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diciembre 26, 2024
Mar del Plata 150 motivos

La vida de Victoria Ocampo en Mar del Plata: entre la detención y su amor por el Atlántico

El 8 de mayo de 1953, Victoria Ocampo, ícono literario y figura antiperonista, fue detenida en Mar del Plata bajo acusaciones políticas. Este episodio marcó una de las tantas conexiones de la escritora con la ciudad costera, donde vivió momentos de inspiración, desavenencias y romances. Desde su primer encuentro con el Atlántico hasta la creación de su famosa Villa Victoria, Ocampo dejó huellas en la historia de Mar del Plata que trascienden lo anecdótico y revelan un vínculo profundo con su arquitectura, playas y vida social.

Por Nino Ramella

Señora, vino un comisario y pregunta por usted. Avelina, la mítica casera de Villa Victoria que se autollamaba la vasca bruta para diferenciarse de la vasca culta que era su patrona, anunciaba así a Victoria Ocampo una inesperada visita que sería el preludio de 26 días presa en la cárcel Del Buen Pastor en Buenos Aires

 Eso ocurrió el 8 de mayo de 1953 aquí en Mar del Plata. Se me ocurre iniciar estas líneas destacando la fecha y el escenario de lo sucedido porque son pistas que nos llevan a darnos cuenta del fuerte vínculo de la fundadora de Sur con nuestra ciudad. 

 Victoria solía venir a Mar del Plata a fines de noviembre y generalmente volvía a Buenos Aires…más precisamente a San Isidro… después de su cumpleaños, que era el 7 de abril. Y en este caso, como vemos, seguía aquí un mes después. 

 Para no dejar en el aire la historia de su detención digamos que se debió a un trasfondo político que hizo que Victoria, un ícono antiperonista, fuera señalada como instigadora de un atentado con bombas que había tenido lugar en la Plaza de Mayo durante un acto de la CGT mientras Juan D. Perón pronunciaba un discurso.

Primera referencia a Mar del Plata

 Pero volviendo a estos lares la primera referencia que nuestra ilustre visitante hace de Mar del Plata es de muy joven, cuando vino acompañada de sus padres. Llegué por primera vez a Mar del Plata una mañana en el tren nocturno con camas Yo era una adolescente y Mar del Plata también. Mar del Plata era el Hotel Bristol, unas cuantas casas, la rambla de madera… Pero tenía la playa limpia y todo el mar, ahí encima, y las piedras. Fue mi primer encuentro con el Atlántico desde una playa. Hasta ese momento Victoria conocía el Océano Atlántico desde la cubierta de un barco en sus viajes a Europa

 Su tía abuela y madrina Francisca Ocampo de Ocampo, a quien llamaban “tía Pancha”, en 1912 había mandado poner en pie una original casa de madera importada de Inglaterra a través de la firma Boulton & Paul, igual que los bungalows dispersos en sus colonias. Si bien solía veranear allí fue a partir de la muerte de sus padres que Victoria pasó en esa casa varios meses cada año. 

 La propiedad tenía dos manzanas, comprendidas por las calles Matheu, Arenales, Saavedra y Lamadrid.  Al obligar la Municipalidad a abrir la calle Quintana, su ilustre dueña decidió vender una de ellas. Fue un gran dolor para Victoria, que se lamentaba que en la manzana perdida estaban las mejores plantas, confió a quien esto escribe César Magrini, periodista amigo de la escritora. 

