Pónganse sus mejores trajes, porque hoy brindaremos por la vida y obra de la mujer que cambió el mundo de la electrónica para siempre
Por Martina Migliorisi
Hola, ¿cómo estás? Se fueron otras dos semanas y las góndolas de los supermercados ya ostentan una exagerada cantidad de garrapiñadas, turrones y panes dulces. Que esta intro te sirva de recordatorio doble: comprá los regalos que tenés en mente rápido, antes de que aumenten, y viví todo lo que puedas, que mañana es navidad.
En la última edición de Sauntrack nos amigamos con la desilusión, algo que dejaremos de lado para la entrega de hoy. Pero antes, sobrevolaremos las novedades de la agenda musical.
Linkin Park confirmó las fechas de su próxima gira y Argentina está entre sus destinos; MYA anunció su separación; Dillom fue reconocido como el “Mejor Artista Sudamericano” en los MTV EMA 2024; Nicki Nicole estrenó su nuevo disco; Kesha promocionó su próximo single con una portada realizada con IA y fue cuestionada por ello en redes sociales; Ethel Cain confirmó que “Perverts”, su segundo álbum, llegará el 8 de enero: estará compuesto por nueve tracks, de los cuales cuatro superan los 10 minutos.
Los golpes bajos, como de costumbre, hicieron estragos: Willy Quiroga, miembro fundador, cantante y bajista de Vox Dei, falleció a los 84 años. Peter Sinfield, letrista, operador de luces e ingeniero de sonido en vivo original de King Crimson, dejó este mundo a los 81 años.
Cumple 2o años el álbum debut de Gwen Stefani como solista, “Love. Angel. Music. Baby”, también conocido como “L.A.M.B”; y Miley Cyrus celebra sus 32 con una noticia inesperada: “Something Beautiful”, su próximo disco, está inspirado en “The Wall”, de Pink Floyd.
Bienvenidos/as a una nueva edición de Sauntrack. Pónganse sus mejores trajes, porque hoy brindaremos por la vida y obra de la mujer que cambió el mundo de la electrónica para siempre
Recuerda mi nombre
En noviembre de 1939, una familia obrera de Rhode Island dio la bienvenida a Walter Carlos, su más reciente integrante, ignorando haber bautizado como hombre a una mujer y sin pista alguna de lo que su existencia supondría para la historia de la música.
Con la autopercepción de su género presente desde sus cinco años, identidad que su familia no comprendió ni aceptó entonces, “Wendy” Carlos conoció las asperezas de reconocerse trans a temprana edad. “A partir de ese momento comenzó una vida de terror para ella, muy reprimida, retraída y con muchas inseguridades”, sintetiza la cantante, música y productora Barbi Recanati, al perfilarla para Futurock.
En simultáneo, Wendy comenzó a tomar clases de piano y ya daba indicios de portar un talento nato para el arte. A los diez compuso una pieza musical para clarinete, acordeón y piano, y cuatro años más tarde construyó un teclado casero que le valió el primer premio en una feria de ciencias auspiciada por la firma Westinghouse. A su creatividad e ingenio musical se le sumaba, entonces, un interés por el conocimiento y la puesta en práctica del saber científico.
Impulsada por su curiosidad y dotada de una inteligencia envidiable, Wendy Carlos comenzó sus estudios en Física en la Universidad de Cambridge, en Nueva York. Reconocida como una de sus alumnas más “técnicamente inquietas”, el profesor Vladimir Ussachevsky le sugirió visitar la conferencia anual de AES, Audio Engineering Society (“Sociedad de Ingeniería de Audio”), donde Wendy vio por primera vez a Robert Moog: “Nos conocimos cuando lo desperté accidentalmente. Él estaba tomando una siesta muy necesaria en un banco en el entrepiso del Hotel Barbizon-Plaza, en Nueva York. La Compañía Moog había montado una exhibición en una de las salas…”, rememoró en su página web, cuando dedicó un sentido texto a Robert, fallecido en 2005.
