Por Martina Migliorisi
Hola, ¿Cómo estás? Se torna cada vez más extraño el hablar de música cuando solo asomar por la ventana, poner la radio o prender la tele regala postales desoladoras, pero henos aquí.
Como en cada entrega, un repaso por los títulos que dejaron los últimos días, como para ir entonándonos gota a gota: Turf reversionó su clásico “Loco un poco” junto a Lali; Lexi Jones, hija de David Bowie, estrenó “Xandri”, su primer álbum; Katy Perry fue al espacio y no pasó nada; Fer O’Smith desembarca en Argentina el 20 de abril; Sean “Diddy” Combs espera por las próximas instancias de su juicio en una cárcel sin wifi, con chequeos de cama y llamadas telefónicas monitoreadas.
Estrenaron material: Benito Cerati, Marilina Bertoldi, Boom Boom Kid, Gal Go, Clubz y Julia Amor.
Entretanto, y en medio de un sinfín de contorsiones y retorcimientos para eludir la cruda realidad, mi entretenimiento se disipó en varios focos hasta encauzarse en «Derek», la serie que Ricky Gervais guionó, dirigió y protagonizó entre el 2012 y el 2014. En el episodio 6, el conserje Douglas (Karl Pilkington) afirma que no existe canción alguna que posea el poder de cambiar el mundo. Hoy voy a contradecirlo.
Nacida para fastidiar


En 1915, Estados Unidos poseía un racismo inocultable. Amén de los puentes que puedan crearse al pensar en la actualidad, o de los comentarios irónicos que sugieran que el paso del tiempo no existe, es importante entender dicho contexto como punto de partida. En Arkansas, en medio de una segregación feroz producto de las leyes «Jim Crow», un matrimonio que dedicaba su vida a las plantaciones de algodón dio la bienvenida a una pequeña a la que bautizaron Rosetta.
Criada en el seno de una familia evangelista, Rosetta creció oyendo música góspel. A sus seis años, cuando una mudanza la depositó en Chicago, se unió a la Iglesia de Dios en Cristo y descubrió un amor que marcaría su vida entera: la guitarra. Acompañada por su madre, entonces redefinida como predicadora, Rosetta comenzó a girar por su país antes de perder todos sus dientes de leche.
Intérprete, pianista y guitarrista, la sureña conquistó a un público propio rápidamente. Entre sus aficionados había tanto adultos como infantes de su misma edad.
Para su adolescencia ya era todo un suceso: la condecoración como “hermana” por parte de la iglesia y su matrimonio con el predicador Tharpe —presuntamente llamado Thomas y de quien tomaría su apellido— creaban la falsa ilusión de que la cantautora tenía muchos más años vividos que por vivir.
Cuatro años más tarde, soltera y con domicilio neoyorkino, Rosetta comenzó a negociar por un contrato discográfico. Sus presentaciones en la iglesia eran un verdadero suceso, y su público, una masa trabajada a base de esfuerzo y talento, no dejaba de leudar.
Finalmente, una firma que llevaba unos nueve años de vida la cerró: Decca Records se quedó con la joven del sur, afroamericana, divorciada, hija de recolectores de algodón. Tenía 23 años.
Extranjera en tierra natal
“En otoño de 1938, cuando salió al histórico escenario del Cotton Club, Rosetta Tharpe hizo lo que ningún intérprete surgido de las ricas tradiciones musicales del pentecostalismo negro se había atrevido jamás, quizá ni siquiera imaginado”, señala Gayle Wald, en el apartado que el Rock&Roll Hall of Fame tiene en su web dedicado a la música. Y es que la particularidad de la norteamericana radicaba en su estilo de composición e interpretación: una especie de amalgama entre el góspel y el blues, mucho más ligera y excitante.
Para los puristas significó una ofensa; para su sello discográfico, una decepción. A fines de la década del 50, el contrato de Rosetta llegó a su abrupto y anticipado fin.
A pesar de haber probado el amargo gusto del cemento americano, Tharpe era toda una celebridad en el viejo continente. Hipnotizados por sus habilidades, los europeos amantes del swing no tardaron en volverse sus fieles. Pero mientras gozaba de la admiración que proyectaba en nuevos rostros y nuevas vidas, la cantante engrosaba su número de detractores en su tierra natal: en Estados Unidos, como un último masazo a una vida siempre desatendida y desamparada, comenzaba a correr y crecer el rumor de que la estrella era bisexual.
Sobre el final de la década y tras haber girado con múltiples estrellas por Gran Bretaña y Europa, la compositora se atrevió a desafiar los límites una vez más: “Esta cosa nueva a la que llaman rock & roll… yo la he estado tocando por muchos años ya”, declaró ante el Daily Mirror londinense, en 1957.
La leyenda
La vida de Rosetta Tharpe estuvo atravesada por la depresión. Los rumores de un amorío con su colega y excompañera de dúo góspel Marie Knight, su identidad racial y su sobrepeso coexistían con el perfil de una artista de enorme proyección al que la escena por fin comenzaba a prestarle atención.
En 1964, convocada por The Blues and Gospel Train, la guitarrista filmó un especial en Manchester que reunía a músicos como Muddy Waters, Sonny Terry o Brownie McGhee. La presentación de Tharpe, ocurrida bajo una mansa cortina de agua, tuvo entre su público a Keith Richards, Eric Clapton y Jeff Beck. “Entretuvo adolescentes desafiando un ligero aguacero para ver sus elegantes lamidas y pasos santificados”, la retrata el Rock&Roll Hall of Fame, que recuerda, también, el pícaro remate que la estadounidense esbozó: “Nada mal para una mujer, ¿no?”.
En 1973, Rosetta Tharpe dejó este mundo, no sin antes llenarlo de energía y desobediencia. Cosechó hits, fans y creó un género que le valió el apodo como “madrina del Rock & Roll” y que más tarde abrazarían algunos de sus mejores alumnos, como Little Richard o Elvis Presley. Influenció a Johnny Cash, a Tina Turner, a Chuck Berry. Consiguió cambiar la música con una idea, talento y dedicación, y dejó un legado impresionante antes de partir.
En efecto, una canción puede cambiar el mundo. Y una vida de solo 58 años, la historia.
Para irnos, quiero recomendarte tres gemas del mundo musical, sin nexo alguno y con ningún otro motivo más que el de compartir lo que se ama:
- La reversión de “Se dice de mí” que La Joaqui hizo para ¡FA!
- La selección de “los/as mejores guitarristas” de la historia, publicada originalmente por Consequence y traducida aquí por Indie Hoy
- Esta nota de The Guardian sobre Luca Prodan, el “dios punk argentino” (tené a mano tu traductor de confianza)
En Bacap escribimos lo que escuchamos. Qué mejor que compartirlo con el mundo.
Chau, loco. Este news se va en fade.