Especialistas de la UBA insisten en la necesidad de generar mayor conciencia en la población y en los profesionales médicos, ya que lo hecho hasta el momento no satisface las demandas necesarias ante el problema que representa la HTA en la salud pública.
La Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), junto con la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación Argentina de Cardiología (FAC), establecieron un nuevo consenso sobre Hipertensión Arterial (HTA) en donde, si bien no se modificaron los valores umbrales para el diagnóstico de HTA (≥140/90 mmHg), se estableció como nueva meta u objetivo de reducción de presión arterial un valor de 130/80 mmHg, lo cual podría evitar al menos el 15 % de los casos de infarto y hasta un 18 % de accidentes cerebrovasculares (ACV).
Los nuevos valores buscan crear mayor conciencia, tanto entre las y los pacientes y entre los profesionales de la salud, así como prevenir los casos de enfermedades relacionados con este fenómeno, que va en aumento. Por este motivo, hasta el 14 de septiembre, la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial lleva a cabo una campaña de concientización y toma de presión arterial en la población general, a través de la medición gratuita de la presión arterial en diversos puntos de acceso, como centros de salud, hospitales, e incluso espacios públicos.
Profesionales de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, con vasta trayectoria en la investigación en Hipertensión Arterial, reflexionan acerca de la conducta de los pacientes, la inercia de los profesionales médicos y las campañas de salud pública como variables sobre las que hay que profundizar para lograr revertir los números en alza de esta enfermedad silenciosa.
HTA: principal causa de muerte en el mundo
En el mundo existen, aproximadamente, 1.300 millones de hipertensos, de los cuales dos terceras partes son menores de 65 años. En Argentina, se estima que 4 de cada 10 adultos son hipertensos, pero la mitad lo desconoce. La HTA es una de las principales causas de enfermedad cardiovascular en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que 4 de cada 5 personas con hipertensión no son tratadas adecuadamente.
En Argentina, según el último reporte de Estadísticas Vitales de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la principal causa de muerte, representando el 30,3 % de los decesos anuales por causas definidas, lo que equivale a 99.454 fallecimientos en 2023 lo que implica más de 11 muertes por día.
Analía Tomat, profesora Asociada de Fisiología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica, advierte: “La HTA en una enfermedad crónica y silenciosa, que genera daños en diferentes órganos de nuestro cuerpo, como los riñones, el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos y, el sistema nervioso. Por lo que la HTA es una causa muy importante de enfermedades cerebrovasculares, infarto de miocardio y enfermedad renal crónica”.
Marcelo Choi, profesor Titular Regular de la Cátedra de Anatomía e Histología de la Facultad, destaca: “El acento debe estar puesto en los pacientes, los profesionales de la salud y las instituciones gubernamentales y educativas. Por un lado, la falta de adherencia y control por parte de los pacientes. Por otra parte, la inercia de los profesionales de la salud en cuanto a la toma de la presión como en la instauración y/o modificación del tratamiento adecuado. Y por último las acciones que se requieren por parte de las políticas públicas de salud y de las instituciones educativas y sociedades científicas que, pese a sus esfuerzos, no satisfacen las demandas necesarias ante el problema que representa la HTA en la salud pública”.
“En este sentido, hasta el 14 de septiembre, la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial lleva a cabo una campaña de concientización y toma de presión arterial en la población general. Asimismo, es preciso controlar los otros factores de riesgo asociados como son los malos hábitos alimentarios, la falta de actividad física, expandir las áreas libres de humo, y trabajar en la prevención con preadolescentes”, agrega Choi.
Tomat pone el foco en la importancia de ampliar los espacios de toma de presión: “Tienen que volverse rutinarios los controles en las consultas de todas las especialidades médicas, incluida la de pediatría. Sería ideal que, previo al ingreso de la consulta con el especialista, al paciente se le mida la presión arterial con un equipo validado y por profesionales capacitados”. “Cualquier motivo de contacto de la población con alguna institución de salud es una oportunidad”, interviene Choi.
“Yo pienso que las consultas online y/o el poco tiempo de las consultas presenciales no permiten un acercamiento adecuado entre el paciente y el médico, necesario para la medición correcta de la presión arterial, del peso corporal, realizar una adecuada historia clínica que permita conocer el estilo de vida, la historia familiar y los factores de riesgo de los pacientes», interviene Tomat.
La alimentación en nuestra vida cotidiana
La OMS recomienda, para los adultos, una ingesta inferior a 2000 mg/día de sodio o sea el equivalente a menos de 5 g/día de sal: poco menos de una cucharadita de té. Choi resalta este dato al momento de destacar “la importancia de leer bien en las etiquetas el contenido de sodio en el producto ya que es una forma de que la población identifique aquellos productos que pueden elevar la presión arterial”.
Choi advierte que “el consumo promedio de cloruro de sodio en la población argentina es de entre 12 y 14 gramos por día. En relación con esta problemática», mientras que Tomat resalta la importancia de saber comprender la información brindada sobre la composición nutricional de los alimentos.