Wendy no lo sabía entonces, pero tras intercambiar sus números telefónicos y casillas de mail, una amistad laboral y personal había comenzado. Quizás, la más importante de toda su vida: duraría 41 años y cambiaría la forma de comprender la música electrónica para siempre.
Vidas que se cruzan
Cuando sus vidas se cruzaron, Robert Moog trabajaba en un prototipo de sintetizador. Wendy Carlos, con agudeza, sugirió enlazar las notas que el dispositivo emitía, a fin de conseguir que su función fuera más allá de una serie de efectos y pudiera competir o dialogar con los instrumentos musicales clásicos en una misma pieza. Como toda innovación, la aceptación le llegó tarde; una serie de cuestionamientos rondaron el proyecto desde su primer respiro. Tal vez fuera la primera vez en que los conservadores más puristas y los aparentes disruptores amantes de la electrónica compartieran trinchera. Y para su desgracia, la idea de Wendy fue un éxito.
“Las indicaciones sobre los filtros de sonido y los controles de deslizamiento de tono se convirtieron rápidamente en señas de identidad de Moog y la petición de integrar un teclado sensible al tacto acabaría incorporándose a finales de la década de los 70”, señala Raúl RearMachine en una nota publicada en el sitio de Cerveza Alhambra y, amén de preguntarnos por qué una marca de bebida alcohólica dedica un texto a Wendy Carlos, refuerza la visión futurista de la compositora y su inabarcable influencia, virtudes poco apreciadas entonces.
En 1968, Carlos se vistió de vanguardista una vez más y estrenó “Switched-On-Bach”, una reinterpretación de las obras de Johann Sebastian Bach ejecutada con un sintetizador Moog.
Dos años más tarde, y tras adentrarse en la obra de Anthony Burgess, presentó una propuesta de musicalización para la adaptación que Stanley Kubrick llevaría a la gran pantalla. Así, y a pesar de las modificaciones que su obra sufrió en el proceso, se convirtió en el cerebro detrás de la banda sonora de la película.
En 1980 repetiría su hazaña, no sin antes desaparecer de la vida pública durante siete años para someterse, finalmente, a su tan deseada operación de reasignación de sexo. Su gran regreso y segundo hito en la industria cinematográfica volvió a unirla con Kubrick, esta vez para musicalizar “El Resplandor”. Dos años más tarde completaría una tríada de ensueño cuando Steven Lisberger enseñó al mundo el universo “TRON”, con un soundtrack creado en su totalidad por Wendy Carlos.
Wendy para siempre
Retraída del ojo público una vez más, esta semana celebró sus 85 años. Su distanciamiento con los medios de comunicación data de 1979, cuando concedió una entrevista a Playboy tras su cirugía de reasignación de sexo y su historia fue abarcada con frivolidad amarillista.
Radicada en Nueva York, Wendy Carlos ha dedicado sus últimos años al estudio de los eclipses solares y a realizar fotografías que han sido publicadas por la NASA. Amén de su trabajo en el universo del conocimiento, su obra musical es tan extensa como rupturista.
En 2005, la partida de Robert Moog hizo que Wendy subrayara una cualidad nata de quien fuera uno de sus mejores amigos: “Era un eximio fabricante de herramientas. Lo hacía mejor que nadie, combinando el arte y la tecnología”. Tal vez no se detuvo a pensarlo, pero cual proyección psicológica, también se describió a ella misma.
Para irnos, quiero recomendarte tres gemas del mundo musical, sin nexo alguno y con ningún otro motivo más que el de compartir lo que se ama:
- La reinterpretación de “Cirugía”, de Dillom, junto a Santiago Motorizado
- Esta nota de Lucas Santomero para Indie Hoy, cuyo título ya genera impacto
- Un clásico de Queen, para musicalizar otro aniversario del paso a la inmortalidad de su líder
En Bacap escribimos lo que escuchamos. Qué mejor que compartirlo con el mundo.
Chau, loco. Este news se va en fade.