Por Martina Migliorisi
¡Hola! ¿Cómo estás? La frecuencia de este news hace que cada vez que nos reencontramos, la realidad del país parezca una totalmente distinta a la anterior. Para archivar y rever dentro de dos semanas: La conformación de las comisiones en Diputados, a fin de tratar la Ley Ómnibus que propone el Ejecutivo, despertó tensiones y generó enfrentamientos explícitos entre las autoridades legislativas; la respuesta cultural sigue expandiéndose: La Mesa de la Industria y de la Actividad Musical, encabezados por Charly García, publicó un comunicado que repudia tanto al mencionado proyecto de ley como al mega DNU anunciado con pocos días de antelación.
La inauguración de la temporada en la Costa Atlántica ya es un hecho.
Como no podía ser de otra manera, Mar del Plata cuenta con una amplia variedad de propuestas para disfrutar el verano, cuya finalidad oscila entre crear recuerdos perdurables y forzar una distracción ante el actual aluvión de malas noticias. Con el atractivo extra de la gratuidad -y mientras el peso de la Ley Ómnibus nos permita seguir utilizando este término- aquellas víctimas de una aparente ceguera que ya afecta a más de medio país, podrán ver con alegría los múltiples agujeros que a diario se reproducen en sus bolsillos.
Por si fuera necesaria la aclaración, los puentes entre la política y la música serán, como en la realidad, un tema constante en este news. Y es que si bien ya hemos reflexionado sobre algunos de sus aspectos, siempre hay un espacio más a disputar.
Primer acto
Esta semana, una noticia en particular ensució a algunas de las estrellas más consagradas de Hollywood. Si hoy despertáramos en norteamérica, a mediados del caluroso julio de 2019, nos veríamos inmersos en una realidad donde el nombre de un magnate inunda la portada de cada diario, las conversaciones de cada grupo de amigos y amigas, y los blogs de toda la internet: Jeffrey Epstein. Desconocido para una parte del mundo, especialmente fuera de Estados Unidos, Jeffrey Epstein se insertó en el mundo de las celebridades como financista, donde rápidamente consiguió codearse con actores, músicos, políticos, integrantes de la realeza inglesa y hasta con el propio Papa.
Ahora bien, a pesar de no radicar en el norte ni de encontrarnos a medio año, el nombre de este empresario ha vuelto a imponerse en la agenda. Pero, ¿Por qué? La repentina fama mundial del magnate lo explica: En 2019, el hasta entonces “desconocido” millonario abandonó toda presunción de enigma cuando fue señalado por la Justicia estadounidense como delincuente sexual. A un mes de su detención y en circunstancias hasta hoy cuestionables, Jeffrey Epstein fue hallado sin vida en su celda.
Esta semana, la Justicia hizo de conocimiento público el archivo jurídico de la causa. Compuesto por más de 900 páginas, el documento evidencia el accionar de algunas estrellas de renombre, allegadas al financista que fuera acusado de explotación de mujeres jóvenes y adolescentes. Según la investigación, entre los clientes del empresario figuran el Principe Andrew, el astrofísico y profesor Stephen Hawking y el ilusionista David Copperfield.
Elige tu propio relato
La propagación consciente de desinformación ya se ha vuelto parte de lo cotidiano. Como era esperable, el caso Jeffrey Epstein no estuvo exento de ello. En primer lugar y aunque parezca frívolo, es importante remarcar algo de lo ya expresado en este news: La “lista” de nombres difundidos por la Justicia no es tal; es, en realidad, un documento que recopila diversos testimonios de las víctimas, a quienes se las conoce por primera vez por su nombre real tras casi cinco años de anonimato.
Además, la difusión de fake news estuvo a la orden del día: En cuestión de minutos, múltiples usuarios replicaron “capturas” del archivo oficial con modificaciones acopladas a su propia versión de los hechos.
Entre tanta confusión, el nombre de uno de los músicos más determinantes de la historia de la música volvió a dar que hablar.
A pesar de sus declaraciones en vida, que negaban cualquier vínculo íntimo o sexual con menores de edad, Michael Jackson ya no goza de su derecho a réplica. Por este motivo resulta contraproducente, más no sorpresivo, el ensañamiento en su contra. Pero hay un detalle: Ninguna de las víctimas de Jeffrey Epstein reconoce al rey del pop como su agresor, cliente o potencial consumidor. De hecho, así lo señala la declaración de una testigo:
- Conocí a Michael
- ¿En serio? ¿Dónde?
- En su casa, en Palm La casa de Jeffrey, en Palm Beach.
- ¿Le hiciste un “masaje”?
Por obvios motivos, y aunque esta investigación en particular no lo perjudica, el nombre del cantante ya está sucio. En 2019, diez años después de su muerte, el estreno del documental “Leaving Neverland” dinamitó lo poco que quedaba en pie cuando de su aceptación pública se tratara. Wade Robson y James Safechuck fueron sus verdugos. Los hoy treintañeros tenían 7 y 10 años cuando conocieron a su mayor ídolo… Y a su peor pesadilla.
Con la publicación de la causa Jeffrey Epstein, un detalle no menor trascendió con sumo carácter entre los fanáticos de Michael Jackson: Oprah Winfrey, símbolo de la televisión norteamericana, y animadora y productora de “Leaving Neverland”, es una de las estrellas que también figura en el documento.
¿Hay vida después de la posverdad?
La muerte de Michael Jackson vistió de luto al mundo de la música aquel 25 de junio de 2009. Polémico y contradictorio, como todo ídolo, dejaría huérfanos a aquellos fanáticos que se mantuvieron a su lado sin importar que el mundo entero les hiciera frente o los mirara con escozor.
“Kill your idols” no es solo una banda de hardcore punk; es una declaración de principios. Una posición política, un statement. “Matar al ídolo” no es una idea literal, claro está, pero sí implica un golpe de realidad muy duro y necesario para quienes nos reconocemos fanáticos/as de un artista. Y es que “matar al ídolo” es entenderlo como humano, esquivar todo endiosamiento y renunciar a toda beatificación. Es, también, una carga menos: No hay que explicar por qué se escucha a tal o cual artista, porque un play en Spotify es muy distinto a vestir saco y corbata defendiéndole en tribunales.
El ser humano es capaz de crear el más maravilloso arte y de ejecutar los más repugnantes crímenes sin titubear. Puede emocionar a multitudes enteras con sus canciones y hacernos creer que hay un mundo vibrante allá afuera, para más tarde someter a un puñado de personas a un calvario absoluto al bajar del escenario. A no confundirse: El monstruo no es la fama; la fama es quien los desenmascara.
Para irnos, quiero recomendarte tres gemas del mundo musical, sin nexo alguno y con ningún otro motivo más que el de compartir lo que se ama:
- Este documental de Brett Gaylor, estrenado en 2008 y con la mira puesta en el copyright y los límites que la regulación implica
- Este podcast del periodista Agustín Gennoni, que repasa la historia de la cumbia en nuestro país en cinco capítulos
- Este remix de “El Imán”, original de la cantautora Delfina Campos e intervenida por el productor y músico Santiago Martínez
En Bacap escribimos lo que escuchamos. Qué mejor que compartirlo con el mundo.
Chau, loco. Este news se va en fade.