¿Sabías que la maternidad tiene efectos directos sobre la participación laboral y el salario de las mujeres? La penalización por maternidad es un índice que busca cuantificar los obstáculos que deben enfrentar las personas gestantes para (re)insertarse en el mercado laboral luego de tener uno, dos, tres o más hijos/as y para ganar un salario que permita una vida digna.
Por Natalia Muñoz
Recientemente se conoció un nuevo atlas mundial de la penalización por maternidad y la tendencia no es buena: Latino América compite por los peores puestos palmo a palmo con algunos países africanos y asiáticos y algunas potencias europeas.
Sin políticas estatales ni reglamentaciones en el mundo laboral, ser madre aleja el acceso al trabajo y a un salario de calidad. Ni hablar de proyectos de desarrollo profesional. Esto incluso se manifiesta en hogares biparentales.
Para medir la penalización por maternidad, se toman variables como el nivel de acceso al empleo hasta dos años previos al nacimiento del primer hijo/a, la edad y el nivel de estudios alcanzados por la mujer gestante.
Se sigue este índice como un indicador directamente ligado al desarrollo económico de la población en el mundo y el detalle en cada país y región, principalmente a la proyección económica que pueden alcanzar las mujeres a cargo de hogares monoparentales o biparentales, es decir, incluso en los casos en los que conviven con la otra parte progenitora.
Diversos autores coinciden en que la inequidad de género encuentra su raíz en la penalización por maternidad, y aún se discute en el mundo qué tipo de políticas económicas públicas son necesarias para erradicar, o, al menos, reducir la brecha laboral y salarial que aún persiste entre hombres y mujeres en todo el mundo.
El profesor Camille Landais, vinculado al Centre for Economic Performance de la London School of Economics, analizó 135 países, que representan el 95% de la población mundial. Así, en un estudio que publicó en 2022, concluyó que la penalización por maternidad explica más del 80% de la brecha salarial entre hombres y mujeres en los países más ricos.
Tales penalidades aumentan ya que la mujer madre debe flexibilizar factores como la cantidad de horas que puede dedicar al trabajo fuera de casa, incluso en detrimento del salario a percibir. Esta penalidad, aclara Landais, “afecta a las mujeres independientemente de su nivel educativo, de sus proyectos profesionales o de si son madres biológicas o adoptivas, lo que indica que la raíz de las penalidades por niño/a (…) están profundamente asociadas a normas sociales”.
A modo de ilustración de la tendencia mundial, en Dinamarca, país desarrollado y potencia económica, la fracción de inequidad de género ligada a los ingresos de las mujeres luego de la maternidad, “creció del 40% en 1980 a más del 80% en 2013”. Pasa hasta en el primer mundo, lo que afianza su transversalidad.
Para la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER, por sus iniciales en inglés), según un estudio realizado al respecto en 2022, tener un/a hijo/a resulta un evento intrascendente (“nonevent”) en la vida laboral de los hombres, pero conduce a una caída inmediata y persistente del empleo y las ganancias para las mujeres.
El propio informe de childpenaltyatlas.org comienza con la siguiente aclaración: “Tener hijos/as es costoso. Cuesta dinero, tiempo, recursos y energía. Pero las mujeres y los hombres no comparten esos costos equitativamente. Las mujeres suelen llevarse la mayor carga. Luego del nacimiento del primer hijo/a, las mujeres pasan más tiempo en trabajos de cuidado no pagos y menos tiempo en empleos pagos que los hombres”. ¿Te suena?
¿Alguna vez oíste o leíste “eso que llaman amor es trabajo no pago”? Bueno, eso también es penalidad por maternidad. Es que, incluso en hogares biparentales, las mujeres, por insistencia de las normas sociales, son las que mayormente ocupan su tiempo en tareas de cuidado de las infancias (y las vejeces) y del hogar propiamente dicho.
El amor como trabajo no pago es un concepto que explica rápida y nítidamente aquellos sucesos romantizados de la vida cotidiana que se nutren de la desigualdad de género y la abismal diferencia entre hombres y mujeres para acceder a un trabajo pago y de calidad por fuera del hogar. Lo explica en detalle este breve informe audiovisual.
Penalización por maternidad en Argentina
Abruma la escasez de datos oficiales actualizados en materia de maternidad, penalización e inequidad de género en Argentina.
Se puede hallar, por ejemplo, el informe de “Impacto de la maternidad sobre el salario y permanencia en el mercado laboral de las mujeres – Implicancias en el régimen de previsión social argentino” que publicó en septiembre de 2021 la Oficina de Presupuesto de Congreso (OPC) y que se basa en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora semestralmente el INDEC.
De allí se desprenden conclusiones desalentadoras para la maternidad basadas en una certeza: “En el mercado laboral argentino existe una penalización a las madres”.
- La probabilidad que una madre se inserte a la fuerza laboral remunerada es 11,5 puntos porcentuales menor que una mujer sin hijos/as, efecto que se acentúa en el caso de tener niños/as menores de 10 años.
- Una mujer con hijos/as percibe un salario 12% menor que el de una mujer que no es madre, siendo esta penalidad mayor en presencia de hijos/as adolescentes.
- Esas desventajas se agravan con la cantidad de hijos: una mujer con tres o más hijos/as tiene 15 puntos porcentuales menos de probabilidad de trabajar que una mujer que no es madre y un salario relativo 18% más bajo.
- La mayor penalidad por maternidad se presenta en las mujeres más jóvenes, en las de calificación intermedia (con secundario completo), y en las que integran el mercado laboral informal.
- Este fenómeno agudiza la brecha y la pobreza de los hogares y refuerza su reproducción. El 31% de los hogares argentinos están a cargo de una mujer.
- Madres solas con hijos menores de 18 años son las que perciben el menor salario por hora.
- Las mujeres de hasta 29 años pueden ganar 42% menos en caso de tener tres o más hijos/as.
- Sólo el 25% de las madres logra alcanzar los años de aportes requeridos por la normativa, mientras que el porcentaje es de 41% cuando se analizan las mujeres que no tienen hijos/as.
- Dentro de este selecto grupo, 9 de cada 10 madres y poco más de 8 de cada 10 mujeres sin hijos/as tienen estudios universitarios completos
Dejar la maternidad para después
Según un informe elaborado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), las mujeres en edad fértil han iniciado un camino de solución por su propia cuenta.
Mientras los Estados nacional, provinciales y municipales deciden tomar -o no- serias manos en el asunto de la inequidad de género, las brechas laborales y salariales y la penalización por maternidad, las mujeres argentinas han optado por atrasar la maternidad como respuesta a la incompatibilidad aparente de tareas.
El estudio toma un periodo de 15 años con datos de 2001 y 2016. En esa comparación observa que “la maternidad se viene postergando: mientras en 2001 el 32% de los nacimientos eran de mujeres de 30 años o más; en 2016 esa proporción alcanzó al 38% de los nacimientos”.
Es decir, hay una tendencia que señala que haya mujeres que optan por desarrollar y consolidar su profesión y su vida laboral antes de aventurarse a la maternidad y sus requisitos.
Cabe señalar que la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) sancionada en 2020 y que entró en vigencia en 2021 fue claramente posterior, por lo que -conjunto con otras políticas vinculadas- sería un error metodológico suponer que el crecimiento se dio durante los últimos ocho años de manera lineal.