22.8 C
Mar del Plata, AR
diciembre 23, 2024
Nora Lafon
Descubriendo a

Nora Lafon: memorias de una militante peronista

Se la conoce como “La Dama del Espectáculo” y es una de las periodistas más respetadas del país. Ha trabajado con todos y en todos los medios -gráficos, radiales y televisivos- más prestigiosos de Argentina. Pero si algo la define, en primera instancia es su militancia peronista. Y aquí lo cuenta por primera vez, en estos relatos cargados de memoria, dolor y orgullo.

De cómo se construyó “la grasa militante”: del 55 a nuestros días

Creo que milito desde que nací porque fue una manera de estar viva. Por eso para reivindicar a tantos jóvenes que se han sentido humillados, despreciados, injustificadamente despedidos de funciones para las que estaban más que calificados es que siento la necesidad de demostrar qué es y dónde nace la militancia peronista como tal.

Con la llegada del peronismo se acumularon diversos adjetivos despectivos: “cabecitas negras”, “grasitas”, “flor de ceibo”,a lo que se agregaba siempre que salían a la calle para defender a alguien o algo: “¡cuánto les habrán pagado!”, “sin los ómnibus no vienen”, “te aseguro que por lo menos les ponen 10 mangos por cabeza”, “los traes sin problema con vino y chorizos” hasta llegar a los sofisticados insultos modelo siglo XXI desplegados por los diversos funcionarios macristas: “choripaneros”, ”planeros”, “grasa militante”.

Sin duda expresiones generadas tanto por el odio visceral como por el desprecio que siempre les provocó la militancia. Fueron los mismos que perseguían a los militantes de izquierda, anarquistas y radicales de Yrigoyen. Nunca se les ocurrió que, para ese pueblo, esos trabajadores, esos estudiantes la militancia enaltecía. Es una elección de vida, de principios, de solidaridad con el otro. Es lo más ajeno al individualismo y viene caracterizando desde siempre a los más encomiables movimientos sociales del mundo. Pero nunca lo entendieron. Son incapaces de pensar en acciones que no tengan precio.

Ese jueves al mediodía nuestro grupo salió de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y por Las Heras nos dirigimos hacia Callao. Estaba frío y nublado. Distante sobre las nubes se escuchaba el sonido de un avión. Inocente, pensé: “!Qué feo, parece una película de la ocupación nazi!”.

Seguimos adelante con Virginia, Nela y Olga hasta el café de Ayacucho y Las Heras, al lado de Radio Nacional, donde a diario cumplíamos con el rito de tomarnos un café antes de regresar a nuestras casas.

Al tomar el 60 comencé a escuchar que algunos pasajeros comentaban algo que me sonaba raro pero no les presté atención. Cuando subí al 314 nadie decía nada pero al llegar a casa, en Olazábal al 4100, Mamá estaba en la puerta (en ese tiempo la mayoría de los porteños no teníamos teléfono) esperándome muy preocupada. Recién en ese momento supe que estaban bombardeando la Plaza de Mayo.

Días más tarde cuando volvimos a clase nos enteramos de la tragedia: Luisa Ana Ferrario, una compañera con la cual habíamos compartido división en la Belgrano, había muerto en medio del bombardeo. La explosión la alcanzó mientras viajaba en el colectivo rumbo a su casa. Sólo tenía 19 años.

Ese día hubo 300 muertos y 800 heridos, tiraron 14 toneladas de bombas sobre la población civil que paseaba por Plaza de Mayo.

A mis 16, por primera vez presentí una violencia que comenzaba a rondarnos. Por el momento agazapada.

Exactamente tres meses después consiguieron “barrer” Córdoba, desde siempre «gorila», y el 16 de septiembre fue la fecha acordada para derrocar al gobierno de Juan Domingo Perón.

El general Lonardi llegó a Buenos Aires como un salvador con un muy pronto olvidado “ni vencedores ni vencidos”.Sólo le tomó dos meses al sanguinario binomio Aramburu-Rojas para pasarlo a cuarteles de invierno.

Mientras el peronismo era perseguido y se prohibió en todo el país el uso de sus símbolos. Perón pasó a ser “el tirano depuesto”.

Nace la resistencia peronista

Con unos compañeros volvíamos de hacer una función callejera de “El monigote de la pared” (todos miembros de la compañía de Roberto Aulés el primer autor de teatro para niños), y tomábamos algo en el bar Adam en la cuesta de la avenida Maipú, frente a Plaza San Martin.

Nos quedamos charlando hasta tarde y al salir había un soldado armado cada 20 metros. Era un 9 de junio.Rápidamente conseguí un colectivo 93 directo a casa. Esta vez mamá estaba en la puerta al borde del ataque.

