Por Max Czajkowski
En Latinoamérica desde la creación del cine hasta nuestros tiempos, se consumió, en su mayoría, películas animadas oriundas de tierras anglosajonas; puntualmente de la compañía del ratón más famoso, Disney. Pero a mediados de la década de los 80, en Japón, surgió un estudio de animación que hizo temblar el reinado de Walt y expandió la cultura nipona por todo el mundo.
El cine de animación japonés conforma la segunda industria cinematográfica que más dinero mueve en el planeta, sólo detrás de la estadounidense. El Studio Ghibli y en especial el maestro Hayao Miyazaki, son responsables de la expansión cultural nipona conocida como “Cool Japan”. A través de sus obras filmográficas, muchos países conocieron y apreciaron la belleza visual y narrativa de los japoneses. Así que no está mal decir que Miyazaki es una de las personas más importantes de la cultura asiática contemporánea.
¿Quién es Hayao Miyazaki? Es un animador, director, productor, guionista, autor y artista de manga que nació en Tokio en 1941. Su infancia estuvo marcada por las secuelas de la guerra. Desde muy joven sintió fascinación por la aviación. Su otra gran pasión es el dibujo y en 1963, con 22 años, entró a trabajar en Toei Animation (estudio de cine de animación japonés). Allí colaboró en series que se hicieron famosas en todo el mundo como Heidi, Marco, etc. En 1985, junto con su amigo Isao Takahata, fundó los estudios “Ghibli”, bautizados así en honor a unos aviones italianos que se usaron en el desierto del Sahara durante la Segunda Guerra Mundial.
En sus películas de animación, Miyasaki mantuvo el estilo visual implementado en Toei, pero su innovación es desde el punto de vista narrativo. Su filmografía aborda el pacifismo y la ecología. Combina personajes reales con seres fantásticos, animales que hablan y mitología o leyendas niponas. En total tiene 20 producciones realizadas, siendo “El recuerdo de Marnie” del 2014 su último filme.
Como esta columna es de recomendaciones, haré foco en dos películas que tienen 13 años de diferencia entre sí y son las más significativas en cuanto a impacto cultural y económico: “Mi vecino Totoro” (1988) y “El viaje de Chihiro” (2001).
Mi vecino Totoro
Ambientada en los años 50, una familia japonesa se traslada al campo. Las dos hijas, Satsuki y Mei, forjan una amistad con Totoro, un espíritu del bosque. El padre es un profesor universitario que estimula la imaginación de sus hijas relatándoles fábulas e historias mágicas sobre duendes, fantasmas y espíritus protectores de los hogares, mientras la madre se encuentra enferma en el hospital.
¿Qué es un Totoro? La palabra Totoro se trata de una modificación de troll. En japonés se pronunciaría “To-ro-ru” y es Mei quien lo llama así al principio de la película. Es decir, Totoro es un troll. En esta obra, Miyazaki expone su faceta más personal e intimista. Pese a tratarse de una película infantil, representa una alabanza al mundo rural. Baja un mensaje de amor y respeto por la naturaleza a través del retrato costumbrista de la vida en el campo. Una vida inundada por el folclore, la religión y las supersticiones presentados a través de diversos elementos culturales. En su estreno, no tuvo la repercusión que se esperaba. Sin embargo, dos años después, con el lanzamiento del merchandising, el filme tomó mucho impulso con su reestreno. Está catalogada entre las 50 mejores películas animadas de todos los tiempos.
El viaje de Chihiro
Narra las aventuras de una niña de 10 años llamada Chihiro Ogino. Ella viaja en auto con su familia y después de atravesar un túnel, llegan a un pueblo que parece abandonado. Los padres se quedan a comer en un restaurante y la joven se va a investigar. Cuando vuelve, encuentra que sus padres han sido convertidos en cerdos. Es ahí que Chihiro descubre un mundo fantástico, en el que no hay lugar para los seres humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase.
Esta película abarca muchos temas, desde una fuerte crítica social hasta intentar recuperar aspectos de la cultura japonesa perdidos con el tiempo. Para Japón, el anime es el vehículo ideal para expresar los cambios continuos que vive el mundo industrializado contemporáneo. Con sus rápidas alteraciones de ritmo narrativo, muestra el constante vaivén de la sociedad actual. Una sociedad que sufre un problema de identidad y es justo este problema uno de los temas principales de la obra de Miyasaki.
En 2002 “El viaje de Chihiro” logró la hazaña de hacerse con el Oscar a la Mejor Película de Animación en el segundo año de existencia de la categoría. Les ganó a filmes con éxitos de taquilla como La Era de Hielo, Lilo & Stitch, Spirit, el corcel indomable, y El planeta del tesoro. Es la primera y única producción japonesa en obtener dicho galardón.
Mirá ambas películas animadas en Netflix.