Tilinga es una editorial artesanal marplatense creada por dos amigas, Franca Irastorza y Yael Luján, con el objetivo de hacer circular textos de amigos y poemas favoritos. El sábado 26 de julio se presentó en Dickens Pub en un encuentro que incluyó lecturas y música en vivo.
Por Camila Spoleti
Cartulinas, encajes y moños, poemas de amigos, poemas de poetas favoritos, letras de Sumo. Creada por Yael Luján y Franca Irastorza, Tilinga es una editorial artesanal que surge del deseo de publicar poemas escritos por amigos, de la urgencia de hacer circular textos cuya lectura se vuelve necesaria en los tiempos que corren y de la intención de hacer libros en los que volcar el gusto propio. Tilinga, dice Yael, “es un capricho”.
El sábado 26 de julio, entre las 17 y las 19 hs, se realizó en Dickens Pub la presentación de la editorial. El evento incluyó lecturas de poemas pertenecientes a los títulos publicados y música en vivo, todo en voces de amigos.
Franca y Yael se conocieron en el año 2021 mientras cursaban Taller de Oralidad y Escritura 2, una materia optativa de la carrera de Letras en la UNMDP. Los contenidos que se abordaban en la materia cambiaban año a año, y en esa oportunidad la cursada estuvo enfocada en la poesía argentina de los años noventa. Una de las características de ese momento histórico de la literatura argentina —y especialmente del ámbito de la poesía— fue la proliferación de editoriales independientes y festivales autogestionados que surgían como respuesta a un contexto económico adverso.
Para Yael, esa cursada significó su primer encuentro con las editoriales artesanales. Franca, por su parte, conocía un poco más de este tipo de proyectos porque una tía suya gestiona La Eterna, una editorial ilustrada y artesanal. “Siempre me copó” afirma, y reconoce a su vez la importancia que tuvo la experiencia del taller como motor del proyecto que terminaría por materializarse cuatro años después: “Lo que estuvo bueno para mí cuando cursamos taller fue esta idea de que escribís, lo gestionás vos, te armás un librito que es una hoja abrochada, y armás diez, y se lo das a tus amigos. Y un día un amigo te dice, ‘che, yo también escribo’. Entonces listo, juntémonos”.
En la tarea final de esa materia, que consistió en hacer un fanzine, Franca y Yael se hicieron amigas. Desde ese momento, la idea de crear un proyecto editorial juntas siempre estuvo dando vueltas entre las dos. Se la pasaron leyendo fanzines, libros editados artesanalmente y entrevistas a editores independientes. Sin embargo, no dejaban de sentir que había algo demasiado solemne en la idea de armar una editorial, que eran muy jóvenes, que no tenían los conocimientos suficientes. Fue recién en diciembre de 2024 cuando finalmente se decidieron y realizaron el primer fanzine. Hoy, ocho meses después, Tilinga cuenta con un catálogo conformado por tres series: “No sé lo que quiero pero lo quiero ya”, “Juventud divino tesoro” y “Yo quiero a mi bandera”. Las tres series reúnen, en total, ocho títulos publicados. Cada fanzine, como reivindica una leyenda en la última página de todos los ejemplares, “fue editado con fines afectivos”.
Materialidades
La categoría de editorial independiente engloba propuestas muy distintas entre sí. Yael y Franca mencionan a Vox, Barba de Abejas y Es Pulpa, como ejemplos de algunas de las que les gustan, pero que tienen otro tipo de elaboración sobre lo que es la materialidad del libro. La apuesta de Tilinga es otra. Una de sus referencias más claras es Belleza y Felicidad, un sello editorial fundado por las poetas Cecilia Pavón y Fernanda Laguna en 1998 que se paró desde la sencillez y la celeridad para reivindicar a la poesía como algo vivo. “Ellas dan notas donde cuentan que vos ibas a la mañana al lugar de Belleza y Felicidad que era una farmacia vieja, o sea ya todo es increíble, ibas, escribías y a la tarde te publicaban, ¿entendés? Dos papeles doblados. Hay un poco como de esa inmediatez que nos gusta, de decirte ‘bueno, prepará 15 poemas y nos juntamos y listo y hacemos eso’” relata Yael.
En 2024, Yael participó de Fuga Ediciones, un proyecto de extensión de la facultad que gestiona una editorial en contextos de encierro. En ese espacio, cuenta, se dio cuenta de que era posible, de que abrochando cartulinas y papel se podía hacer un libro. La propuesta de Tilinga es entonces esa: los libros se construyen con una impresora común, hojas de colores, abrochadora, cartulina, plasticola y tela. El sentido no es otro que hacer circular los textos que les gustan y les importan, y hacer que los poemas que sus amigos escritores guardaban desparramados en computadoras o cuadernos se conviertan en libros publicados. Así, basta con recubrir las fotocopias con una cartulina y pegar un encaje en el borde de la tapa para dar a esos textos la entidad de libro.
