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abril 20, 2024
Islas Malvinas Argentina
Interés General Lo de Acá

Los vaivenes de la política exterior argentina

Por Melisa Centurión

A 40 años de la Guerra de Malvinas, realizar un análisis geopolítico que contextualice la disputa por las Islas Malvinas y el Atlántico Sur resulta más que necesario. Para comprender nuestra posición, nuestra política exterior a lo largo de los años y la necesidad de mantener una política de estado, que si bien ha existido, no siempre ha tenido la misma intensidad. Argentina reclama soberanía sobre las Islas Malvinas desde el momento de su independencia, y la posterior ocupación ilegal en 1833 por parte del gobierno británico, y este reclamo no ha cesado hasta la actualidad.

Con la creación de la ONU, la Cuestión Malvinas –como pasó a denominarse- fue incluida en los territorios pendientes de descolonización, ya que el objetivo británico era que se incluyera el caso en el concepto de libre autodeterminación de los pueblos, permitiendo a los habitantes de las islas decidir acerca de su futuro. Sin embargo, el trabajo diplomático argentino en la ONU logró en 1965 la aprobación en la Asamblea General de la Resolución 2065, que reconoce una situación colonial y una disputa por la soberanía entre dos Estados, por lo cual insta a resolverlo a través de la negociación bilateral. Pero fundamentalmente, no reconoce la existencia de un pueblo titular del derecho a la libre determinación, sino que llama a “tener en cuenta sus intereses, pero no sus deseos” Una diferencia semántica, pero que en términos de derecho internacional implica que los habitantes de las islas no son un pueblo con derecho a determinarse libremente, aunque se puedan tener en cuenta sus intereses.

Islas Malvinas
¿Sabés la tristeza que se siente cuando buscás a tu hijo y no lo encontrás? Son palabras pronunciadas por mujeres de Malvinas –madres, hermanas, novias-. Foto: Télam.

La Guerra de Malvinas, que hoy conmemoramos en el nombre de sus veteranos y caídos, no modificó la situación en términos de derecho internacional, ya que la toma de posesión de las islas por parte del gobierno argentino puede ser interpretada como legítima en el marco de la disputa por la soberanía y la situación colonial del territorio.

Los vaivenes de la política exterior después del conflicto

La derrota en la guerra y el posterior acercamiento político a Estados Unidos y sus aliados por parte del gobierno de Carlos Menem inició un proceso de desmalvinización de la sociedad, pero también una menor insistencia en términos de política exterior respecto del reclamo soberano. Recordamos de aquella época el envío del Canciller Di Tella de regalos a los isleños cada fin de año, especialmente los 600 libros del osito Winnie the Pooh. La diplomacia argentina continuó con sus reclamos ante organismos internacionales, pero la política exterior del gobierno menemista apuntó a vínculos más cercanos con Estados Unidos –las “relaciones carnales”- y por ende también con Gran Bretaña. 

Con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia en el 2003 comienza un periodo de remalvinización. Socialmente, reconociendo el rol que cumplieron los ex combatientes y veteranos de Malvinas, y también desde la política exterior. Durante su gobierno y los de Cristina Fernández de Kirchner, Argentina buscó -y logró- el acompañamiento de los organismos regionales en el reclamo soberano sobre las Islas Malvinas. Lo hizo el Mercosur, la UNASUR, la CELAC e incluso la OEA. Necesario, aunque no suficiente para la resolución del conflicto. El gobierno británico se negó sistemáticamente a abrir una mesa de negociación,  a pesar de las resoluciones de organismos internacionales que lo promovían.

El gobierno de Mauricio Macri marcará un nuevo cambio de rumbo, cooperando con los británicos y permitiendo -por omisión- decisiones unilaterales respecto de la militarización y explotación de recursos del Atlántico Sur.