 El episodio generó desavenencias con el intendente. Al tiempo se reconciliaron y Luis Fabrizio, de él se trata, atesoraba un libro dedicado por Victoria al intendente que salvó un árbol por haber permitido la supervivencia de un pino silvestre justamente en la calle Quintana

 La casa más fea

Con ser la más conocida, Villa Victoria no fue la primera residencia marplatense de la escritora. Una casa blanca, lisa, geométrica, hizo Victoria entre 1926 y 1927 en la esquina de Alberti y Carlos Pellegrini con la ayuda de un constructor. Fue inspirada por la villa que Robert Mallet-Stevens hiciera poco antes para los Vizcondes de Noailles en el sur de Francia

 Distante de la villa de su tía abuela, ubicada en un barrio llamado La loma del tiro a la paloma, hoy Divino Rostro, la nueva casa quedaba lo suficientemente alejada de su grupo familiar como para veranear sin intromisiones con su amante Julián Martínez Estrada, a quien ella había conocido en 1912 en su viaje de bodas. Un detalle: Julián era primo de su flamante marido, Luis “Monaco” Estrada. De todos modos algo no funcionó: compartieron allí sólo un verano. 

 Victoria solía contar -y se non è vero, è ben trovato–  que cierta vez llegó en tren a la Estación Nueva, allí en Sarmiento y Alberti y que al subirse a un taxi le pidió que la llevara a la casa más fea de la ciudad y que la llevó a su casa. Fuera de que el relato pueda ser una boutade lo cierto es que ese diseño debe haber producido un impacto brutal en una ciudad impregnada del pintoresquismo de la época. 

 Y hablando de fealdades… 

 Cierta vez entrevistando a Jorge Romero Brest, mítico crítico de arte director del Instituto Di Tella, durante la charla soltó que Le Corbusier había dicho que Mar del Plata era la ciudad más fea que había visto jamás. Mi inexperiencia juvenil de periodista novato no me habilitó a repreguntarle, ya que la historia oficial no cuenta que Le Corbusier haya estado alguna vez en Mar del Plata

 ¡A quién consultarle sino al archivo viviente de Roberto Cova!. Con todo su pudor el inolvidable arquitecto e historiador marplatense me apartó del grupo ante el cual formulé la pregunta de si él sabía si el célebre suizo había estado alguna vez en Mar del Plata. Sí sabíamos que estuvo en Buenos Aires en 1929. 

 Vea Ramella -siempre me llamó por mi apellido-…yo he leído una carta de Le Corbusier a Victoria refiriéndose a su casa modernista acá en Mar del Plata y toda la sensación es que ha estado ahí. Y acotando con picardía: usted sabe…Victorita era una chica…cómo decir…algo transgresora…¿me entiende?. Para Roberto, pues, fue la trampa lo que nos regaló la visita del ilustre arquitecto. 

 La playa y caminar 

 Hasta llegar a nuestras costas las únicas playas con arena que había experimentado Victoria eran las del Mediterráneo. Pero en ese sentido la revelación de tales vivencias fue en Mar del Plata. Me enamoré a primera vista y para siempre… Por la mañana nos bañábamos en el mar… las olas eran montañas de agua que se me venían encima… Salía yo de esos baños chorreando terror; pero al día siguiente, volvía, entusiasmada…

 Como solía ocurrir ayer y también hoy, las playas elegidas no lo son para siempre. De la Bristol Victoria pasó a Playa Grande y más tarde a Punta Mogotes, más precisamente al balneario Tiraboschi. Caminaba sin parar por la orilla y solía llevar algún perro en esas aventuras, tal como ilustra la foto que acompaña esta nota, proveniente del archivo de María René Cura -secretaria por años de la Fundación Sur-, y que le regaló a Teresa Serenellini entrañable amiga que me la cedió para una publicación. 

 A sus invitados -que no fueron pocos- o parientes los llevaba a la playa.  De algunos de ellos hay fotos como en el caso de Jorge Luis Borges, Silvina su hermana y Adolfo Bioy Casares, su cuñado. Estos tres paraban en Villa Urquiza, adyacente a Villa Victoria. 

