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noviembre 20, 2024
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Especiales

Esperando la vacunada

Por Pipo Fontán

La democracia marplatense evoluciona cada año. Sin ir más lejos, cansados de políticos locales que no podían resolver los problemas, en las últimas elecciones decidimos importar un equipo de San Isidro para que se hiciera cargo del poder ejecutivo. Y vinieron súper preparados. Enseguida se ubicaron en la ciudad. Como si hubiesen vivido toda la vida acá. 

Obviamente, hasta que se animaron a salir un poco más lejos de Güemes, tuvieron sus contratiempos. Dicen, por ejemplo, que no la pasaron del todo bien los que fueron al barrio La Herradura pensando encontrar un campo de polo. ¡Una pena ver cómo volvieron esas chombitas de La Martina! Nobleza obliga, al toque entendieron que el CEMA no era un club de rugby (no daba la sigla). Y en los próximos meses ya van a estar terminando de entender qué es.

Incluso para integrarse del todo a la ciudad, decidieron cometer muchos de los mismos errores de las gestiones pasadas. Según recomienda un asesor ecuatoriano, hasta que la gente no te dedica una buen rosario de puteadas por los “problemas clásicos”, el vínculo con la sociedad no termina de forjarse. Y hay que felicitarlos porque eso lo consiguieron con creces.

Otro gran logro fue trasladar el despacho del intendente al COM. Un espacio lleno de pantallitas que la gestión anterior habría descuidado un poco al llegar a la conclusión de que “la acción está en la calle y no en la tele”. También habría influido en ese abandono la concienzuda búsqueda de austeridad y un brillante razonamiento sobre el gasto innecesario de “tener tantos canales cuando siempre terminás mirando el 8 y el 10”

Por suerte, ya tenemos funcionando ese “Truman Show” a pleno (Googléalo millenial!) Un entretenimiento hermoso que permite ver como un tipo borroneado chorea, escapa y desaparece del universo apenas sale de cuadro. O ver algo que parece una pareja fantasma haciendo algo que parece libidinoso en algún lado que parece una plaza. Para los que controlan el delito es como tener Netflix… en la radio.

Es justo reconocer que una democracia no evoluciona sin una buena oposición. Y acá tenemos un verdadero “dream team” opositor. Un grupo de inclaudicables trabajadores que se esfuerzan para encontrar al próximo “capitán del barco” (alguien debería decirles que por ahora se llama “Titanic” y que ellos lucen como la tripulación del “Olitas”).

Cualquier mal pensado podría sospechar de algún peligro de traición partidaria dentro de esas sutiles diferencias de criterio que hay en el “Rejunte de Todos”. Pero todos sabemos que si hay algo que prima en estas amplias alianzas electorales es la lealtad. 

De todos modos, se comenta que un desconfiado grupo de alumnos de la facultad de ingeniería desarrolló el prototipo del “Garcómetro”. Un ingenioso aparatito que mide niveles de fidelidad política y alerta sobre posibles incumplimientos de acuerdos. Cuentan por los pasillos de la municipalidad que en el último debate sobre el pliego de transporte hubo que sacarle la batería para que deje de sonar. 

Lamentablemente, la pandemia ha puesto en evidencia que a nuestra política todavía le faltan un par de escaloncitos de evolución para poder dar una respuesta mejor que “no sé”. Algo que no sería tan precupante si no fuésemos una sociedad con un nivel de comprensión y respeto por las normas de cuidado casi tan alto como el de los toros que sueltan en San Fermín

Es cierto que la gente no suele andar por la calle con cintas métricas. Y no es fácil notar la diferencia entre un metro noventa y dos metros diez. Pero hoy hablamos hasta con desconocidos a menos de 2 centímetros… ¡hay prácticas sexuales que requieren más distancia!

Otro tema son las postales urbanas que tenemos a partir del uso de ese artefacto de tan complejo mecanismo llamado barbijo. Como ayuda, un par de consejos: para que vaya debajo del mentón, conviene una bufanda. Tampoco es una buena idea ponérselo en la frente. Vendría a ser como usar un DIU en el ombligo: está cerca, pero no va a servir de mucho.

Siguiendo la premisa: “Podremos contagiarnos pero no aburrirnos”, hay varios marplatenses súper lúcidos haciendo unas fiestitas divinas. En casas, en boliches, en ascensores. ¿Qué podría complicarse con 400 personas ebrias en 3 metros cuadrados? 

Se trata de encuentros clandestinos y secretos de muy difícil acceso. Sólo se enteran aquellos que tienen alguna red social o un DNI terminado en número par o impar. Todo un desafío de inteligencia para las autoridades que tienen que desarticularlos.

Seguimos esperanzados y aguardando que todo mejore en Mar del City. Con salud menos politizada, con políticas más saludables, con menos contagios de ineficiencia. 

Y mientras de este lado del mundo nos vamos convirtiendo en someliers de vacunas, científicos de la Universidad de Massachusetts acaban de difundir un descubrimiento fundamental: Está comprobado que el Covid se propaga más si no usamos el barbijo. Y que nos hace peor… si no usamos el cerebro. 

Compartámoslo.

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