La posibilidad de un nuevo comienzo, de reescribir una historia. Eso es lo que ofrece la educación a las personas privadas de su libertad, una herramienta fundamental para la recuperación de trayectorias interrumpidas y la garantía de derechos postergados.
Por Nahuel Wilfinger
En los centros penitenciarios, la gestión escolar se convierte en un pilar esencial, trabajando para asegurar el acceso, la permanencia y la continuidad de los estudios. Bacap tuvo la oportunidad de conversar con Nilda Arenas y Mariela Mastrangelo, directora y vicedirectora del CENS N°470, la escuela secundaria de adultos que funciona en el centro penitenciario de Batán, quienes brindaron una visión profunda de las particularidades de este sistema educativo, haciendo hincapié, desde el inicio, en la importancia de referirse a quienes asisten a sus aulas como alumnos o personas privadas de su libertad, desterrando términos estigmatizantes como «reclusos» o «presos».
Objetivo pedagógico/social
“Son sujetos que obviamente han perdido su trayectoria, su identidad desde la documentación hasta toda su historia de vida, entonces la escuela cumple también además de la importancia el valor del conocimiento y del aprendizaje, el construir sus trayectorias, de vida y la identidad” mencionó la directora al referirse al rol de la institución en la reconstrucción de las trayectorias de los estudiantes en cuanto a lo educativo y lo referido a la persona.
También destacó que la mayoría después tiene la posibilidad de seguir estudios o de conseguir trabajo, para lo cual la formación es primordial . A lo que Mastrangelo complementó: “No se le vulnera el derecho a la educación a las personas privadas de su libertad.
¿Por qué eligen asistir a la escuela?
Arenas destacó la importancia para ellos de completar su trayectoria educativa, “el tema es que muchos tuvieron experiencias inconclusas y por cuestiones económicas o situaciones de la vida, cometieron ilícitos y no pudieron terminar o concluir”.
Esto va de la mano con problemas familiares, ellos tienen una historia, mencionan que obviamente una vez que están en el encierro, lo primero
que piensan es en querer salir y buscan todos los beneficios que te ayuden a poder hacerlo.
Arenas comentó que “cuando llegan a la escuela, descubren que tienen más derechos, además del derecho en sí de la educación. Se dan cuenta que tienen otras posibilidades de aprendizaje, de manejarse hasta con la misma justicia”.
Y a lo que añadió: “Entonces ahí es donde ellos entienden la importancia de la educación, pero en un principio tal vez lo pueden llegar a ver como algo que no pudieron cerrar en sus vidas o por un tema de justicia, de querer salir en libertad con un beneficio, porque eso es real, una vez que ya pisaron la escuela empiezan a descubrir otras cosas, que ahí se torna interesante”.
Las autoridades también dijeron que los alumnos empiezan quieren terminar la trayectoria y buscan el pase cuando a lo mejor van de traslado a otra unidad penal, también consultan ¿cómo tengo que hacer? ¿Cómo es el pase a otra escuela? Y si me voy en libertad, ¿dónde puedo seguir estudiando?
Currículum oficial
Respecto a la aplicación del currículo oficial la directora comentó: “Estamos transitando un nuevo diseño curricular en la modalidad de adultos que es mucho más flexible, que tiene una visión un poco más autónoma y un poco más situada”.
Y agregó “yo siempre pienso desde mi lugar que no es necesario un currículum diferente o uno aparte para las personas que están privadas de su libertad, porque siempre hay que pensarla viendo en el afuera. Entonces es muy difícil pensar en un currículum específico para educación en contexto de encierro”.
Arenas mencionó que muchos de los estudiantes culminan el ciclo de la primaria dentro de la unidad penal. Además destacó que ellos no cuentan con equipo de orientación, el mismo no es una opción que esté dentro de la modalidad de adultos, porque no son nivel obligatorio, lo que sí hacen es ser más accesibles en los tiempos que cada alumno necesita al momento de dar las clases.
Vínculos educativos significativos
Por su parte, Nilda explicó que ellos respetan el espacio porque es el lugar donde consiguieron garantizar sus derechos, desde la educación hasta un montón de cuestiones en las que fueron privados. Entonces, se ha generado un vínculo de respeto y de valorización del espacio de escuela que en el afuera lo siguen sosteniendo inclusive. “Cada vez que los encontramos en algún negocio o en sus lugares de trabajo que han conseguido, está el agradecimiento continuo”.
También enfatizó en la devolución que tienen de los chicos que tienen que seguir cumpliendo la condena luego de terminar sus estudios y siguen apoyando la escuela y están como referentes.
“Son egresados nuestros y siguen teniendo un vínculo con la escuela y tratan de ir a los pabellones transmitiendo la importancia y el valor de la educación”, comentó la directora
El ámbito educativo además genera vínculos entre los estudiantes que fortalecen los acuerdos de convivencia dentro del instituto.
Contexto penitenciario: tiempos, espacios y materiales escolares
Desde el equipo directivo explicaron que se ha mejorado un montón, que existe un nuevo paradigma con respecto a la relación con las unidades penales. Pero siguen existiendo roces porque el tema de organización de un servicio penitenciario difiere mucho del educativo.
