Por Natalia Muñoz
La maternidad se emprende desde una edad cada vez más adulta en Argentina. Según el censo de 2022, hay una tendencia hacia la disminución en la tasa de natalidad. Priorizar la profesión, no contar con una situación económica deseada, esperar a fortalecer (o encontrar) la pareja o simplemente aprovechar un poco más el tiempo sin un/a niño/a cargo son algunos de los argumentos de quienes deciden esperar para maternar. Si la decisión es esperar, la criopreservación de óvulos es un proceso aliado para la planificación familiar: permite congelar el tiempo.
En base a un estudio que realizó el Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, desde 2021 los nacimientos en nuestro país se dan de manera preponderante en mujeres de entre 25 y 29, seguidas por gestantes de entre 30 y 34 años. En paralelo, aumenta la maternidad de mujeres en el rango 35-39 y 40-44 años.
En muchos casos, se trata de un retiro consciente de los métodos anticonceptivos. Sin embargo, la ciencia recomienda prevenir, congelar y planificar, sobre todo después de los 35.
“Es una opción para todas las mujeres”, dijo en conversación con Bacap la Dra. Lucía Casalet (MP 96.119), especialista en ginecología y obstetricia, sobre el congelamiento de óvulos. La cantidad y la calidad de los óvulos sólo va en caída desde el nacimiento de las mujeres y se evidencia una mayor pérdida de la calidad a partir de los 35 años. ¿Esto quiere decir que a los 36 ya no se puede criopreservar, que a los 40 es imposible? No, pero para conservar la calidad y la vida útil de un óvulo, cuanto antes, mejor.
¿Qué es la criopreservación de óvulos?
“Hoy a los 30 años, por ejemplo, guardas óvulos de 30 años y quedan guardados en los 30 años”, explicó la Dra. Casalet. Al ser congelados, conservan su calidad y su vida útil: “si el día de mañana querés utilizar esos óvulos a los 40 años para buscar un embarazo, podes, porque esos óvulos no cambian su morfología ni cambiaron su calidad porque siguen teniendo 30 años: la criopreservación lo que genera es que utilices esa célula – porque el óvulo es una célula- que se guarda en el mismo momento en que vos lo sacas”.
Está estudiado que a partir de los 35 años los óvulos pierden calidad. Es decir, pueden presentar daño cromosómico que se puede trasladar al nivel del embrión. “Eso es una enfermedad cromosómica, como por ejemplo, síndrome de Down, o pueden ser otras patologías cromosómicas que son incompatibles con la vida”, aclaró la profesional.
Tal lo dicho, de todas maneras, no se trata de un tratamiento que no pueda encararse desde los 36 años en adelante: es vital contar con toda la información disponible.
En ese escenario, es necesario también saber que la criopreservación de óvulos es una sugerencia médica para pacientes oncológicas. “En pacientes que tienen un cáncer diagnosticado se recomienda criopreservar antes de empezar con la quimioterapia o radioterapia, porque puede ser que el día de mañana esa paciente no tenga la posibilidad de tener óvulos”, explicó la ginecóloga sobre esos tratamientos invasivos.
Quiero congelar: ¿qué le pasa a mi cuerpo?
“Primero, hay que hacer estudios”, dijo tajante Casalet. Para comenzar, se ordena un análisis hormonal (que es un estudio de sangre) y una ecografía que se hace en los primeros días del ciclo menstrual. Esto último es para contar cuántos folículos hay dentro de los ovarios: “dentro de esos folículos, debería haber óvulos”, aclaró. Es el famoso recuento ovárico y lo puede ordenar cualquier profesional de la ginecología en cualquier momento.
Luego, se pide un estudio citogenético para conocer cómo están los cromosomas en las células. Tal lo explicado, es para anticipar cualquier tipo de alteración potencial de ser trasladada de madre a hijo/a.
Esos resultados son evaluados para conocer si la paciente está lista para comenzar con la estimulación de ovarios mediante el uso de medicación que varía entre paciente y paciente. Esa medicación se suministra a través de una inyección que se aplica en la panza de la persona por gestar. “Muchas veces se la puede aplicar la misma paciente”, dijo la Dra. Casalet sobre el proceso. “Si no le da impresión”, aclaró rápidamente. Caso contrario, se puede acudir a la clínica donde se hace el tratamiento para la aplicación diaria: “son entre 9 y 12 días de medicación, y entre medio se van haciendo controles ecográficos”.
El final de ese proceso permite al personal médico determinar cuándo hacer la extracción de los óvulos.
