La bióloga Paulina Martinetto forma parte de un equipo de trabajo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que a fines de febrero publicó un reporte. En diálogo con Bacap, la investigadora habla sobre la importancia de implementar medidas de adaptación y mitigación.
Por Agustín Casa
El cambio climático representa una amenaza para el bienestar de la humanidad y para la naturaleza y es necesario tomar medidas de manera urgente, según el reporte del equipo de trabajo II del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el 28 de febrero de este año. El documento, que forma parte del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, está dedicado a impactos, adaptación y vulnerabilidad.
El trabajo destaca que los impactos del cambio climático son mayores en las comunidades y los ecosistemas con menor capacidad de respuesta. A su vez, afirma que entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Además, resalta que en muchos casos los fenómenos extremos se producen de manera simultánea y eso dificulta aún más controlarlos. La particularidad de este informe respecto a reportes anteriores es que muestra la interconexión entre el clima, la naturaleza y la sociedad.
“La pérdida de los ecosistemas constituye una pérdida de la manera que tenemos para hacer frente al cambio climático, y también para tener los bienes y servicios que obtenemos de la naturaleza, para tener salud, agua potable, alimento, y un lugar donde vivir”, señala a Bacap Paulina Martinetto, doctora en Biología, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), del CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata, y una de las profesionales argentinas que forma parte del grupo de trabajo II del IPCC.
En la actualidad, se estima que el aumento de la temperatura es de 1,09 °C en relación a los valores preindustriales (1850-1900). En este sentido, el informe sostiene que en el corto plazo –de aquí a 2040– se alcanzaría un calentamiento de 1,5 °C por encima de los valores preindustriales, lo que generaría aumentos inevitables de diversos peligros climáticos, con riesgos múltiples para los ecosistemas y las comunidades.
“Este informe muestra la inacción. Se esperaba no llegar a 1 °C. La mitigación no fue suficiente. Ahora, tenemos que adaptarnos, porque tenemos un aumento de temperatura. Para el 2040, vamos a llegar a 1,5 °C”, indica Martinetto.
El reciente reporte contó con la participación de 270 autores de 67 países, entre profesionales de las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias económicas. Además de Paulina Martinetto, representaron al país en este grupo de trabajo Matilde Rusticucci (investigadora de la UBA y el CONICET) y Pablo Peri (investigador del INTA), ambos como autores principales del capítulo 12, dedicado a América Central y América del Sur. Por su parte, Martinetto es autora principal del capítulo 3, que trata sobre Océanos, áreas costeras y sus servicios.
Adaptación al cambio climático
La investigadora marplatense, que estudia el secuestro y el almacenamiento de dióxido de carbono en las áreas de marismas de la costa bonaerense, subraya que “las medidas de mitigación son necesarias, y tenemos que tomar medidas de reducción de los gases de efecto invernadero para mitigar los efectos, pero también hay que tomar medidas de adaptación porque la temperatura ya aumentó, ya tenemos consecuencias, y tenemos que adaptarnos a vivir con este aumento de la temperatura”.
En esta línea, el reporte marca la necesidad de que se tomen medidas de adaptación de manera urgente, en paralelo a medidas de mitigación –como la reducción en la emisión de gases de efecto invernadero–. A la vez, indica que la financiación, la transparencia de tecnologías, el compromiso político y las asociaciones favorecen una adaptación más eficaz al cambio climático.
“La adaptación tiene que ver con tratar de restaurar esos ecosistemas que nos sirven para lidiar contra el cambio climático, y que nos sirven para asegurar un acceso al agua potable y a los alimentos”, cuenta Martinetto.
Al mismo tiempo, la bióloga marplatense detalla: “Las medidas de adaptación son las que tenemos para aliviar los efectos actuales y los que vamos a tener en el futuro. Las medidas que tomemos hoy nos van a servir para adaptarnos a los efectos futuros. Las medidas de adaptación tienen que ver con las desigualdades sociales, porque obviamente los grupos sociales que están más en riesgo son los grupos más vulnerables, los que viven en lugares donde falta agua, la seguridad alimentaria no está asegurada, y también son estos lugares donde el cambio climático ha impactado de manera mayor”.
El informe remarca la importancia de la conservación efectiva y equitativa de entre el 30 % y el 50 % de los ecosistemas para poder mantener la resiliencia de la biodiversidad y contar con los beneficios de los servicios ecosistémicos que proveen.
En la búsqueda de fortalecer los ecosistemas resilientes, se piensan en estrategias como la adaptación basada en ecosistemas, vinculada a la conservación, la restauración y el manejo sostenible de los ecosistemas.
“Están basados en tres ejes principalmente, que son conservar, recomponer y hacer un manejo sostenible. Se buscan ecosistemas que provean un montón de servicios o que provean mayormente servicios relacionados al cambio climático, pero que tengan adicionalmente la particularidad de poder asegurar agua potable, alimentos y otros servicios”, describe Martinetto.
En paralelo, el reciente informe del IPCC reconoce que el cambio climático representa una problemática de escala mundial y un desafío en todo el mundo que requiere soluciones a escala local.
“Muchas veces las medidas que se toman porque tuvieron éxito en algún lado pueden no tener éxito en otro, simplemente porque la sociedad es distinta y porque no es permeable a esos cambios o a esas políticas climáticas. Entonces, a nivel local, hay que integrar a la sociedad en la discusión, integrar a todos los grupos, para desarrollar e implementar estrategias que sean efectivas, que las personas puedan aceptarlas, porque sino lleva demasiado tiempo implementarlas”, comenta la bióloga.
Respecto al capítulo sobre Océanos, áreas costeras y sus servicios, la investigadora dice que “las ciudades costeras tienen añadido como impacto el aumento del nivel del mar” y que “muchas de las comunidades costeras dependen de las pesquerías y del turismo”.
“En muchos casos, todos los impactos asociados, como la acidificación o los aumentos en la frecuencia y en la duración de las olas de calor marinas, afecta a los ecosistemas y tiene un efecto en las pesquerías locales y en sitios donde hay arrecifes de coral, con el blanqueamiento de corales. No solamente se pierden ecosistemas como los arrecifes, los manglares, y las marismas, y se pierde la protección costera contra el aumento del nivel del mar, sino que se pierden esos atractivos turísticos que son la base económica de estos lugares”, explica.
Martinetto y su equipo del IIMyC evalúan el aporte de las marismas de la costa bonaerense en el secuestro y el almacenamiento de carbono. En esa línea, también trabajan con empresas del sector pesquero en la planificación para reducir sus huellas de carbono y la compensación a través de la conservación de pastizales y marismas del territorio bonaerense.
Al mismo tiempo, desde el IIMyC se llevan adelante trabajos de investigación sobre la respuesta de los ecosistemas al cambio climático, por ejemplo, en casos de sequías y de aumento del nivel del mar, entre otros.