Con respecto a la bajada de la escuela, la organización de la escuela, ahí es donde mencionan que se genera complicaciones porque los horarios que tiene el secundario tanto en la mañana o en la tarde, les implica al servicio penitenciario organizarse un montón de cuestiones asegurativas donde en algunos casos se dan situaciones que complejizan todo, “es como que somos un estorbo” mencionaron.
“Hay un montón de cuestiones que tenemos que estar todo el tiempo dialogando con la gente del servicio para poder llevar a cabo lo que es el acto educativo. Si hay una actividad especial también sacar los permisos, si tienen que ingresar docentes nuevos también sacar permisos” mencionaron.
Arenas enfatizó la importancia de las reuniones con el personal de servicio para asegurar que los estudiantes cumplan con las normas. Comentó que también son necesarias las requisas y controles continuos. A medida que las características y comportamientos de los estudiantes evolucionan, las medidas de seguridad deben volverse más sofisticadas.
También mencionaron que reciben material didáctico como cuadernos y bolígrafos, destinados a durar todo el año. Sin embargo, estos suministros a menudo son insuficientes debido a la gran matrícula en el secundario.
Manejo de los celulares
Las autoridades destacaron que no tan solo existen problemas con el tema del celular en el afuera, sino también dentro de contexto que ha sido lo que la sociedad en este momento descubrió, que los chicos que están en el encierro usan el celular. Y obviamente no lo pueden llevar a la escuela.
La vicedirectora Mastrangelo comentó que, como cualquier escuela, existe dimisión, que a ellos también los van entrecruzando situaciones que tienen que ver con cuestiones propias del encierro, como son los traslados, la sanidad, la inexistencia por ahí de un vínculo que haga que los chicos sigan en la escuela, o por ahí con cuestiones emocionales que los afectan.
Mastrangelo destacó que “ellos hacen territorio, que en nuestra escuela son los pabellones. Así que generalmente hacemos lo que llamamos retención de matrícula. Que tiene que ver con hacerles una entrevista a aquellos chicos que se descontinuaron en la escuela, que dejaron de asistir por algún motivo. Ahí nos vamos enterando un poco cuáles son las situaciones y cómo los docentes lo pueden acompañar para volver a la escuela”.
La educación como “antidestino”
Mastrangelo dijo “yo te saco mi frase de cabecera que siempre la uso, de Violeta Nuñez que dice la educación como antidestino, te da herramientas”.
“Nosotros siempre lo decimos con Nilda, llevamos muchos años en la unidad penal, no somos misioneros, no somos salvadores de nadie, solo tenemos para ofrecerle a ellos herramientas que les permitan ver un futuro diferente. Y les queda a ellos tomar esas herramientas y aplicarlas en la vida cotidiana”.
También destacaron que hay gente profesional afuera que se hizo profesional dentro de la unidad penal y volvió a entrar.
Cambios necesarios para que la escuela mejore
Según las autoridades, para fortalecer la enseñanza en el contexto de encierro se debería mejorar la coordinación entre el servicio penitenciario y la escuela.
También a su vez mejorar el suministro de recursos para el establecimiento educativo donde se pueden observar según el equipo directivo aulas diminutas, escasas mesas, pizarrones, todo lo que es material para la escuela. Estos son importantes ya que comentan un alto índice de matrícula para el establecimiento educativo y sin estructura y herramienta se dificultará darle clase a todos esos chicos.
Arenas señaló que la asignación de horas docentes en el ámbito penitenciario ha pasado a regirse “por acto público” bajo la supervisión de la SAD. Aunque existe un listado de profesionales con postítulo o capacitación en contexto de encierro no siempre estos profesionales son los seleccionados. En sus palabras, “lamentablemente nos está llegando gente que no sabe dónde está parada”.
Esta falta de familiaridad con el entorno penal se refleja en las dificultades que afrontan al pisar la unidad, recorrer los pasaductos y enfrentarse a las dinámicas del aula. Arenas advierte que, por eso, es imprescindible mantener un diálogo constante para definir “el rol docente, el vínculo que tiene que tener el docente con el alumno y viceversa”, garantizando así que la enseñanza.
Arenas asegura que, aunque la mayoría de los docentes se mantiene firme frente al aula en esta situación, “dos o tres” han decidido abandonar este espacio al confesar que “le da fobia” el encierro o afirmar “no es mi lugar”.
El equipo que permanece enfrenta a diario aulas desprovistas de apoyo de orientación y con estudiantes que presentan adicciones, problemas de salud y ritmos de aprendizaje dispares. Esa heterogeneidad convierte cada clase en un laboratorio pedagógico donde la capacidad de adaptación y la formación continua resultan imprescindibles. Solo quienes aceptan “replantearse si realmente quieren estar ahí” y se comprometen a capacitarse logran construir dinámicas capaces de responder a las complejidades del contexto penal y garantizar una enseñanza de calidad.