La apuesta por la amistad, el encuentro y el hacer con otros
En el artículo Belleza y Felicidad: me refiero a la amistad, a las fiestas, a las muestras y a los poemas, Julia Novelli sostiene “Tanto la editorial como el espacio [aquella vieja farmacia en la que funcionaba la editorial Belleza y Felicidad fue también un lugar en el que se llevaron adelante performances, lecturas de poesía, recitales y otras expresiones artísticas] y, especialmente, su concepción sobre la literatura y el arte se definieron, desde sus comienzos, por la apuesta por la amistad, el encuentro y el hacer con otros”. Esa lógica de la amistad es también uno de los pilares fundamentales de Tilinga.
El primer fanzine tilingo fue un regalo para sus amigos. Lo hicieron en diciembre de 2024. “Teníamos una juntada con nuestros amigos, porque queríamos festejar tipo, en la semana entre Navidad y Año Nuevo, otra Navidad, los de Letras. Y dijimos, ‘Bueno, listo, hagámoslo ahora.’ O sea, hagamos unos libritos” explica Yael. Franca completa: “Como un regalo para los chicos y como para decir, ‘Bueno, ahora arrancamos’”.
A partir de esta primera experiencia se dieron cuenta de que editar les resultaba más fácil de lo que habían previsto. “Estuvimos 2 horas hablando por WhatsApp en el mismo Google Drive y salió el primer fanzine que es este” cuenta Franca, y señala Fanzine editado artesanalmente sobre cómo se edita artesanalmente un fanzine, el librito que poco después inauguraría el catálogo. Esa facilidad, agrega, tuvo mucho que ver con que, cuando trabajar juntas, las cosas “fluyen”. “Nos juntamos y las ideas que tenemos, a las dos nos gustan o tenemos las mismas ideas” dice Franca. Yael asiente: “Sí, nos pasa eso”. “O yo tengo una idea que todavía no sé por dónde cerrar y Yael encuentra la forma específica para cerrar esa idea y que quede buena, ¿me entendés? Entonces eso también como que hace que fluya y que al final salga fácil”, explica Franca.
Los amigos tienen, además, un lugar muy especial dentro del catálogo mismo de Tilinga. La serie “Juventud divino tesoro”, es un espacio creado para conceder a sus amigos el título de poetas publicados —en una sociedad en la que esto todavía funciona como algún tipo de legitimador de la figura del escritor, pero también algo que no deja de ser un merecido motivo de alegría. Para hacer de los textos de sus amigos un libro y así ponerlos a disposición para que puedan ser leídos por cualquiera. Cada fanzine de esta serie es, así como lo fue Fanzine editado artesanalmente sobre cómo se edita artesanalmente un fanzine, un regalo. “Era el regalo de decir, ‘Mirá, nosotras estamos haciendo esto que es lo que nos gusta y nos gusta lo que vos escribís’. Y, aparte, también si no nos gustara. Es como va por otro lado, es como bueno, queremos que lo que vos hacés sea un librito”, sostiene Yael. Por el momento, la serie cuenta con tres títulos: Pozos de gravedad, de Agustín Grilli; Cantos de inocencia y experiencia, de Martín Devoto; y Porque despedirnos nunca va a tener sentido, de Luna Sánchez.


En la presentación de la editorial en el Dickens Pub, la amistad también cumplió un rol protagónico. Y no solo porque el bar estuvo repleto de afectos que se acercaron a celebrar el proyecto. Por un lado, Agustín, Martín y Luna tuvieron la oportunidad de leer algunos de sus poemas para el público allí presente. A su vez, Yael y Franca convocaron a otros amigos y amigas para que pusieran voz a fragmentos de los otros textos publicados por Tilinga. Además, entre las lecturas hubo un espacio musical, también a cargo de amigos. La idea, explica Yael, era “que todos sean parte de algo”. El lugar mismo era significativo en ese sentido, “es el bar donde medio que todos cursamos, toda la carrera la hicimos en Dickens nosotros. Era como bueno, dos o tres veces por semana, tres veces por semana yendo a Dickens todos juntos”, agrega.
Más allá del evento de presentación, la idea es que Tilinga sirva como excusa para organizar encuentros. “Hacer eventos para leernos y escucharnos, porque es eso. O sea, somos un montón de personas a las que nos gusta esto, a las que nos gusta la poesía y nuestra vida gira en torno a la literatura. Entonces, bueno, por qué no juntarnos a hacer esto”, desarrolla Yael. Franca añade: “dentro del origen del proyecto está esto de no solo que circulen en papel, sino que circulen las lecturas en voz alta”. Yael interviene nuevamente y coincide: “hay algo de que también parte del poema tiene que ver con la puesta en voz, entonces es como, si te estamos editando y podemos darte esta posibilidad, si podemos darte esta posibilidad de que vos puedas darle vida a ese poema como vos lo pensaste, nos parecía re importante hacerlo”.


