Mar del Plata 150 motivos

El cielo, como parte del paisaje marplatense

El cielo es parte del paisaje, como lo es la ondulante costa que habitamos, como las olas golpeando y esculpiendo las barrancas, como las viejas casas de piedra color arena, o las líneas aéreas dibujadas por los nuevos edificios. El cielo nocturno, con sus estrellas dibujando constelaciones completa la postal marplatense por encima del horizonte. En verano, alzar nuestros mentones al cielo y contemplar las estrellas hacia el este es ver un paisaje precioso, sobre el mar que aún a locales como visitantes, nos atrae a toda hora. O esperar que esas raras coincidencias de los movimientos planetarios nos regalen un eclipse, como el del 15 de febrero de 2018, sobre el espejo de agua de la Laguna de los Padres.

Por Sebastián Musso (*)

El cielo es parte del paisaje, como lo es la ondulante costa que habitamos, como las olas golpeando y esculpiendo las barrancas, como las viejas casas de piedra color arena, o las líneas aéreas dibujadas por los nuevos edificios. El cielo nocturno, con sus estrellas dibujando constelaciones completa la postal marplatense por encima del horizonte. En verano, alzar nuestros mentones al cielo y contemplar las estrellas hacia el este es ver un paisaje precioso, sobre el mar que aún a locales como visitantes, nos atrae a toda hora.

Alrededor de las 22.00 muy cerca del horizonte veremos a Regulus, una estrella roja de la constelación de Leo, el león del zodíaco. También llegamos a divisar a Canopus, Proción y Sirio, la mayor luminaria de la noche a excepción de la Luna y el planeta Venus. Sirio es unas cuarenta veces más brillante que el Sol y está “tan solo” a 8,7 años luz de distancia. Sí, casi 9 años viajando a 300.000 kilómetros por segundo para alcanzarla pero esa distancia es pequeña en un universo muy vasto.

Tres estrellas

Ya rotados hacia el norte, nos encontramos con una de las figuras más conocidas del cielo, Orión, el cazador. En el centro las Tres Marías, tres estrellas brillantes, azules, bastante juntas, a menos de un dedo de distancia entre ellas, en realidad tienen nombres árabes, se llaman Alnilán, Alnitak y Mintaka. Rodeándolas, en forma de rectángulo, como si de una caja de zapatos se tratara, otras cuatro estrellas completan las principales de esta constelación. 

Abajo, a la derecha, Betelgeuse[a][b], una gigante roja que si se encontrara en el lugar del Sol llegaría, casi, a la órbita de Júpiter habiendo devorado entre sus capas de gases calientes a Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. A su izquierda, Bellatrix y en los otros extremos Rigel y Saiph. En esta zona del cielo, en la constelación de Orión, encontramos muchas hermosas nebulosas, de brillantes colores a la mirada con telescopio o un par de binoculares.

A la izquierda [c][d]de Orión, tenemos a la constelación de Tauro, y en ella a la estrella Aldebarán, otra gigante roja, el ojo sangrante del toro. También encontramos dos grupos de estrellas, en forma de enjambre, son los llamados cúmulos de estrellas. Uno de ellos, las Pléyades, tiene cientos de estrellas pero sólo 6 o 7 se ven a simple vista y por ello, también se las conoce como las Siete Hermanas, o los Siete Cabritos.

Dependiendo la hora y la época del año aparecerán en el cielo ante nuestros ojos planetas, estrellas fugaces, y si tenemos suerte, algún cometa esporádico que podamos ver a simple vista, como nos ocurrió el verano de 2007 con el cometa McNaught cuya cola ocupó medio cielo y se disfrutó aún desde el centro super alumbrado de la ciudad.

Eclipses inolvidables

También la ciudad ha visto hermosos eclipses de Luna en sus 150 años (decenas) y algunos eclipses de Sol, la mayoría parciales, varios de ellos que recuerdo mirar con mi telescopio y sus filtros, en la Rambla, entre Los Lobos, en la década del 90, acompañado de cientos de vecinos.

Curiosamente nunca tuvimos la oportunidad de ver un eclipse total de Sol, los caprichosos movimientos planetarios impidieron que esa ansiada franja de 80 kilómetros donde se observan, cruzase nuestra ciudad en los últimos siglos. Lo más parecido fue un eclipse anular de Sol (es cuando la Luna no llega a ocultar todo el disco del Sol que aún deja ver un anillo alrededor del plato negro de nuestro satélite por delante) el 27 de noviembre de 1868, unos años antes de la Fundación de Mar del Plata.

Quizás habrá asombrado a las mil personas que vivían aquí por esos años, tal vez entre ellos a Patricio Peralta Ramos o a su hija Cecilia, que ese mismo año, en enero, se convertía en la primera bañista de la ciudad, con una malla comprada en Buenos Aires. Un apasionante espectáculo de la naturaleza en su máxima expresión, que volveremos a vivir marplatenses y turistas, el 06 de febrero de 2027 cuando otra vez, la Luna y el Sol dibujen un anillo en el cielo del mediodía veraniego.

Marplantenses y visitantes, niños curiosos, jóvenes soñadores, enamorados, ancianos sabios, de a miles y a lo largo de estos 150 años, miramos el cielo desde este hermoso rincón del planeta que llamamos hogar. Lo seguiremos haciendo, como lo hizo Thomas Falkner, ese jesuita que se asentó en nuestras tierras luego de haber estudiado con Isaac Newton en su tierra natal, completando el paisaje que nos enorgullece a la altura de nuestra vista, con un cielo estrellado más arriba, cuando nuestro corazón nos invita a la aventura.

  1. Sebastián Musso es Divulgador Científico, marplatense por adopción desde sus 22 meses de vida. Conferencista en más de 30 ciudades de Argentina, en Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay, Colombia, España e Italia. Representante para su país del Proyecto UNAWE (UNESCO-IAU). Es autor de 9 libros editados e innumerables artículos. Desde hace 25 años lleva adelante un proyecto de enseñanza de la astronomía a personas ciegas o con baja visión que actualmente lo encuentra dirigiendo el programa internacional www.astrotes.org
[a]Abajo, a la derecha, Betelgeuse

[b]ok

[c]SUGERENCIA: “A la izquierda”

[d]ok

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