La insurrección del general Valle fracasó. Llegaron así su fusilamiento y el asesinato a civiles supuestamente implicados, muchos de ellos trabajadores, en José León Suárez. Nuevamente la violencia para castigar a los militantes populares. Valle le dejó a su hija una carta de una dignidad ejemplar y conmovedora. La resistencia peronista comenzaba a gestarse con sangre.

La primera bomba

A principios del 57 ya trabajaba en la redacción de la revista Qué y en cuanto se conoció el acuerdo Perón-Frondizi, una bomba desencajó una de la puertas de Madero 420, donde estaban las oficinas de Qué, en el edificio del Luna Park. La violencia estaba cada vez más cerca.

Asumió Frondizi y al tiempo, comenzamos a manifestar por “Libre o laica”. La calle seguía siendo nuestra. A poco más de un año Cuba instalaba la Revolución en el poder y Castro, Guevara y Cienfuegos se convirtieron en veneradas leyendas que las juventudes argentinas recibimos alborozadas.

Pese a que Frondizi hizo todo tipo de concesiones -como anular las elecciones a gobernador de la Provincia de Buenos ganadas por el gran dirigente peronista Andrés Framini, nombrar ministro de Economía a Álvaro Alsogaray, aplicar el plan Conintes a los trabajadores ferroviarios-, la suerte estaba echada para su gobierno ante el accionar militar, aunque dicen que la entrevista con el Che fue lo que para la derecha resultó imperdonable.

Frondizi fue destituido por un golpe de estado cívico-militar en la mañana del 29 de marzo de 1962, fuerzas militares lo llevaron a la isla Martín García. Asumió Guido, pero el descontento fue creciendo. El peronismo seguía proscripto pero cada vez más convencido en reclamar y recuperar los derechos conseguidos.

En las próximas elecciones de 1963 asumió el candidato radical Humberto Illia, un médico de Cruz del Eje muy bien intencionado al que debemos el único interregno en que la balanza de pagos que favoreció al país: no tuvimos deuda externa.

Sin embargo, no le perdonaron ni su rectitud ni su falta de carisma, pero sobre todo el haberse metido con la industria farmacéutica internacional. Los medios se sumaron coyunturalmente a los reclamos sindicales y el gobierno cayó a favor de la “revolución argentina”. Así nació el “onganiato” es decir el gobierno ilegítimo encabezado por el general Juan Carlos Onganía.

La tortura como amenaza latente

Sin ningún cuidado y estoy convencida para sembrar el terror (la nueva herramienta contra las fuerzas populares encarnadas por sindicalistas incorruptibles y militantes del pueblo), comenzaron a conocerse cómo torturaban en los predios del 1° y 3° Cuerpo de Ejército. Es decir en Ciudad y provincia de Buenos Aires, y de Córdoba a Tucumán. Así definitivamente nos cambió la vida.

Otra vida construida por silencios, ediciones clandestinas, desconfianza y cuidados. Al mismo tiempo que cantidad de pequeñas gestas heroicas que fueron desde repartir panfletos a salvaguardar compañeros. Porque siempre estuvimos donde hacía falta.

Y un día, el 29 de mayo de 1969 llegó el Cordobazo, como para decir que no resistíamos más las injusticias, el hambre, la violencia y la represión. Y fueron las fuerzas populares encabezadas por sindicalistas como Agustín Tosco, Atilio López o René Salamanca,por un lado, y el “Barrio Clínicas”, habitado por universitarios, por el otro, que unidas comenzaron una de las mayores revueltas generada por militantes populares contra fuerzas militares organizadas.

Pero se estaban gestando otros movimientos y un año después se manifestaron con el secuestro de Pedro Eugenio Aramburu y entonces se inició una gran cacería de verdaderos o supuestos responsables. Así las cosas aparecieron otras fuerzas organizadas para reclamar justicia. Muchos de ellos apresados y torturados. Pero todavía a disposición del PEN en distintas cárceles del país.

La Masacre de Trelew

Era el gobierno de Lanusse, cientos de guerrilleros y militantes habían sido encarcelados. En el Penal de Rawson, en Chubut, estaban detenidos miembros de las organizaciones armadas Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, que se pusieron de acuerdo para organizar conjuntamente una fuga.

Se suponía que los espearía un avión en el aeropuerto de Trelew para llevarlos a Chile y pedir asilo. Por un error estratégico el vuelo despegó sin que hubieran llegado todos y los que quedaron no tuvieron más remedio que rendirse, aunque con garantías.

La Armada se encargó de trasladarlos a la base Almirante Zar donde -salvo tres que sobrevivieron- fueron masacrados 16 jóvenes peronistas y de izquierda. Fue el 22 de agosto de 1972. Con lo cual, la difundida leyenda, especialmente en la clase media, que sostenía que el Ejército es nazi pero en la Marina son todos caballeros, comenzó a desplomarse.

