septiembre 5, 2025
Mar del Plata 150 motivos

El Mural de Coppini: la obra que captura el alma de la Mar del Plata fundacional

En 1977, un grupo operativo de la Universidad Nacional de Mar del Plata rescatan el Mural que Fausto Eliseo Coppini había realizado en la casa de Eduardo Peralta Ramos (1913). La obra, que muestra la geografía histórica de Mar del Plata, se ha convertido en una pieza ineludible al relatar los orígenes de la ciudad donde se combinan la visión íntima del comitente, hijo del fundador de la ciudad, y el contexto del artista, fuertemente atravesado por la cuestión de la construcción de la identidad nacional en épocas cercanas al Centenario de la Revolución de Mayo. 

Por Lic. Virginia Echarren, docente

Algunas personas como algunas obras de arte, están predestinadas a salvar historias. Uno de esos casos, es el mural “Mar del Plata, 1860-1873” pintado en la casa de Eduardo Peralta Ramos por Fausto Eliseo Coppini, hoy exhibido en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de Mar del Plata.  

El invierno de 1977, dos jóvenes arquitectos, Graciela Di Iorio y Herman Clinckspoor, presenciaban con desconcierto la demolición de una casa ubicada en pleno centro de la ciudad cuando descubrieron los tonos azules de una pared que aún no sucumbía al infortunio. Ese día, mientras los escombros se acumulaban en la esquina oeste de Av. Luro y La Rioja, frente a la casa del hijo del fundador de Mar del Plata, aquellos arquitectos gestionaron la conservación un tesoro privado que resultaría ser lo único que no se perdió y salió a la luz: la evanescente fuerza una obra pictórica resuelta sobre la pared de una biblioteca. 

Hoy la trama del tiempo ha sabido convertir a ese mural en una pieza única que ilustra nuestra geografía histórica, muchas miradas han recaído desde entonces sobre él, inclusive la mía. 

El fundador de Mar del Plata, Patricio Peralta Ramos, murió el 25 de abril de 1887, no sin antes afirmar que esta población estaría llamada a ser una de las más felices de la Provincia de Buenos Aires. Ese mismo año, Eduardo, uno de sus hijos construyó en la esquina de La Rioja y Luro, una residencia familiar que cobijará en su sala la obra de Fausto Eliseo Coppini, una pintura mural realizada en 1912-13, cuyo tema y tono se realizaría bajo las indicaciones personales del dueño, según contó Roberto Barili en 1962.

Equipo de la universidad y el donante René Villagra, trabajando en el rescate del Mural de Fausto Eliseo Coppini– Foto: archivo personal de Graciela Di Iorio.

Un desembarco

Miro y estudio allí el inicio de la felicidad anunciada: La obra ilustra el Puerto Laguna de los Padres, un territorio casi vacío que todo lo espera. El mar calmo y el campo unificado por los tonos azules de un paisaje sin conflicto que enmarcan el relato épico del origen pastoril de una Mar del Plata excéntrica en la región: el foco de la composición son las velas de un barco que se acercan a la costa. Un desembarco. 

Suelo pensar que Eduardo Peralta Ramos (1850-1917) y Fausto Eliseo Coppini (1870-1945), estaban destinados a encontrarse para producir una obra que combina la visión íntima del hijo del fundador y las influencias del contexto cultural de un pintor que realiza su obra atravesada por la gran cuestión de la identidad nacional. 

Eduardo Peralta Ramos, empresario y hombre público, nació en 1850 en el punto de inflexión de la historia argentina, entre Caseros y la Organización Nacional. A la edad de diez años conoció el Puerto de la Laguna de los Padres junto a su padre, en tiempos de una pampa criolla sin inmigración y sin ferrocarril; en tiempos de una pampa agreste donde las galeras sorteaban con dificultad los pajonales, arroyos y bañados. 

Fausto Eliseo Coppini fue un viajero distinto. Nacido en 1870, siendo muy joven atravesó el mar desde el Norte de Italia para buscar a sus padres radicados en la Argentina; así llegó con la gran ola inmigratoria a conocer la pampa y las serranías, de las que dicen, se enamoró. Formado en la Real Academia de Brera de Milán se vinculó con el medio artístico rioplatense y con el Museo Histórico Nacional recién formado, que los reconocería por sus paisajes y composiciones históricas y para el cual realizaría varias pinturas iconográficas sobre la emancipación americana. En 1910 – dos años antes de su recalada en Mar del Plata – participó de la Exposición Internacional del Centenario en la que obtuvo Medalla de Plata. La Exposición evidencia el poder adquisitivo local y el gusto de la alta burguesía argentina por las artes plásticas; las obras ornamentan las grandes residencias del país.  

Tres años después del Centenario, se inaugura en Mar del Plata la Rambla Bristol y Don Eduardo, tal vez decide, rendir tributo a la familia antes que las cúpulas francesas borren definitivamente el pasado post colonial. Convoca entonces, a un pintor premiado para realizar una obra a medida, documentada, que refleje la épica familiar. Entonces, no puedo dejar de ver en el pintor al gran notario que plasmará en el paisaje las posesiones de los Peralta Ramos, el que da fe de lo que se ha heredado que no es la tierra misma, sino la orgullosa memoria familiar de “los fundadores”.  

Siempre me he preguntado como se entrega la memoria de la tierra.  

Como pintor de composiciones históricas, Coppini conoce la importancia que revisten las fuentes documentales, a la hora de encarar un trabajo. ¿Cuál ha sido la fuente documental de nuestro mural? ¿La memoria personal del comitente? ¿Aquella emoción de la pampa, con sus pastizales y arroyos, de la mano del padre? ¿Una carta memorial fechada el 14 de noviembre de 1873, en que el padre solicita autorización para formar un pueblo? ¿los relatos del prestigioso Paul Groussac? ¿las crónicas periodísticas de la época? ¿fotografías? Tal vez todas estas fuentes, reunidas en la que supongo una nutrida biblioteca privada de la casa de Av. Luro y La Rioja, tristemente demolida. 

 

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