María Becerra comenzó a los 12 años como youtuber subiendo covers y videos de sus castings para tiras televisivas infantiles y juveniles hasta que tres años después un monólogo paródico en Facebook cosechó un millón de vistas.
Eso la impulsó a crear su propio canal de YouTube donde subía todo tipo de contenidos: hablaba, contaba anécdotas, enseñaba a bailar y cantaba, una experiencia «con la que me empezó a ir re piola».
«Le tenía que dedicar muchas horas pero me divertía. Lo hacía en mi casa, nadie me jodía, me daba mi plata y estaba contenta», repasó la joven bonaerense formada en teatro, comedia musical y música.
- ¿Te llamaban las empresas para auspiciarte o te pedían que fueras a un boliche?
– María Becerra: Boliches y presentaciones nunca hice. No me gustaba la idea de ir a un boliche a poner la cara porque no podía hacer más que eso, no es que podía hacer un monólogo. La plata real por YouTube no entraba pero al año y medio de estar haciendo videos empezaron a aparecer las marcas que me pedían que muestre un producto o que se vea en la repisa de atrás en algún video, o que en el primer minuto que es cuando más retención de audiencia hay promocione su crema o su aplicación de equis cosa. Así es como entraba la plata.
Influencias y realidades
– ¿Participaste de alguna competencia de freestyle a nivel barrial?
– Claro. La verdad que siempre fui muy abierta musicalmente, me gusta todo tipo de música y tuve mucha influencia del rap y del trap por mi hermano Juan que me hacía escuchar Wiz Khalifa, Mac Miller, Snoop Dogg y llegó un momento donde era súper fanática. Muchas influencias de todos lados y escuchar lo que uno escucha, querer probar, querer hacer en parte lo que ellos pueden hacer. Un poco de acá, un poco de allá y la cabeza crea con esas influencias y esos conocimientos.
– ¿Cómo se relaciona la música urbana con la realidad del conurbano bonaerense?
– El rap y el hip hop son una muy buena banda de sonido de mi barrio, yo vivía a una cuadra de los monoblocks cerca de Avenida Calchaquí y ahí sonaba mucho el rap de vieja escuela, como el del español Porta. El rap es una música que habla mucho sobre las realidades, más que nada de los barrios bajos, y eso encaja perfecto con el conurbano.
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