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mayo 2, 2024
Música

SAUNTRACK | Futurología funk

Por Martina Migliorisi

Hola, ¿Cómo estás? Inauguramos otro mes en medio del espiral a la locura que es, por estos tiempos, nuestro precioso país. Para quienes contamos con la suerte de no maternar, las preocupaciones no han variado demasiado desde el comienzo de año. Para los demás, la reanudación del ciclo lectivo supone una serie de malabares entre las responsabilidades diarias, el escaso tiempo de ocio y las urgencias a atender de los más peques. A ustedes, mi aplauso y mi admiración absoluta.

Para sentirse menos solos e incomprendidos en un mundo lo bastante injusto y triste, tres actualizaciones al hilo: El músico y compositor de folklore Pablo Mema, considerado una pieza fundamental para la música regional de nuestro país, abandonó su forma humana para convertirse en leyenda. Al norte del continente, Brian Wilson, líder de Beach Boys, ve con preocupación su alterado cuadro de salud, detectado en 2006 como “trastorno neurocognitivo” y hoy adentrado en la demencia. Kurt Cobain hubiera cumplido 57 años.

Ahora bien, para sobreponerse a la angustia inflingida, unos sorbos de distracción: Wos estrenó “Melancolía”, su nuevo single, y confirmó el 21 de marzo como la fecha de lanzamiento de su próximo disco, “Descartable”. Además, el Festival de Viña sacó provecho de la actualidad y dio una clase de marketing gratis: cancelado el show de Peso Pluma, confirmó uno de Trueno en su lugar. Miley Cyrus presentó su sencillo “Doctor (work it out)” feat Pharrell. Eric Clapton publicó los precios de las entradas para su show en Argentina y la más barata sale 75 mil pesos. Jamiroquai confirmó su vuelta al estudio. 

Si el periodismo es servicio es porque es útil. Mientras la comunicación mainstream no es más que unos pocos rostros de saco y corbata defendiendo lo indefendible desde cómodos estudios de televisión, este news no pretenderá ser trinchera, pero sí intentará reivindicar la utilidad de su oficio. Por eso, hoy voy a contarte una historia de presagios apocalípticos pronunciados durante los noventa, sobre exquisitas líneas de bajo y atravesados por un groove irresistible.

Pesimismo y proyección

 En 1993, el mundo nos proponía una ilusión casi absoluta sobre el nuevo milenio. En el imaginario colectivo, aquel futuro habilitaba un sinfín de oportunidades mientras una curiosidad galopante se abría paso entre la multitud (¿Recordás la última vez que te sentiste así?).

El 14 de junio del mismo año, un conjunto de jóvenes ingleses irrumpía en la escena musical europea. Su sonido, funk de la vieja escuela, desataría un huracán de cuestionamientos contra ellos, especialmente por tratarse de un género de raíces negras con un frontman blanco. Sus letras, por su parte, evidenciaban un cansancio generacional, producto de una clase política que desatendía sus preocupaciones. Amén del escándalo que generó en buena parte de la sociedad -y, tal vez, también gracias a él- Jamiroquai consiguió desembarcar sin naufragar.

Con las anclas bien puestas, “Emergency on Planet Earth” (1993) comenzó a cautivar a aquellos amantes del groove que buscaban un conjunto más al que prestarle atención. Por entonces, sortear cualquier trampa racista disfrazada de debate moral no sería tarea fácil: mientras una parte del periodismo musical se deleitaba con la aparición de Jamiroquai en la escena, la otra buscaba la forma de desacreditarla. Y es que más allá de las incómodas lecturas sobre el color de piel de los ingleses, las comparaciones con Stevie Wonder, así como las acusaciones de plagio barato, no tardarían en llegar.

La discusión sonora y racial encontraría su fin recién en 1996, ante las cámaras de MTV y en la voz del frontman Jason “Jay” Kay: “Cuando empezamos, muchos dividían aguas entre blancos y negros. Las revistas se preguntaban por qué teníamos un contrato discográfico existiendo artistas de color más talentosos que nosotros, y si bien no existe la mala publicidad, esas mismas revistas jamás le hubieran otorgado un espacio a los artistas que decían defender”. 

 A pesar del sinsentido de la discusión, Jamiroquai contaba con letras que respaldaban su forma de ver el mundo. Y aún cuando la prensa más carroñera se esmerara por encontrarle un punto débil, el relato del conjunto era explícito, sólido y, a diferencia del inconsciente popular, bastante pesimista.

Debut, regreso y jackpot

“Emergency On Planet Earth” abre su tracklist con “When You Gonna Learn”, una trompada en la cara de cualquier negacionista del cambio climático. Esta carta de presentación es un statement contra los ataques nucleares, la experimentación con animales, la contaminación ambiental y la caza indiscriminada: “…no quedan peces en el mar/Los hombres codiciosos han matado toda vida que alguna vez hubo/Será mejor que actúes de acuerdo a la naturaleza/O ella te lo quitará todo”.

A continuación, otra bofetada a los poderosos: “Too Young To Die”. En poco más de seis minutos -y autocensurándose en cada estribillo-, Jay Kay exige a la clase política el cese al fuego en los conflictos armados y reclama por aquellos jóvenes forzados a morir por el honor de su país: “¿Pueden tranquilizar los políticos?/Porque acá estoy/Suponiendo que/Nadie quiere una guerra”.

 El nombre del álbum debut del conjunto inglés no es azaroso: la canción homónima, que inaugura la segunda parte del disco, es una catarsis donde Jamiroquai se queja del hambre, la desidia estatal y el trato desigual que hace la Justicia entre blancos y negros. Incluso redobla la apuesta al postular una pregunta existencial: “¿Es vida lo que estoy atestiguando… o es solo otro nacimiento desperdiciado?”.

Un año más tarde, las melodías de Jamiroquai se renovarían. Sus reclamos, por otra parte, no harían más que asentarse. Dos nuevas cartas se sumarían al ya complejo universo político de los ingleses: “Manifest Destiny” y “The Kids”. El primero, como lo indica su nombre, se planta contra el “destino manifiesto”, relato norteamericano que -romantización mediante- justifica la conquista de tierras sin importar los costos. El segundo, en cambio, es una reivindicación a los derechos de los niños y a la libertad con la que merecen crecer y vincularse.

En 1996, el disco más trascendental para la carrera de Jamiroquai vería la luz. Titulado “Travelling Without Moving”, el último eslabón de esta tríada llegó para catapultar la fama del conjunto a escala mundial. En la actualidad, TWM es el álbum de funk más vendido en la historia, y su single más conocido, como no podía ser de otra manera, es un intento desesperado por despertar a una sociedad anestesiada.

En vistas de lo que traería el nuevo milenio, los ingleses se despegaron del optimismo ferviente para advertir sobre los peligros de la “inútil y retorcida” tecnología: “…ahora cada madre puede elegir el color de su hijo, eso va contra la naturaleza”.

Dos máximas pueden extraerse de este news. La primera, en términos generales, es que un compromiso social y político no dinamita una carrera artística. En los tiempos que corren, y aunque parezca impensado, parece fundamental recordarlo. La segunda y última, en términos puntuales: “Virtual Insanity” predijo a los niños de un entonces futuro aterrador. Ese futuro llegó… hace rato.

Para irnos, quiero recomendarte tres gemas del mundo musical, sin nexo alguno y con ningún otro motivo más que el de compartir lo que se ama:

En Bacap escribimos lo que escuchamos. Qué mejor que compartirlo con el mundo.

Chau, loco. Este news se va en fade.

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