Los octógonos negros con letras blancas son parte del sistema de etiquetado frontal establecido por la Ley 27.642. Su objetivo es advertir de forma clara y visible cuando un producto contiene exceso de azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales o calorías. También pueden incluir leyendas como “CONTIENE EDULCORANTES. NO RECOMENDABLE EN NIÑOS/AS” o “CONTIENE CAFEÍNA. EVITAR EN NIÑOS/AS”. “La idea es empoderar a los consumidores para tomar decisiones más informadas y fomentar una alimentación más saludable”, explica Tomat.
En cuanto a los números de Argentina -actualizados en el informe hasta 2022- la investigación de la FAO reveló que el 12,6 % de los niños argentinos tienen sobrepeso y el 9,5 % presentan retraso en el crecimiento asociado a la malnutrición, es decir, falta de los nutrientes esenciales que los chicos necesitan para su adecuado desarrollo físico y cognitivo.
En 2023, un trabajo de la UNICEF advertía sobre que la población infantojuvenil de Argentina está vinculada a una doble carga de malnutrición, caracterizada por la coexistencia de desnutrición y carencia de nutrientes junto con un cuadro de sobrepeso u obesidad.
También se señala que este vínculo entre el alto consumo de alimentos ultraprocesados y la mala calidad de las dietas está vinculado a su alta disponibilidad comercial y el uso de un marketing agresivo que promueve su consumo excesivo.
Analía Tomat explica: “El consumo de sodio no se limita solamente al agregado de sal a los alimentos, sino también al que se encuentra oculto en los alimentos. En nuestro país se calcula que entre el 65 % y el 70 % de la sal que consumimos proviene de los alimentos procesados o industrializados, como las salsas y productos untables, los panificados, embutidos, quesos, caldos, snacks, productos de copetín y conservas. El 15 % del consumo de sal corresponde a la sal agregada a las comidas durante la cocción (en forma de sal, caldo o cubitos de caldo) o bien en la mesa (salsa de soja, salsa de pescado, sal de mesa). Mientras que solo el 12 % proviene de los alimentos no procesados, como las frutas, verduras y carnes. Es decir que el mayor porcentaje de sodio se encuentra en alimentos procesados, donde los consumidores no tienen participación sobre la cantidad de sal agregada a dichos alimentos».
“Entonces, lo que necesitamos es pensar en cambios de hábitos alimentarios, revalorizando el cocinar en casa a partir de alimentos naturales y no ultra procesados, pensando en cómo reemplazar el agregado de sal por hierbas, condimentos, semillas, y limón”, dice Tomat.
Tomat advierte:“Si bien parece haber más conciencia, el ritmo de vida acelerado hace que cueste mantener buenos hábitos alimentarios. Estamos, permanentemente, corriendo, lidiando con situaciones de estrés. Todo ello genera un cuadro de ansiedad y comemos lo primero que tenemos a mano, un producto procesado. Por otro lado, están las cuestiones vinculadas a aspectos socioeconómicos. Comer sano no es barato y, además, cambiar los hábitos de vida implica un compromiso especial”.
”Toda conducta proviene de lo que aprendemos en nuestra casa y en el colegio. ¿Cómo preparamos una vianda para nuestros hijos? ¿Colocamos una fruta o un alfajor?”, se pregunta Tomat.
Una Facultad que investiga poniendo el corazón
La Facultad de Farmacia y Bioquímica tiene una extensa trayectoria en la investigación en Hipertensión Arterial, con numerosos grupos que estudian esta patología.
Tomat cuenta: “En la Cátedra de Fisiología de la Facultad se investiga sobre diferentes tipos de injurias durante la vida fetal, la lactancia, los primeros años de vida que, potencialmente, pueden programar, junto a factores ambientales, el desarrollo de hipertensión en la vida adulta. Estudiamos cómo la deficiencia de zinc, un micronutriente, altera el desarrollo y el crecimiento de diferentes órganos involucrados en la regulación de la presión arterial, como, el corazón, el riñón y los vasos sanguíneos. Actualmente, también estamos estudiando los efectos de la suplementación de zinc en patologías asociadas a la HTA, como el síndrome metabólico”.
Por su parte, Choi explica: “Relacionado con la hipertensión, tenemos tres líneas importantes de investigación. Una evalúa el efecto del cloro, ya que es el componente que acompaña al sodio en la sal, que es cloruro de sodio. Hay mucha evidencia sobre el sodio que tiene un efecto nocivo, pero se sabe muy poco del cloro. En ese sentido, estamos evaluando si las sales con menor contenido de cloruro tienen algún beneficio sobre la presión arterial, de la misma manera que reducir el contenido de sodio como aquellas sales en donde se las reemplaza por potasio”.
“También tenemos otra línea que estudia la microbiota intestinal y los efectos que produce una dieta rica en sal, elevada en grasas o elevada en fructosa sobre la composición de la microbiota, y cómo esta alteración puede afectar la función renal. Adicionalmente tenemos otra línea de investigación traslacional en pacientes con Enfermedad de Parkinson, donde trabajamos con profesionales del Hospital de Clínicas para ver el impacto que tienen ciertos medicamentos antihipertensivos sobre la función renal en pacientes con esta enfermedad”, concluye Choi.
Fuente: UBA.