Manifiesto
Fanzine editado artesanalmente sobre cómo se edita artesanalmente un fanzine, es una recopilación de recortes de algunos de esos textos que Yael y Franca estuvieron leyendo hasta que se decidieron a empezar a editar. “Es como nuestro manifiesto”, dicen. “Realmente cada texto que elegimos para eso, cada cita, tiene algo de lo que nosotras queremos que sea nuestra editorial”, indica Franca.
En la primera página, en un fragmento de una entrevista a Francisco Garamona, una letra negrita destaca: “la onda era hacer del gusto propio una ética de lectura”. Tilinga tiene que ver con eso. La serie “No sé lo que quiero pero lo quiero ya” es su expresión más explícita. Además de este primer fanzine, incluye ¡Ya no llores, verano!, una antología de poemas sobre el verano escritos por poetas que les gusta leer y Todo lo que nos hace felices por menos de $2500, una colección de las cosas favoritas de Franca y Yael.
Esta lógica de trabajar bajo una lógica del propio goce, es transversal a todo el proyecto. Incluso la elección misma de los nombres de las series, el hecho de que sean letras de canciones de Sumo, banda que les encanta a las dos, funciona en ese sentido. A la vez, no deja de haber algo profundamente social en todo eso, porque el objetivo no deja de ser compartir. Incluso en la decisión de nombrar las series con canciones de Sumo hay un vínculo con un otro —la banda, está asociada en su recuerdo a los orígenes de su amistad con Martín Devoto durante la cursada de Taller de Oralidad y Escritura 2–. Y esta dimensión social aparece en la determinación de hacer de la editorial un lugar para los amigos, pero también, quizás a mayor escala, en la serie “Yo quiero a mi bandera”, comprometida con hacer circular textos de autores argentinos como Juan Gelman y Leónidas Lamborghini, con la convicción de “sembrar la memoria para que no crezca el olvido”. Algo de eso se manifiesta cuando descubren que lo que hacen suscita interés en otras personas, que lo que por momentos les parece poco más que una excusa para hacer lo que les gusta, es objeto de la atención de otros.
En otra de las páginas de Fanzine editado artesanalmente sobre cómo se edita artesanalmente un fanzine, un fragmento del libro La escritura aumentada de Eric Schierloh, habla sobre el “desfase” como valor en la edición artesanal. Esta noción, cuentan Franca y Yael, fue fundamental para poder asumir la tarea de edición. Se trata de entender a la imperfección como constitutiva de una producción no masiva, y como uno de los aspectos que hacen a la singularidad de cada ejemplar: “Lo vital y orgánico es justamente el desfase”, escribe Schierloh.
Sobre uno de los últimos papeles rosas que componen el librito —hay que entenderlo como libro, según dice Fernanda Laguna en un recorte de una entrevista realizada por Matías Moscardi, “hay textos que ocupan dos páginas, una fotocopia doblada: y eso es un libro”— se despliegan una serie de definiciones. La primera de ellas, ofrece el significado convenido por la RAE para la palabra Tilinga: “adj. coloq. Arg., Par. y Ur. Dicho de una persona: Insustancial, que dice tonterías y suele comportarse con afectación.” El nombre de la editorial fue tomado del título de un libro escrito por Carmen Iriondo que Yael le regaló a Franca en el primer cumpleaños que celebraron juntas.
Yael: Yo le iba a comprar un libro a Fran y entro, veo el libro que se llamaba Tilinga y ni siquiera lo leí, dije “¡sí!”, dije “le voy a comprar este libro”.
Franca: La tapa es tipo una mano agarrando un esmalte y tiene tipo uñas largas con glitter.
Yael: Pero yo tipo ni lo había leído, fue como total, o sea, es Tilinga porque había algo como sí, re. Siempre nos gustó eso creo.
Franca: Y a mí me encantó. Yo creo que lo leí ese día y me encantó. Y un día, no sé, estaba en casa, vi el libro y le digo, «amiga, Tilinga.» Y al principio era provisorio. Dijimos, bueno, usemos Tilinga Ediciones para crear el mail y después vemos. Y bueno, empezamos, bueno, Tilinga esto, Tilinga lo otro y quedó. Y nos re gustó.
Yael: También nos pasó esto, como que buscamos también las definiciones que ahí están. Y habla como de esto, de la afectación, de la pose. Entonces dijimos como, “sí, es esto”. Es lo que nos gusta y con lo que jodemos hace un montón. Más algo medio de identidad, hace muchos años que jodemos con estas cosas. Entonces, como bueno, sí, somos las tilingas. Sí.

