Héctor Germán Oesterheld fue mucho más que el guionista de una historieta legendaria: fue un revolucionario del arte, un militante comprometido y víctima, junto a toda su familia, del terrorismo de Estado. Su vida, su obra y su legado siguen vivos en libros, series y memorias colectivas.
Por Lucas Alarcón
En estos días, el nombre de Héctor Germán Oesterheld vuelve a sonar con fuerza: El Eternauta, su obra más emblemática, tendrá una adaptación de Netflix protagonizada por Ricardo Darín como Juan Salvo, el hombre común convertido en héroe. Pero la historia detrás de esa historieta es mucho más que una epopeya de ciencia ficción: es la de un escritor brillante, un militante comprometido y una familia aniquilada por la última dictadura militar.
Oesterheld fue una figura central en la historieta argentina. Nació en Buenos Aires en 1919 y comenzó su carrera escribiendo cuentos de divulgación científica. Pronto dio el salto al mundo del guion gráfico, donde encontró su verdadera voz. Su estilo, profundamente humanista, transformó el género: en sus historias, los protagonistas eran hombres comunes enfrentados a dilemas éticos y sociales, muy lejos del héroe infalible.
Trabajó con los mejores dibujantes de la época: Hugo Pratt, Francisco Solano López, Alberto Breccia. Junto a ellos escribió clásicos como Sargento Kirk, Ernie Pike, Mort Cinder y por supuesto El Eternauta, publicado originalmente en 1957 en la revista Hora Cero, editada por Frontera, una editorial que él mismo fundó junto a su hermano. Hora Cero no solo fue un espacio editorial sino también un manifiesto estético: allí se forjó la identidad de la historieta argentina de autor.
El Eternauta narra la invasión silenciosa de una Buenos Aires nevada por seres alienígenas. Pero bajo esa premisa de ciencia ficción, late una alegoría política: la resistencia colectiva frente a un enemigo invisible, la valentía de quienes no tienen poderes, solo convicciones. Décadas después, la historieta se leyó como una anticipación del horror que vendría.
De la historieta a la militancia
La vida de Oesterheld se fue politizando al ritmo de los tiempos. A fines de los 60 comenzó a militar en el peronismo revolucionario y más tarde se sumó a Montoneros. Sus cuatro hijas, militantes como él, también fueron parte de esa lucha. La dictadura cívico-militar que se instauró en 1976 los persiguió con saña: entre 1976 y 1978, Oesterheld y sus hijas —Estela, Diana, Marina y Beatriz— fueron secuestrados y desaparecidos. También sus yernos. Solo sobrevivió Elsa Sánchez, su compañera de toda la vida, quien hasta su muerte en 2015 mantuvo viva la memoria de su familia.
Aun en la clandestinidad, Oesterheld siguió escribiendo. Lo hacía bajo seudónimos, entregando los guiones en sobres anónimos. Uno de sus últimos trabajos fue una historieta biográfica de Eva Perón, publicada en 1970 con dibujos de Enrique Breccia y luego prohibida. Su final es aún incierto: se cree que fue asesinado en 1978, posiblemente en Campo de Mayo, aunque no hay certezas.
Su figura volvió a ser retratada recientemente en HGO: Últimas viñetas, una miniserie protagonizada por Miguel Ángel Solá, que reconstruye sus últimos años, sus miedos, su pasión irrenunciable por la escritura. Y la historia completa de los Oesterheld —esa familia entera entregada a la militancia revolucionaria y destruida por el terrorismo de Estado— fue reconstruida también en la reciente novela de investigación Los Oesterheld, de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, publicada por Planeta, donde se cruzan los documentos, los testimonios y la sensibilidad de una narrativa profunda.
En un país donde la memoria es campo de disputa, Oesterheld encarna una de las más potentes: la del artista que no se calla, incluso cuando sabe que lo buscan para matarlo. Hoy, mientras Netflix convierte El Eternauta en una superproducción global, vale la pena volver al origen. La historieta como acto político. A ese guionista que soñó una patria donde los héroes no tenían capa, sino conciencia. Y que, desde una trinchera de papel, enfrentó al monstruo más temible de todos: el olvido.