Los velamos en la sede del PJ de la avenida La Plata pero tampoco fueron capaces de respetar nuestro tremendo dolor y ante tanta militancia junta reunida respondieron con tanquetas.Igual resistimos y seguimos adelante…

El regreso del Líder

El general Lanusse solía retar a Juan Domingo Perón a regresar. Inesperadamente el General recogió el guante y el 17 de noviembre de 1972, el avión que lo traía acompañado de artistas, intelectuales, sindicalistas y dirigentes políticos, aterrizó en Ezeiza. En medio de la lluvia que no impidió que miles de militantes se acercaran incluso saltando sobre el cerco de fuerzas militares con que habían rodeado el aeropuerto.

Hubo momentos en que se temió por la vida de Perón. Los periodistas estábamos empapados pero alertas. Esperábamos en el aeropuerto desde las 8 de la mañana, siempre bajo la lluvia. Finalmente, a la medianoche llegó el alivio cuando nos avisaron que habían aceptado el traslado a la casa de Gaspar Campos, en el partido de Vicente López. Lo aseguro porque estuve allí.

Lanusse no accedió a la candidatura de Perón y entonces el General designó a Héctor Cámpora para que liderara la fórmula presidencial. El 25 de mayo de 1973 fue su asunción. Esa misma noche, imborrable, fuimos a Devoto a recuperar a nuestros presos y no nos movimos hasta que los liberaron. Fue muy emocionante. Estábamos otra vez en la calle, la habíamos ganado nuevamente

El 20 de junio volvió definitivamente Perón al país, pero todo fue muy diferente. Miles de jóvenes que se habían mantenido en vigilia desde la tarde anterior frente a colegios, universidades y sindicatos, desde muy temprano avanzaron, felices, y colmaron la autopista Ricchieri.

Sorprendidos se enteraron de que el vuelo había sido desviado hacia otro aeropuerto por temor a un ataque y no aterrizaría en Ezeiza. Casi simultáneamente se desató una tremenda batalla entre fuerzas de ultraderecha acompañados por agentes de varias fuerzas represivas contra jóvenes militantes de la JP que habían llegado a recibir a su líder.

Nunca sabremos cuántos muertos hubo. En el palco que se había armado cerca de Puente 12 también se produjeron enfrentamientos entre quienes querían refugiarse en dicho palco y quienes se negaron a recibirlos en medio de la feroz balacera. Para la militancia fue un día tremendo que transformó la alegría en tragedia.

De acuerdo al compromiso asumido “Cámpora al gobierno Perón al poder”, el “Tio” renunció, hubo nuevas elecciones y el General resultó amplio vencedor con la fórmula Perón-Perón. Isabel era la vicepresidenta.

Pero la realidad no nos daba respiro. En septiembre de ese año se produce el golpe contra el gobierno socialista en Chile. Fue derrocado por las fuerzas armadas y por una derecha decidida a todo para terminar con al primer gobierno que defendía al pueblo.

Fue una tragedia que nos conmovió porque además Salvador Allende, a quien queríamos tanto, decidió suicidarse en su despacho. Comenzó así lo que creíamos seria la dictadura más cruenta de la historia latinoamericana. No sabíamos lo que nos esperaba.

Con gran cuota de candidez salíamos a la calle cantando “yo tengo fe / que Chile va a ganar”, pero no fue así. El Estadio Nacional de Santiago se convirtió en el símbolo del horror. Y no sólo se metieron con los políticos; también con los artistas. ¡Y hasta le cortaron las manos a Víctor Jara antes de asesinarlo!

Dejando un espacio en el peor momento de nuestra Patria y nuestra América, Juan Domingo Perón muere el 1° de julio de 1974, cuando ya la Triple A había comenzado no sólo a amenazar a sindicalistas, actores, intelectuales, científicos, pensadores y políticos, sino que también sentenció y ejecutó a varios de los amenazados. Asume entonces Isabel y la economía se desbarranca totalmente con la llegada del “Rodrigazo”.

Y el golpe más anunciado de la historia se consumó. Isabel dejó el poder con seis mil millones de dólares de deuda. Los que preparaban el terreno para el derrocamiento decían que nos iban a secuestrar los aviones de Aerolíneas, que desapareceríamos del mundo, que era un escándalo. Un cuento fácil de reconocer, ¿no?

La gran tragedia

De todas maneras, seguíamos tomando la calle, expresándonos. Finalmente, el 24 de marzo de 1976 se iniciaría la noche más larga de nuestra historia.

La dictadura cívico militar eclesiástica que nos dejó 30.000 desaparecidos, cientos de compañeros muertos y torturados, más de 400 bebés apropiados, una deuda externa descomunal en dólares ya que la cuadruplicaron, miles de trabajadores en la calle y el hambre instalado como normalidad y sin ninguna vergüenza para un país que produce alimentos. Absoluta obra de José Alfredo Martínez de Hoz.

