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abril 18, 2025
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Derecho al Derecho: Trata de Personas (parte I)

De la secta rusa de Bariloche al horror del City Hotel de Mar del Plata: un riesgo mucho más cercano de lo que se suele imaginar

Por Limay Ameztoy

Un supuesto gurú al que se sigue con devoción. Un grupo que promete brindar a sus integrantes la seguridad física, material y emocional que no obtienen en otros lugares. Un bienestar cuyo precio puede ser el sometimiento total a situaciones de violencia física, emocional y sexual contradictorias con la dignidad humana.  

El ciudadano ruso sindicado como líder de la organización, custodiado por efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria tras su detención en el aeropuerto de San Carlos de Bariloche.

Esta estafa piramidal del horror volvió a funcionar hasta hace unos días en Bariloche, dónde la mirada alerta de los profesionales de un hospital permitió detectar una red de trata liderada por un supuesto gurú ruso que mantenía cautivas a al menos seis mujeres con fines de explotación sexual y reducción a la servidumbre.

En este caso, tanto víctimas como victimarios eran de origen ruso. Pero, ¿es siempre así? ¿Estamos los argentinos, y más específicamente los marplatenses, exceptuados de estos riesgos quizás por razones sociales, económicas o culturales? 

La respuesta es no. No hay que remontarse muy lejos en el tiempo para confirmarlo: en 2018 la Justicia local logró desmantelar una secta que funcionaba bajo la fachada de un instituto de yoga -igual engaño que el utilizado por la red de  Bariloche- y que dejó a su paso a decenas de víctimas, entre ellas las propias hijas biológicas del supuesto líder espiritual del grupo.

Muchos interrogantes

¿Qué lleva a una persona a ser susceptible de quedar atrapada en estas redes? ¿Qué situaciones de vulnerabilidad previas configuran a una potencial víctima de estos buitres humanos? ¿Hay siempre un mensaje pseudo filosófico o religioso de por medio? ¿A qué señales de alerta hay que prestarles atención? ¿A quién o quiénes se debe recurrir en caso de sospechar la existencia de una red de trata o que una persona está siendo víctima de este tipo de delitos? 

Son preguntas a las que se intentará ir dando respuesta en una serie de informes que se publicarán en estos días, en el marco del relanzamiento de la columna Derecho al Derecho. 

La secta rusa de Bariloche

El caso volvió a poner en la agenda mediática el tema de la trata y sirve para comenzar a deshilvanar la compleja madeja que se esconde detrás de estos casos extremos de vulneración de los derechos humanos.

Todo comenzó con la llegada al hospital de Bariloche de una mujer embarazada de ocho meses. La joven, que decía tener 22 años y hasta el momento no se había hecho controles, estaba acompañada por otras dos mujeres que monopolizaban el diálogo con los profesionales de la salud. El cuadro llamó la atención del personal del nosocomio, que además sospechó sobre la edad de la muchacha: sus características físicas indicaban que no tenía más de 15 años.

La joven no regresó hasta que comenzó con el trabajo de parto. Para entonces, el hospital ya había alertado de la situación a la Policía, dando comienzo a una investigación que terminaría con la detención de 21 personas -19 hombres y 2 mujeres-, acusadas de formar parte de una organización criminal con fines de trata sexual y reducción a la servidumbre.  

El líder de dicha organización era Konstantin Rudnev. El supuesto gurú ya había sido sentenciado en 2013 a 11 años de cárcel en una colonia de máxima seguridad rusa por violar a las discípulas de su secta, atentar contra el pudor y por distribución de drogas ilícitas.

 Además de la joven madre y su bebé, tras los operativos fueron liberadas seis mujeres con cuadros de desnutrición, casi sin cabello y con claros signos de perturbación mental.

La secta del hotel City

La utilización de un grupo espiritual o instituto de yoga como fachada para ocultar grupos delictivos dedicados a la trata de personas no es algo nuevo en la Argentina ni en Mar del Plata.

En junio de 2022 el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata dio por probado que al menos desde 2005 había operado en el céntrico Hotel City de esta ciudad una organización sectaria, que había reducido a la servidumbre y explotado sexualmente a al menos 32 personas.

En este caso, el rol que en Bariloche ejercía el ruso Rudnev lo ocupaba Eduardo Agustín de Dios Nicosia Acosta. Durante años, y en algunos casos décadas, los supuestos miembros de esta secta fueron sometidos a estrategias de manipulación psicológica, control de movimientos, privación de alimentos y violencia física y sexual.

Como resultado de estos abusos, Nicosia tuvo catorce hijos: doce de ellos con seis madres diferentes y los restantes con dos de sus hijas biológicas.

 Al término del juicio, la sentencia dictada por los jueces Roberto Atilio Falcone, Fernando Marcelo Machado Pelloni, y Nicolás Toselli aplicó penas de 25, 14 y 6 años de prisión a los procesados con vida en ese momento, dado que el “gurú” Eduardo Nicosia había fallecido en prisión unos meses antes. 

Señales de alerta e investigaciones

No todos los centros de yoga o grupos espirituales funcionan como fachadas para sectas dedicadas a la trata de personas y no todas las personas que se acercan a este tipo de instituciones son susceptibles de ser captadas por estas redes del horror.

Tanto la Justicia como la Policía y las instituciones que trabajan en la prevención y la sanción de este tipo de delitos lo tienen claro. Pero toda la sociedad debe contribuir a estas tarea: qué signos indican que una persona corre riesgos de caer en una red de trata; a  quiénes recurrir ante esa sospecha y qué instituciones trabajan para prevenir estas temáticas serán algunos de los interrogantes que se aborden de la próxima entrega de la columna Derecho al Derecho. 

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