La directora ejecutiva de Sistema B en Argentina, Marina Arias, destacó la potencia de la ciudad desde dicho paradigma de negocios. Qué implica el “triple impacto” y qué supone para una empresa obtener la certificación.
Por Thom Lahitte
En el año 2006, tres amigos universitarios fundaron “B Lab” con una premisa: había una forma mejor de hacer negocios para los trabajadores, las comunidades y el planeta. La iniciativa se extendió a todos los continentes donde compañías de distintas rubros se iniciaron en una nuevo paradigma empresarial.
En 2012, bajo la denominación de “Sistema B”, dicha mirada arribó a América Latina. Marina Arias, directora ejecutiva de la entidad en Argentina, dialogó con Bacap en torno a este paradigma de negocios que encuentra en Mar del Plata un punto de interés y crecimiento.
-¿A qué llaman el “triple impacto”?
-Gestionar desde el triple impacto es tener en cuenta desde la empresa no solo las ganancias, el rendimiento económico, sino que sus decisiones también involucren al mismo nivel de importancia lo social y lo ambiental. Entonces, a la hora de tomar decisiones, poner a las personas y el planeta en el centro de la escena. Eso seguramente nos haga tomar caminos diferentes a las que tomaría hoy la economía tradicional.
-En ese sentido, ¿cualquier rubro o cualquier empresa podría obtener la certificación? ¿qué ocurre por ejemplo con una minera?
-A ver, hay empresas que no pueden ser B como la venta de armas o la pornografía. El resto de las empresas pueden ser. Ahora los requisitos no son los mismos de acuerdo al impacto que tienen. No es lo mismo una empresa de servicios de dos personas que una minera El impacto que genera es tan alto que la certificación se pone durísima. Entonces, lo puede hacer sí, pero tiene que ser una maravilla. No existe. Hoy no existe. Hay un montón de requisitos que debe tener una empresa. Es más, una empresa que trabaja para una minera, un proveedor, también tiene que tener cuestiones mínimas para certificar.
-Más allá del sello, ¿ser empresa “B” otorga acceso a créditos o otro tipo de beneficios? ¿Qué otro elemento suma la certificación?
-Primero que nada, la certificación B es un sello que permite corroborar que lo que dice lo hace. Entonces ya lo pone en un lugar diferencial respecto al resto de las empresas. Eso hace que sea parte de una comunidad de hoy casi 10.000 empresas en el mundo y una comunidad de triple impacto de empresas comprometidas, es decir, tienen networking global. Por otra parte, están preparadas para la recepción de talento. Hoy cada vez más las personas eligen más donde desplegarlo. Lo mismo pasa con los clientes, cada vez tenemos consumidores que entienden más de qué estamos hablando y empiezan a elegir cuál es su consumo. Luego hay una situación vinculada a las leyes. Por ejemplo, para exportar a Europa, se requieren distintos tipos de certificaciones y la B empieza a ser una de ellas. También tenemos casos como el de Mendoza, que por ordenanza establece compras públicas de impacto, es decir, son priorizadas. Además existen bancos y mercados para los que el sello B opera como un diferencial para el acceso a financiamiento.
-Hablaste de leyes. ¿En qué estado se encuentra la legislación que impulsan desde Sistema B?
-Es una ley que tiene casi la misma edad del movimiento. En el 2015 tuvo media sanción y después cayó porque no se volvió a tratar en el Senado. Para la Argentina es un ropaje jurídico a la ley de sociedades, o sea, una S.A. BIC, que es la denominación de beneficio de interés colectivo e implica reconocer a una empresa de triple impacto. Hoy una empresa solo puede ser, por ley, un agente de lucro. De esta forma nosotros podemos reconocer a cualquier empresa que sea BIC, S.A BIC, S.R.L-BIC y potenciarla. Porque no es lo mismo una empresa que contamina que una que no contamina. No es lo mismo una empresa que da trabajo a una empresa que desarrolla personas. No tiene ningún beneficio asociado, solamente es un reconocimiento. Pero sería algo maravilloso porque en vez de estar hablando de 250 empresas B que tienen un sello privado, etc., podríamos estar hablando de miles de empresas en la Argentina potenciando un ecosistema de impacto que va en beneficio del bien común, personas y planeta.
-La primera certificación en Mar del Plata ocurrió hace poco más de diez años, ¿cómo ve a la ciudad y qué análisis hace de ese período?
-Mar del Plata es la región que más ha crecido en los últimos años. Yo creo que tiene muchos condimentos, creo que tiene muchas empresas y mucho potencial. Están muy vinculados al mar y eso les da una conciencia diferente tal vez en entender lo que estamos proponiendo. Hay muchas empresas familiares y eso también tiene un ADN diferente en cómo surge para darle de comer al que tiene al lado, con impacto en su comunidad. La verdad que es muy bueno como viene creciendo Mar del Plata en ese sentido y nosotros estamos para potenciarlo y ayudarlo Por eso queremos trabajar fuerte acá.
Mar del Plata, presente y futuro
El 11 y 13 de junio habrá un encuentro iberoamericano del movimiento B en Mendoza. En materia regional, además de la provincia anfitriona, habrá una delegación marplatense, lo que marca el lugar que ocupa dentro del paradigma por su presente pero también el futuro.
En noviembre del 2024, la ciudad fue sede del “Día B”, un evento que reunió a cientos de referentes para promover una nueva economía. En la actualidad en Mar del Plata existen 5 Empresas B Certificadas: Lucenza, Kalmar, Lulea, CEDEAC, y Sarasanegro.