A una llamada de distancia, Benjamín Amadeo analiza su presente, detalla sus expectativas para el show que dará en Vorterix el 25 de octubre y confiesa su irrefrenable amor por la ciudad y la costa argentina.
Por Martina Migliorisi
Es el primer lunes de octubre. En Mar del Plata, un cielo nublado y unos 17°c visten el séptimo día del décimo mes. Nadie sospecharía, de no ser por el calendario, que es primavera. A 400 kilómetros, un artista argentino celebra el lanzamiento de su tercer disco, estrenado hace dos meses y con una seguidilla de alegrías que lo esperan por delante. Descuelga el teléfono y saluda como un viejo conocido, aún cuando nunca antes habíamos hablado. Está de muy buen humor, hace algunos chistes y se toma el tiempo de responder cada pregunta con paciencia y ternura. Su nombre es Benjamín Amadeo.
De dónde vengo
A menos de un mes del estreno de su tercer álbum, “Salvando las distancias”, Benjamín Amadeo agotó las localidades del Gran Rex. Su debut en tan emblemático escenario le despertó una dicotomía que hasta hoy lo persigue: “Tengo dos sensaciones que convergen en lo mismo: La primera, la de hacer un teatro tan importante, tan grande y que significa mucho para mí, para la música y para la ciudad en donde vivo; la segunda es la del comienzo de otra gira con un disco nuevo, con mucho para organizar y analizar. Temas nuevos, shows nuevos, arreglos, invitados, decisiones que uno va tomando y que pueden derivar en un padecimiento. Yo no quería que eso me sobrepasara y me quitara el disfrute. Por fortuna, lo logré”.
A pesar de que ha pasado un mes y medio desde dicha presentación, el artista argentino todavía habla en presente: “Este Gran Rex llega en un buen momento, después de muchos shows y muchos años, para que lo pueda disfrutar con todo. Estoy muy contento con eso”. En su voz, que parece surfear entre recuerdos vívidos y satisfactorios, su emoción es notable.
Basta una escucha atenta a su nuevo material para saberlo: Benjamín Amadeo es un compositor honesto. “Por la manera en que encaro mi música y escribo mis letras no hay forma de que no sean un reflejo de quién soy o de lo que me pasa. Incluso si estoy tratando de esconder algo o pensando en otra cosa. Cuando escribís tus canciones, pintás tus cuadros, esculpís tu escultura o haces tus notas, está todo ahí”, afirma, descartando toda posibilidad de disociación entre obra y artista, como si de una huella dactilar se tratara. Y es que, aunque se intente, nadie consigue escapar de su sombra, su alma, su identidad.
De qué estoy hecho
“Este disco tiene un carácter optimista, de hecho se llama ‘Salvando las distancias’ porque es como una idea romántica que tengo, de que aquel que escuche las canciones de este disco tenga ganas de compartir la vida con otro. Es una manera de usar ‘mal’ el dicho, que se usa para la comparación, pero que yo elijo usarlo para suprimir la lejanía entre las personas”. La visión esperanzadora y entusiasta del artista atraviesa todo su tracklist. Es poco visto y hasta envidiable: “Creo que es un fiel reflejo de este momento, de los pensamientos que tengo ahora”, asegura.
El canal de YouTube de Benjamín Amadeo supera los cien mil suscriptores y amalgama cientos de comentarios con dedicatorias románticas en cada video. Sus fanáticos, que dan cuenta del sentimentalismo que el músico despliega en sus letras, cuentan sus historias, añaden reflexiones al paso o, sencillamente, etiquetan a usuarios que aman. “Me da mucha emoción y alegría. Es lo que me pasa a mí con la música de otros. Cuando encuentro una frase que describe lo que siento, me emociona, me alegra. Siento que es una manera de hacer que las canciones crezcan: que el público les empiece a tomar hacia donde quiere o siente, libres de lo que, quizás, uno pretendía al componerlas. Lejos de amenazarme, a mí eso me fascina. No deja de sorprenderme, estoy muy agradecido”, confiesa con regocijo, casi con fascinación.
Como un mecanismo de placer en cadena, la mayor debilidad del artista emerge en la conversación, y nos abraza y mece entre sus gélidos pliegues: “No sé si es recíproco, pero guardo una linda relación con el mar. Me gusta mucho surfear. En el mar soy muy feliz y he sido muy feliz compartiendo el mar con otros, es un espacio inspirador”, desliza entonces, abrumado por la admiración que lo condena.
“Tengo muchas historias de mar en Mardel y me encantan. Amo las olas, pero también soy muy friolento, así que es un problema. Por suerte tenemos una costa increíble y muy buenas olas, aunque las mejores están en invierno y eso es una lucha que hay que aprender a llevar”, reconocerá más tarde, porque hasta las mejores historias de amor esconden sus contradicciones.
Cuando restan solo algunos minutos de conversación, Benjamín Amadeo ya ha confesado uno de sus mayores gozos. Ahora, no oculta su deseo por un pronto chapuzón. Su adoración por el mar, de hecho, se vuelve explícita en su tracklist, en el título homónimo que resulta ser su canción favorita del disco: “En ‘El mar’ invertí una imagen. Y en vez de ‘veo el mar y me acuerdo de vos’, es «cuando te veo, extraño el mar». Tiene un trasfondo, pero me lo reservo”.
Hacia dónde voy
Artísticamente inquieto, Benjamín Amadeo no cierra las puertas a una futura experimentación. Para el cantautor, su primera tríada de álbumes da cuenta de un artista que se expresa desde lo sentimental sin dejar que el pesimismo se imponga. Tampoco se altera por crear escenarios ficticios: “No me nace escribir desde la ficción, sino desde lo que siento y lo que me pasa o me interpela. No es que le escapo, para nada. Son formas y momentos. Por ahora no me hizo falta buscar en la fantasía, pero podría hacerlo y sería una manera de probar nuevas ideas”, concluye.
Tras enfocar la mira en un horizonte prometedor, el músico vuelve sobre su propia historia, aquella de la que es artífice y protagonista, y dice: “Estoy muy contento tocando el disco en vivo, pasan cosas muy lindas. Me dan ganas de salir con mi banda a tantos lugares como pueda. Siempre me entusiasma la música nueva, porque hace que nazcan cosas interesantes. Una vez, un director de teatro me dijo ‘nadie acuerda en la puerta qué canción va a cantar ni de qué se va a reír’: si una canción está buena, está buena, y si algo es gracioso, es gracioso, punto”, añade, al reflexionar sobre sus próximas fechas y las particularidades que vuelven único a cada show.
Para el músico, la respuesta de la audiencia marca el tono del encuentro. En sus rostros, en sus aplausos, en las canciones más coreadas, existe una especie de código anímico a decodificar desde el escenario. Según Benjamín Amadeo, es una manera de conocerse con el público: “Vos te das cuenta de qué es lo que eligen priorizar e incluso qué parte de las canciones los emociona. Eso habla de cómo están en general y en particular. Es un ejercicio muy interesante”.
Cerca de las 15:15 hs, el cerebro detrás de “Salvando las distancias” vuelve a pensar en La Feliz y hace lucir su entusiasmo: “Espero el show en Vorterix con mucha alegría, porque me siento muy acompañado y estoy muy feliz de volver a Mar del Plata. La última vez me fue muy bien y, para un porteño como yo, es salir un poco de lo mismo. Como ‘che, una vez cada tanto volvé a la ciudad que te abrazó y que siempre te recibe’. Estoy feliz de volver, muy contento”, admite. Y yo le creo.