáculo que sigue divirtiendo y emocionando de manera muy potente la metáfora de la historia. Se produce un milagro en el espectáculo y es que el sueño de uno se convierta en el sueño del otro, esa es la razón por la cual. Yo la quise reponer porque me parecía que a los argentinos nos estaba costando creer en el otro. Está costando confiar en la posibilidad que nos ofrece el otro. La desconfianza nos ganó y en este caso en El amateur se combate con eso. Lo curioso, lo extraordinario, es que los personajes logran cumplir sus sueños. Y parece que ya hemos decidido que en la Argentina de hoy no van a poder y eso me lo hace aún más emocionante. Me parece que la hace más esperanzadora.
– Escuchando a Gustavo Luppi en algunas entrevistas, dice que vos sos «un trabajador inagotable, muy estricto, pero no sos solemne con lo que hacés». Te consulto, ¿cómo es trabajar con Gustavo Luppi?
– Gustavo tiene algo extraordinario y que es una condición constante a mejorar. Él está siempre dispuesto a que hagamos correcciones, a que hagamos modificaciones, que probemos cosas. Eso a mí me gusta mucho porque mis espectáculos no terminan de crecer nunca. Son beneficios que tiene el espectador cuando ve el espectáculo, incluso, como en general vuelven a verlo, cuando vienen descubren cosas nuevas.
– Me gustaría hablar del espectador. Las personas de ahora tiene otra percepción a la hora de ver una obra, una película. El celular modificó nuestras vidas y la atención es mucho más corta. ¿Cómo trabajás para que el público no se aburra a los 15 minutos?
– En ese sentido es muy evidente. Yo tuve la suerte de rescatar una grabación original del espectáculo que estrené en 1997, y que traje aquí en el ´99, y me di cuenta que el ritmo era absolutamente otro. El transcurrir de las escenas tenía un tiempo que ya no tenemos, ya no nos interesa tener ese tiempo cadente. Necesitamos que las cosas vayan ocurriendo al ritmo que transcurren hoy. Y le imprimimos ese ritmo con el director. Tuvimos que hacer correcciones, una pequeña en la música de Jaime Ross, hicimos cambios en la escenografía de Graciela Galán, pero trabajamos como haciendo un nuevo espectáculo. La obra es la misma, pero el espectáculo es otro este intentando de que produzca lo que producía antes. La percepción del público con respecto a mí se modificó enormemente después de «El Amateur». Tanto es así que me preguntaban que iba a ser después, como si no tenía que hacer más nada. Por suerte después inauguré «Chacarera», vino «El batacazo», «Los cuatro jinetes» y «El equilibrista». Con «El equilibrista», si no me equivoco, es la cuarta temporada que hago en Mar del Plata.
– ¿Eso qué te genera a vos? Tener tanta aceptación en un público, en una ciudad, haber arrasado con los premios, que la gente siga llenando las salas…
– Es una felicidad que no sé si la puedo describir. Es una felicidad interior, viste. De mucho agradecimiento. A mí no me fue bien de entrada, ha pasado muchos años hasta que me fue bien y la suerte que tuve la intuición de esperar. Convencido de que en algún momento si yo no aflojaba, si hacía bien mi trabajo, algún día eso se iba a producir. No sé si está en el espíritu de los que tenían tienen la misma edad que yo tenía en ese momento de esperar. Ahora queremos que las cosas se den más rápido y no aceptamos la frustración que produce que no se nos dé. A mí la frustración de que no se me diera me generaba más energía, más y más ganas de mejorar lo que hacía para que en algún momento cuando me tocara yo estuviera más preparado.
– Eso es la concreción te da felicidad, ¿no? Porque justamente vos no has traicionado tus ideales. Fuiste haciendo lo que te gusta, por tu camino y no lo que te pedían…
– Sí. (Dayub se emociona. Asiente con la cabeza mientras mira el mar y deja un silencio para cambiar de tema)
– Más allá del teatro, ¿tenés otros proyectos en mente?
– Mirá, el público que viene a ver las dos obras me pide una tercera. Me preguntan porque repiten las que vieron que son «El equilibrista» y «El amateur». Estoy pensando en hacerme tiempo para generar una tercera opción. Todavía no he podido, pero no me faltan ideas. Tengo algunos bocetos que voy tratando de hacer en los tiempos libres. Y no es solo por este pedido del público, sino porque a mí me gusta mucho la etapa de crear un espectáculo y ver quiénes son las personas más idóneas para hacerlo. Son momentos que yo siempre recuerdo con mucha felicidad, a pesar de la incertidumbre que genera no saber si uno va a acertar en la elección de lo que quiere hacer. Es muy probable que este año pueda generar alguna otra cosa. He rechazado en los últimos meses otras opciones, como series y eso porque me doy cuenta que me lleva todo el día hacer lo que hago. No tengo tiempo y tampoco podría hacerlo, el de esperar que me llamen para filmar y grabar unas escenas. Así que por ahora estoy absolutamente dedicado a mis espectáculos.
– Para terminar. ¿Qué tiene Mauricio Dayub en su vida diaria de «Amateur» y qué tiene de «Equilibrista»?
– De equilibrista tengo algo en común con casi todos los argentinos, me adapto fácil al cambio y acepto el desafío. Y de amateur tengo mucho. Amo mucho lo que hago sin esperar nada a cambio. Si viene bien y si no, me quedo feliz con lo que hago, porque es lo que elegí.