 Más celebridades 

 No podríamos hablar de Victoria y su relación con Mar del Plata sin mencionar a muchos de sus amigos que conocieron la ciudad gracias a sus gentilezas. Rabindranath Tagore pasó en esta ciudad una semana de 1924, alojado en la Estancia Chapadmalal de los Martínez de Hoz

 Roger Callois, Waldo Frank, María Rosa Oliver, Eduardo Mallea, Enrique Pezzoni, Saint-John Perse…entre muchísimos otros fueron huéspedes de Villa Victoria. Pero acaso una estancia muy recordada es la de Gabriel Mistral

 Fue a principios de abril de 1937 que llegó Gabriela a Mar del Plata. Se propusieron pasar juntas sus cumpleaños. Ambas habían nacido un 7 de abril.  

 Podríamos escribir miles de páginas hablando de Victoria Ocampo, de su condición de temprana feminista, de su prédica antifascista y ese encuentro con Mussolini, de haber sido la única mujer latinoamericana invitada a los juicios de Nuremberg, de su apertura hacia el aborto, su lucha por el voto de la mujer, su desprendimiento económico para sostener por décadas la editorial Sur, haber creado el Fondo Nacional de las Artes…haber sido echada del Casino por usar pantalones, su amor por The Beatles y el enojo de Borges porque le puso una peluca alegórica de ese grupo que había traído de Londres… también de sus amores…pero una vida semejante -en gran parte vinculada a Mar del Plata- sería imposible de volcar en un texto. 

 Por eso quisiera terminar estas líneas con lo que le mandó Gabriela Mistral aquel 7 de abril de 1937 a su cuarto y que conocemos como Recado a Victoria Ocampo

 Victoria, la costa a que me trajiste, 

tiene dulces los pastos y salobre el viento, 

el mar Atlántico como crin de potros 

y los ganados como el mar Atlántico. 

 

Y tu casa, Victoria, tiene alhucemas, 

y verídicos tiene hierro y maderas, 

conversación, lealtad y muros. 

 

Albañil, plomero, vidriero, 

midieron sin compases, 

midieron mirándote, 

midieron, midieron… 

 

Y la casa, que es tu vaina, 

medio es tu madre, medio tu hija… 

Industria te hicieron de paz y sueño; 

puertas dieron para tu antojo; 

umbral tendieron a tus pies… 

 

Yo no sé si es mejor fruta que pan 

y es el vino mejor que la leche en tu mesa. 

Tú decidiste ser “la terrestre”, 

y te sirve la Tierra de la mano a la mano, 

con espiga y horno, cepa y lagar. 

 

La casa y el jardín cruzan los niños; 

ellos parten tus ojos yendo y viniendo; sus siete nombres llenan tu boca, los siete donaires sueltan tu risa y te enredas con ellos en hierbas locas. o te caes con ellos pasando médanos. 

 

Gracias por el sueño que me dio tu casa, que fue de vellón de lana merino; por cada copo de tu árbol de ceibo, por la mañana en que oí las torcazas; por tu ocurrencia de “fuente de pájaros”, por tanto verde en mis ojos heridos, y bocanada de sal en mi aliento: por tu paciencia para poetas 

de los cuarenta puntos cardinales… 

 

Te quiero porque eres vasca 

y eres terca y apuntas lejos, 

a lo que viene y aún no llega; 

y porque te pareces a bultos naturales: a maíz que rebosa la América 

-rebosa mano, rebosa boca-, 

y a la Pampa que es de su viento y el alma que es del Dios tremendo… 

 

Te digo adiós y aquí te dejo, 

como te hallé, sentada en dunas. Te encargo tierras de la América, ¡a ti tan ceiba y tan flamenco, 

y tan andina y tan fluvial 

y tan cascada cegadora 

y tan relámpago de la Pampa! 

 

Guarda libre a tu Argentina 

el viento, el cielo y los trojes; 

libre la Cartilla, libre el rezo, 

libre el canto, libre el llanto. 

el pericón y la milonga, 

libre el lazo y el galope 

¡y el dolor y la dicha libres! 

 

Por la Ley vieja de la Tierra; 

por lo que es, por lo que ha sido, por tu sangre y por la mía, 

¡ por Martín Fierro y el Gran Cuyano y por Nuestro Señor Jesucristo! 

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