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El Eternauta: una nevada eterna sobre la memoria argentina

La historieta más influyente del país cumple más de seis décadas desafiando el tiempo. De su publicación original en tiras semanales a las ediciones de lujo europeas, de su lectura política a las adaptaciones frustradas, de los Ellos a los Nestornautas, el mito sigue creciendo. Ahora, Netflix se anima a llevarla a la pantalla con Bruno Stagnaro al mando.

Por Lucas Alarcón

Corría 1957 cuando los lectores de la revista Hora Cero se encontraron con algo inédito: una nevada mortal caía sobre Buenos Aires, y un grupo de sobrevivientes debía organizarse para enfrentar una amenaza que no comprendían del todo. El guión de Héctor Germán Oesterheld y los dibujos de Francisco Solano López dieron origen a El Eternauta, una obra que no solo cambiaría la historieta argentina, sino también la forma de narrar el miedo, la resistencia y el heroísmo colectivo.

El Eternauta se publicó originalmente por entregas en Hora Cero Semanal, una revista pionera del género editada por Editorial Frontera, fundada por el propio Oesterheld. Cada semana, los lectores esperaban una nueva página de la historia de Juan Salvo, su familia y sus vecinos, encerrados en una casa del barrio de Vicente López, luchando por sobrevivir al frío, a los cascarudos, a los Gurbos y a los Manos. Más tarde, esa primera versión sería compilada en ediciones completas, traducida a varios idiomas y convertida en un clásico del cómic mundial.

La historia fue retomada por el propio Oesterheld en distintas versiones. Una de las más comentadas fue la adaptación que realizó con Alberto Breccia, publicada en 1969 en la revista Gente. Esta versión, más experimental y con un fuerte contenido simbólico, fue criticada por la editorial y censurada tras pocos números, aunque quedó como una obra de culto por su audacia estética y su carga política.

Más adelante, Oesterheld escribió una segunda y una tercera parte de El Eternauta, nuevamente con Solano López en los lápices. La última de ellas fue escrita desde la clandestinidad, en 1976, en plena persecución por parte de la dictadura militar. Allí, el contenido político ya no era sugerido, sino explícito: los enemigos eran más identificables, la lucha era más urgente, y Juan Salvo ya no era solo un viajero del tiempo, sino un combatiente de una guerra muy real.

En paralelo a estas continuaciones, aparecieron otras obras relacionadas como Odio Cósmico, El Mundo Arrepentido o El Eternauta: El Regreso (de nuevo con el arte de Solano Lopez), además de reinterpretaciones y homenajes tanto en Argentina como en el exterior. De hecho, El Eternauta ha sido editado en formatos de lujo en Estados Unidos, Francia, España e Italia, con análisis críticos que lo colocan junto a los grandes títulos del cómic universal.

Una presencia viva en la cultura popular

La influencia de El Eternauta en la cultura argentina ha sido profunda y multifacética. La batalla en el estadio de River, con los invasores enfrentando a la última resistencia argentina, se convirtió en una imagen icónica. Los Ellos, los Manos, los Gurbos: toda esa cosmogonía ha sido reversionada en murales, performances, libros académicos y hasta memes.

En 2011, el sello independiente Concepto Cero lanzó el álbum Los Ellos, un compilado homenaje que reunió a 18 bandas de la escena emergente argentina. Cada grupo aportó una canción original inspirada en la historieta de Oesterheld y Solano López. Participaron artistas como Excursiones Polares, La Patrulla Espacial, Pommez Internacional, Mostruo!, Brahmán Cero, La Perla Irregular, Bradien, NormA, Casimiro Roble, Dietrich, Shaman y Los Hombres en Llamas, El Perrodiablo, Tata Laxague, Fútbol, Supersivo, Cinemática, Los Dientes y la dupla Diego Boris – Cristian Aldana. El disco fue presentado en La Plata con una muestra de ilustraciones y proyecciones, reforzando el diálogo entre música, narrativa e imagen.

Además, cuando Néstor Kirchner falleció en 2010, el kirchnerismo popularizó la figura del “Nestornauta”, retomando la estética del traje antirradiación como símbolo de liderazgo, memoria y protección colectiva. El Eternauta volvió así a ocupar un lugar central en la iconografía política, esta vez no desde la ficción sino desde la calle.

De los proyectos frustrados a la serie de Netflix

Hubo varios intentos por llevar la historia al cine. Uno de los más resonantes fue el proyecto fallido de Lucrecia Martel, que estuvo cerca de concretarse pero fue frenado por desacuerdos en torno a los derechos. También se rumoreó sobre el interés de un realizador norteamericano por adaptarla al estilo de Hollywood, lo cual encendió alarmas entre los fans.

Finalmente, en 2020, en plena pandemia, Netflix anunció que produciría una serie con dirección de Bruno Stagnaro. Muchos dudaron que el proyecto pudiera avanzar, pero ahora la filmación está en marcha y las expectativas son altísimas. Stagnaro, reconocido por su sensibilidad para retratar la vida urbana con crudeza y poesía —Pizza, Birra, Faso; Okupas; Un gallo para Esculapio—, enfrenta el enorme desafío de trasladar una historia mítica a un nuevo lenguaje audiovisual.

Más de 60 años después de su primera nevada, El Eternauta sigue nevando sobre la memoria colectiva. Es una historia que no se deja atrapar ni por el tiempo ni por los géneros. Una advertencia, un legado, una patria posible imaginada desde la tinta y el papel.

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