La extracción propiamente dicha es “en quirófano, con sedación general: la paciente no siente nada”, explicó Casalet. La aspiración folicular no es una cirugía, a pesar de llevarse a cabo en un quirófano. Es una intervención medianamente invasiva que se hace mediante ecografía transvaginal, “donde se introduce una aguja para hacer una punción a través de la vagina y se punzan los folículos que están dentro del ovario, se aspira el líquido de esos folículos, se manda al laboratorio en el mismo instante y en laboratorio se fijan cuántos óvulos disponibles hay”, dilucidó sobre el proceso.
Pasado el efecto de la sedación, la paciente se retira y continúa con su vida habitual, hasta que decida buscar un embarazo.


¿Y después?
Congelados los óvulos, las opciones son dos: avanzar o descartar. Para buscar un embarazo, hay que pasar por la fertilización in vitro, que es un tratamiento de alta complejidad.
Los óvulos que fueron reservados deben ser unidos con espermatozoides mediante una técnica que se llama inyección intracitoplasmática. Consiste en inyectar, en laboratorio, el espermatozoide dentro del óvulo para luego dejar esa unión en incubadora por cinco días y estudiar la evolución de esos embriones resultantes. “El quinto día es el mejor para transferir ese embrión dentro de la mujer”, argumentó la ginecóloga consultada.
Si todo va bien, en ese quinto día se hace la transferencia del embrión dentro del cuerpo de la mujer. Esta intervención se hace con la paciente despierta que, si lo elige, puede estar acompañada. El proceso de transferencia es similar al papanicolaou (PAP): con una cánula se ingresa al útero y allí se deja el embrión mientras se controla cada paso por medio de ecografía, que pueden ver tanto médica como paciente en vivo y en directo.
La descripción puede resultar fuerte para personas impresionables, pero la Dra. Casalet fue clara: “es mínimamente invasivo, no genera ningún dolor”.
Por el contrario, si pasado el tiempo la paciente concluye que no desea maternar, se hace el cese de criopreservación. Se firma un consentimiento y los óvulos se descartan. Así de fácil.
Calidad de vida
Con asombro, la doctora Lucía Casalet confió: “vemos que hay pacientes menores de 35 años que ya llegan con baja reserva ovárica”. Son generaciones cuya calidad de vida afecta de manera directa a la cantidad de óvulos disponibles.
“Dependen muchos factores, principalmente la alimentación”, dijo. Si, consumir alimentos ultra procesados puede alejarte de tu deseo o tu posibilidad de concebir un embarazo.
Quién lo paga
Las obras sociales y las prepagas no cubren la criopreservación de óvulos, a no ser que sea por causa oncológica. La decisión de maternar de manera planificada es también una decisión económica.
Hay una creencia generalizada que predetermina que congelar óvulos en Argentina es elitista, imposible de enfrentar para pacientes de clase media, que es un proceso costoso que puede equivaler al valor de un auto o incluso de un monoambiente. No es así.
En mayo de 2025, está estimado que el proceso de consultas iniciales, estudios de laboratorio, los medicamentos inyectables necesarios, la intervención quirúrgica con su correspondiente sedación, la extracción folicular, el recuento ovárico y el congelamiento inicial de los óvulos está tasado en unos cuatro millones de pesos, aproximadamente. Luego, se requiere un mantenimiento anual del equipamiento necesario para mantener la criopreservación que cuesta unos 200 dólares americanos. Es un número, pero no es un auto.
En caso de avanzar hacia la búsqueda de un embarazo, las obras sociales y prepagas sí deben asumir un rol activo y financiero. Así lo establece la Ley 26.862, que ordena que las instituciones de cobertura social y de salud deben garantizar a toda persona mayor de edad la gratuidad para las técnicas y procedimientos de fertilización asistida. Es decir, la obra social no cubre extracción de óvulos y su congelamiento posterior, pero sí la búsqueda del embarazo con los óvulos congelados (o mediante otros métodos).
¿Qué hago?
“Lo que importa es la pregunta: ‘¿cuándo quiero maternar?’”, concluyó, desde su experiencia, la Dra. Casalet. Si hay un deseo concreto de maternar, se recomienda comenzar con la búsqueda. Si no es una posibilidad o si las dudas persisten, conviene consultar a un/a ginecólogo/a para conocer las opciones disponibles.
Es importante saber que la criopreservación de óvulos es un universo de posibilidades, no de garantías. La fertilización con óvulos congelados es falible, y el porcentaje de éxito y concepción varía caso a caso.
Solo la persona gestante sabe todo lo que entra en juego a la hora de buscar un bebé. Las tendencias demográficas indican que hay un retraso de la primera maternidad, mujeres que deciden ser madres más cerca de los 40 que de los 20.
No hay una única respuesta, ni una respuesta correcta. Lo ideal, siempre, es contar con toda la información disponible y para eso es necesario consultar a un profesional de la salud.