Militarización del Atlántico Sur, hidrocarburos y Antártida

La soberanía sobre las Islas Malvinas está lejos de ser solo una cuestión identitaria o nacionalista. Los intereses en las Malvinas, Georgias y Sandwich del sur, como así también en el territorio marítimo circundante, incluyen la militarización del atlántico sur, la proyección antártica y los recursos hidrocarburíferos y pesqueros.

¿Por qué sino sería tan importante este territorio considerado de ultramar para Gran Bretaña? Hoy las Malvinas alojan bases militares que conforman un entramado de la OTAN para el control marítimo del mundo, y especialmente del atlántico sur. A pesar de los reclamos argentinos por la desmilitarización, Gran Bretaña sigue avanzando incluso con armamento nuclear, afirmando que sus fuerzas son defensivas. ¿En defensa de qué? ¿De un territorio que han ocupado ilegalmente y que permanece en el Comité de Descolonización de la ONU?  Como siempre, las responsabilidades en el derecho internacional y en el respeto de la soberanía solo se aplican a los países que no son aliados de la potencia de turno.

Con la explotación de hidrocarburos la política británica ha sido también unilateral, aunque la posición argentina durante el gobierno de Mauricio Macri puede decirse que fue colaboracionista. A pesar de haberse establecido previamente que las empresas que operaran en el espacio marítimo de las Islas Malvinas no podrían hacerlo contratadas por el gobierno argentino, un ejemplo cercano a los marplatenses muestra lo contrario. Equinor, la empresa que adjudicó la licitación para la exploración de petróleo off shore en la Costa Atlántica, operó en esta misma actividad en el mar circundante a las Islas Malvinas. Los recursos pesqueros circundantes a Malvinas son el recurso que más ha sido explotado hasta el momento, constituyendo los permisos de pesca y los ingresos por esta actividad la principal fuente de divisas para los isleños, cuyo PBI per cápita supera por mucho el de los habitantes de Gran Bretaña.

Islas Malvinas
En la última década, los bienes exportados por las Malvinas crecieron de manera constante en promedio un 8% interanual.

Finalmente y no menos importante, la proyección antártica es un elemento central de la importancia de Malvinas, pero también de las Islas Georgias y Sandwich del Sur. Reclamos soberanos también argentinos sobre las islas han sido desoídos por el gobierno británico. Si bien se trata de islas que en sí mismas no cuentan con recursos y no tienen población, resultan centrales en la disputa por la soberanía del territorio antártico. El Tratado Antártico establece una reserva de derechos –que en algún momento- podría convertirse en derecho soberano. En eso consiste el triángulo que nos muestran los mapas, pero dicho territorio coincide en parte con el que reclama Gran Bretaña como propio, tomando a las islas del atlántico sur como base para su proyección sobre el continente.  

El dominio de los mares y del Atlántico Sur está en la agenda de la disputa por la hegemonía global, mientras Argentina ha mostrado a lo largo de estos 40 años vaivenes en su política exterior, decisiones erráticas respecto del vínculo con el gobierno británico, la explotación de los recursos o el reclamo por la desmilitarización.

El gobierno de Alberto Fernández ha puesto nuevamente el reclamo por Malvinas en el centro de la agenda de política exterior, lanzó la Agenda Malvinas 40 años e insistió con la búsqueda de apoyos en los organismos internacionales. En una entrevista realizada esta misma semana a la BBC – la primera de un presidente argentino a una cadena británica- afirmó que “Yo creo que la razón vence y nosotros tenemos la razón. En algún momento la razón va a predominar. No tenemos ni la fuerza, no tenemos los transatlánticos, no tenemos la artillería, no tenemos los aviones, no tenemos las armas nucleares que el Reino Unido trajo en aquel entonces a circular por el Atlántico Sur. Pero lo que tenemos es la razón”. Pues a la razón habrá que ayudarla con una política exterior sólida, con una política de estado a la altura para que ¡Las Malvinas son argentinas! Finalmente sea una realidad.

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