Sin avisar, porque no avisan, nos había llegado el Plan Cóndor con excepcionales maestros que entrenaron a las fuerzas militares en las torturas de última generación empleadas en Argelia por los franceses y en Vietnam por los estadounidenses. Y fue así como día a día las noticias fueron más aterradoras. Y comenzaron a desaparecer amigos queridos, compañeros, mientras otros partían al exilio.

Pero desde cualquier trinchera seguíamos resistiendo.

Luego llegó la fallida invasión a Malvinas decidida pensando que Estados Unidos estaría de nuestro lado. Ideada por generales y coroneles que nunca fueron a la guerra y que hubieran sacado un 0 en geopolítica, que tanto en las trincheras como en el hundimiento del crucero General Belgrano nos agregaron a las listas más muertos inocentes. Y también torturados en las islas. Pero gracias a esa nueva tragedia pudimos recuperar la democracia.

El valor de poder elegir nuestro destino

En 1983 asumió Raúl Alfonsín y debemos agradecerle la decisión de iniciar los juicios a las juntas genocidas. Pero la situación económica con una hiperinflación catastrófica no le permitió terminar su mandato y así llegó Carlos Menem. Con toda su simpatía, que encubría un proyecto neoliberal que privatizó las empresas estatales y volvió a endeudar al país y a todos los habitantes de la Patria con el 1 a 1 y las tarjetas de crédito, todo obra de Domingo Cavallo. Tampoco hubo suerte con la Alianza que terminó flexibilizando más y sumó muertos en la Plaza de Mayo.

Y vinieron los Kirchner

 Pero por fin desde el sur nos llegó la salvación. Néstor Kirchner cambió todo y tomó dos grandes decisiones que la política manejara la economía y la recuperación de los jóvenes a la militancia política. Y decidió con grandes quitas pagar las deudas para recuperar soberanía y sin tomar ninguna. Política que también hizo Cristina, como lo recordó el 24 de marzo pasado.

Y reivindicaron a las Madres y a las Abuelas. Y ganamos la calle. Y se profundizaron los juicios a los genocidas y se recuperaron derechos. Se volvió a confirmar que marchábamos a conseguir una Patria libre, justa y soberana. Se descolgaron cuadros.

Nora Lafon

Pero como Néstor era un animal político, no resistió que un joven militante fuera asesinado durante su mandato. Él, que era tan fuerte que le dijo en la cara a Bush no al ALCA, se quebró con la noticia que, estoy segura, le provocó la muerte.

Y fue despedido por miles de jóvenes. Y Cristina se quedó sola sin su compañero pero siguió adelante cosechando mucho amor y un odio visceral solo comparable al que le tenían a Evita. No le perdonaron nunca ni le van a perdonar su inteligencia y su capacidad política y geopolítica.

 Por eso la han perseguido, le inventaron causas. Pero sigue allí a punto tal de generar la estrategia que nos permitió recuperar el gobierno después de los peores cuatro años que recuerdo. Sin duda nada iguala en democracia a la pandemia Macri.

 Pero gracias a Cristina lo tenemos a Alberto Fernández en el Gobierno y a ella en el Senado. Y como tenemos tanta capacidad de lucha nos llegó la pandemia por suerte con esta calidad de políticos. ¿Se dieron cuenta que todavía no quedo nadie en nuestra Patria que no fuera asistido si se contagió el Covid 19?

Si fuimos capaces de resistir todo lo que acabo de relatar con tanta fortaleza, les digo a los jóvenes que no se preocupen por cómo los ataquen o los califiquen.

Ustedes tienen la suerte de militar sin miedo que es una carga más pesada que la pandemia. No tienen necesidad de aprender a correr los 100 metros llanos para escapar al “Neptuno”, no hay Falcons verdes en sus vidas, nunca tendrán aterrorizados en tiempos de dictadura acompañar a una cárcel a una compañero para que pueda hacer la cola de la visita mientras uno le hace la de los remedios o la comida. Porque hasta con eso jugaban con los presos a disposición del PEN si no les armaban un conato ficticio de fuga para fusilarlos.

 Repito, cuando alguien los trate de grasa militante, les doy un saludable consejo: no se ofendan, ríanse mucho, porque ellos son incapaces de militar otra cosa que no sea la mentira y el odio. Nosotros militamos el amor y la vida. Nunca podrán igualarnos y no saben lo que se pierden.

Últimas Notas

Fernando Muro, secretario de Desarrollo Productivo e Innovación de MGP

Juan Manuel

Shitstem: “Rapeo. Pero no sé si soy rapera”

Aldana

Maradona: 60 frases en 60 años

redaccion