Desde niña en el campo junto a su abuelo, Agata Navarro de Armas heredó la pasión por los hongos. Hoy, combina esa experiencia con la ciencia y la gastronomía en un proyecto único en la ciudad.
Por Lucas Alarcón
Desde niña en el campo junto a su abuelo, Agata Navarro de Armas heredó la pasión por los hongos. Hoy, combina esa experiencia con la ciencia y la gastronomía en un proyecto único en la ciudad.
“Desde muy chiquita mi abuelo me enseñó a recolectar hongos y salíamos al bosque y al campo, que era mi super paseo”, recuerda Agata Navarro de Armas con una sonrisa. “Él me inoculó la magia de la micología desde muy chiquita. Para mí esos paseos eran momentos mágicos, una conexión con la naturaleza que nunca se perdió”. Cuando llegó a Mar del Plata a los 13 años, admite que “por un par de años no vi hongos, porque la ciudad no es igual al campo ni al bosque”, pero a los 16 volvió a reencontrarse con ellos. “No había Internet ni tantas formas de aprender, así que salía detrás de cada persona que veía recolectando hongos para aprender, era como mi escuela”. Esta búsqueda activa del conocimiento la llevó a explorar cada rincón de la ciudad y sus alrededores.
Hace tres años, impulsada por su amor a los hongos y el deseo de compartirlo, le propuso a su padre: “¿Qué te parece si empiezo a enseñar esto?”. “Me dijo que sí, me encantó”, comenta. Así nació su emprendimiento, que empezó modestamente con una página de Instagram, @elafunga. “Por historias aviso las salidas y la respuesta fue increíble. Viene gente de todas las edades: niños, familias, parejas, amigos. Todos tienen curiosidad por descubrir qué hongos hay alrededor”.
En estas excursiones, Agata enfatiza que no solo se trata de recolectar, sino de aprender a “reconocer qué hongos son comestibles y cuáles son tóxicos”. Subraya que “hay hongos muy peligrosos que crecen en los mismos lugares que los comestibles, por eso el conocimiento es clave para evitar intoxicaciones”. Uno de los hongos más temidos es la Amanita phalloides, “que te derrite el hígado en una semana”, advierte. Por eso, explica, “trato de informar mucho para que podamos dejar de ser una sociedad micofóbica y convertirnos en micofílicos, apreciando estos organismos”.
Variedades y sabores en Mar del Plata
Sobre la diversidad local, Agata detalla: “La variedad de hongos cambia mucho según la época del año. En febrero ya podemos encontrar pollo del bosque, Calvatia, champiñones. Más adelante, cuando empieza el otoño, aparecen níscalos, rúsulas, clavarías, hongos de pino… tenemos un montón de variedades”. El interés por estos hongos también se refleja en la gastronomía local. “Ahora está en creciente demanda, sobre todo en restaurantes donde se ofrecen champiñones y gírgolas”, comenta, y añade que “también nos piden variedades nuevas como enoki o melena de león, que se pueden cultivar y tienen un perfil gastronómico distinto”.
Agata destaca el valor nutricional de los hongos: “Tienen un valor nutritivo enorme, aportan proteínas, minerales y son inmuno-protectores. Además, son ideales para personas veganas, que los consideran una ‘carne de Dios’ por su aporte”. En cuanto al sabor, señala que “son muy diferentes unos de otros, cada variedad tiene su gusto particular y hay uno para cada paladar”. Confiesa que “por ejemplo, a mí no me gusta mucho el Calvatia, pero conozco gente que lo adora”. Respecto al consumo, insiste en la importancia de la cocción: “Todos los hongos hay que cocinarlos, porque algunos como el champiñón tienen una sustancia llamada agaritina que no es buena para el cuerpo y se elimina con cinco minutos de cocción”. Además, explica que “las gírgolas se pueden hacer milanesas, guisos, estofados, salsas… tenemos miles de formas de prepararlos y todos son deliciosos”.
Hongos psilocibios y salud mental: un futuro prometedor
Un aspecto cada vez más relevante en su proyecto es la exploración de los hongos psilocibios y su potencial medicinal. “Los hongos psilocibios se están usando en salud mental para tratar depresión, ansiedad y conductas adictivas”, explica Agata. Relata que “en la década de los 60 hubo un período de exploración que se prohibió con la guerra contra las drogas iniciada por Nixon, y recién en los 2000 se reabrieron las investigaciones”.
Sobre cómo actúan estos hongos, dice: “La psilocibina genera neurogénesis, que es la creación de nuevas conexiones cerebrales. Esto nos ayuda a no caer en conductas repetitivas y a abrir nuevos caminos de pensamiento”. Describe los dos tipos de uso: “Se emplean microdosis, que son dosis muy bajitas donde no se siente ningún efecto psicodélico, y macrodosis, que sí generan efectos, pero que están dando grandes resultados en tratamientos para adicciones”. Resalta que “en Argentina ya hay redes de psiquiatras y psicólogos que están trabajando con estas sustancias, como el Dr. Luis Acosta, que hace un trabajo espectacular”. Para Agata, “es fundamental que se legalicen estas medicinas para ampliar la red de investigación y que se puedan seguir explorando sus beneficios de manera segura”.
Un llamado a conocer y respetar los hongos
Consciente de que el desconocimiento puede ser peligroso, Agata insiste: “En Mar del Plata crece Amanita phalloides, un hongo tóxico mortal que puede destruir el hígado en una semana, por eso es tan importante informarse”. Aclara que “los hongos tóxicos solo son peligrosos si se consumen, tocarlos no genera intoxicación grave, aunque siempre es bueno lavarse las manos después”. Su mensaje final es un llamado a la curiosidad y el respeto: “Quiero que la gente deje de tenerle miedo a los hongos y los conozca bien, para poder disfrutarlos y protegernos. Es un mundo fascinante que está a nuestro alcance”. Sobre el público que se suma a sus salidas, comenta: “Viene gente de Mar del Plata, pero también de Necochea, Tandil y otros lugares del país. Hay familias, parejas, amigos, niños. La temporada se cierra en otoño y vuelve a empezar en febrero”.
Con sus salidas y enseñanzas, Agata acerca el fascinante mundo de los hongos a quienes quieran descubrirlos, entre la tradición familiar, la ciencia y la gastronomía, siempre con respeto por el ecosistema local.
Para sumarte a las excursiones y seguir sus novedades, podés visitar su Instagram: @elafunga.