8.7 C
Mar del Plata, AR
agosto 16, 2025
Estefanía Etchevés Miciolino
Principal

Roma, pesas y coraje: una historia de pasión y segundas oportunidades

Estefanía Etchevés Miciolino dejó Mar del Plata en plena crisis argentina y atravesó el desarraigo en un pueblo italiano. Años después, se reinventó como atleta y se prepara para un Mundial en Estados Unidos.

 

Por Florencia Cordero

 

“Fite” emigró junto a su familia en busca de un futuro mejor. Era el año 2002, un momento difícil para la Argentina, y su adolescencia quedó marcada por el desarraigo y la adaptación a una nueva vida en un pequeño pueblo de Italia, lejos de la gimnasia artística, su gran pasión.

El cambio fue radical. Pasó de una ciudad con oportunidades deportivas y vínculos afectivos construidos, a un entorno desconocido y aislado. Lanciano, una localidad de 40 mil habitantes en la región de Abruzzo, fue su primer destino. Allí no había gimnasios ni espacios donde pudiera continuar con la práctica de la disciplina que había marcado su infancia. “Tuve que cajonear la gimnasia. Pensé que ahí se había acabado todo”, recuerda Estefanía, más conocida por su gente como Fite.

Durante cinco años vivió en ese lugar con su familia, cursó la secundaria y enfrentó el desafío de reconstruirse lejos de sus raíces. “Fue vivido como una prisión, lo que hoy veo como un momento de paz”, dice con distancia, reconociendo el valor de aquella experiencia.

Ni bien pudo, se mudó a Roma para estudiar ingeniería biomédica. Allí respiró otro aire: el de la ciudad, las oportunidades y los nuevos comienzos. Aunque no imaginaba volver al deporte de manera formal, el reencuentro con la gimnasia llegó de la mano de una propuesta inesperada: clases para adultos.

Lo que empezó como una forma de “recordar sensaciones” se transformó en un verdadero renacer. Con la madurez que da el tiempo y una nueva perspectiva sobre su propio cuerpo, Estefanía volvió a entrenar, a competir, y a desafiar sus propios límites. “Roma me dio la posibilidad de empezar de nuevo. A los 25, 26 años retomé la gimnasia y sigo entrenando y compitiendo hasta hoy”, cuenta.

El mundo de la gimnasia para adultos, según describe, está lleno de historias de superación. Personas de 30, 40 o 50 años que deciden probar por primera vez una medialuna, una vertical, o incluso un salto mortal. “Es un ambiente hermoso porque te muestra que no hay edad para aprender, para intentarlo. Es una inspiración”, asegura.

Estefanía es una de esas inspiraciones. Su camino no fue lineal, pero sí auténtico. Dejó su ciudad, enfrentó el desarraigo, atravesó el silencio de su deporte y encontró, en la adultez, una forma distinta de volver a sentirse ella misma. “No podía terminar así”, dice sobre aquella pausa forzada en la gimnasia. Y tenía razón. No terminó. Solo cambió de forma.

Estefanía Etchevés Miciolino

El estudio, el deporte y el gen competitivo

El deporte siempre fue un motor en su vida. Desde pequeña en Mar del Plata, su camino parecía claro: iba a ser profesora de educación física. Pero la vida la sorprendió con un cambio de país, una nueva lengua y la necesidad de reescribir sus planes. Ya instalada  en Roma, lejos del rol central que tiene el deporte en Argentina, decidió retomar otro amor que había estado siempre latente: la ciencia. Así fue como se embarcó en una carrera desafiante e interdisciplinaria, la Ingeniería Biomédica.

“Siempre me fue fácil la matemática, la física, la química. Biomédica mezclaba un poco de todo y me daba opciones para no aburrirme y hasta podía acercarme al deporte de alguna forma”, menciona. Su recorrido la llevó a trabajar en una empresa multinacional diseñando sistemas de seguridad, y hasta a realizar un doctorado que la llevó por Europa. “Para mí, Roma fue un punto de llegada clave. Pude hacer algo que me apasiona, tener una vida completa y estar con mi familia”.

Pero si algo caracteriza a Estefanía es su búsqueda constante. Durante la pandemia, al quedarse sin su actividad física habitual, comenzó a entrenar funcional en casa. Poco a poco, sin imaginarlo, ese entrenamiento la fue acercando a un mundo completamente nuevo: el levantamiento de pesas. “Si me lo preguntabas cinco años atrás, te decía que era algo horrible y aburrido”, dice entre risas. Pero el respeto que le generaban las pesas y su necesidad de hacerlo bien la llevaron a entrenar con un exmundialista del deporte.

Lo que empezó como un complemento se convirtió en pasión. “En la gimnasia ya no podía mejorar tanto. Acá, en cambio, empecé a ver progresos desde cero. Levantás más, te movés mejor, todo se hace más fácil”. Y como buena competidora desde los seis años, no tardó en inscribirse en torneos. Primero en su categoría de peso, luego bajando unos kilos para alcanzar una división donde podía destacarse aún más.

Y lo logró: ganó una medalla de oro en el Europeo Máster y otra en un torneo abierto en Sicilia, lo que le valió la clasificación al Mundial de Levantamiento de Pesas Máster, que se disputará en septiembre en Las Vegas. “La primera reacción fue: ‘muchas gracias, pero es en Las Vegas’. No se daban las condiciones. Pero un compañero me insistió: ‘Esto te pasa una vez en la vida, no te lo podés perder’. Y armamos una colecta online en GoFundMe”. 

La campaña, impulsada con sus propios medios y redes, ya está en marcha y superó todas las expectativas. “Entrenar y competir es parte de mi vida. Pero cuando ves la respuesta de la gente, entendés que desde afuera lo ven como algo extraordinario. Y eso emociona”.

Con una vida atravesada por el cambio, la resiliencia y el aprendizaje constante, Estefanía no deja de construir su camino, ladrillo a ladrillo. Hoy, a sus treinta y pico, combina ciencia y fuerza, cálculos y técnica, y se prepara para representar a Italia en un Mundial que, más allá del resultado, ya simboliza una victoria personal. Porque el verdadero podio es animarse a empezar de nuevo, tantas veces como haga falta.

 

Últimas Notas

Círculo de Ferromodelistas Marplatenses: pasión por los trenes

Thomas

Talud MDP, el fenómeno oceánico del Conicet convertido en videojuego

redaccion

Celeste Saulo: “Me conmueve que hayan pensado en mí para otorgarme la máxima distinción”

Agustin