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septiembre 27, 2025
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De Mar del Plata a la élite del básquet: la inspiradora trayectoria de Daiana Di Benedetto

De entrenar minibásquet en Quilmes a dirigir en la Liga Nacional y en la Selección Argentina, su carrera como coach es un testimonio de esfuerzo, aprendizaje y pasión.

Por Florencia Cordero

En solo cinco años, Daiana Di Benedetto atravesó un recorrido que a muchos entrenadores les lleva décadas. Formadora incansable en Mar del Plata, pionera en el básquet femenino local, protagonista del crecimiento de Ameghino de Villa María, entrenadora de Instituto en la Liga Nacional y parte de los cuerpos técnicos de la Selección Argentina. Su historia es la de alguien que nunca se detuvo ante la duda y que eligió siempre el camino del esfuerzo.

“Todo va a depender de las ganas que vos pongas”. Esa frase se la dijo Héctor “Cholo” Picón cuando, con 14 años, se presentó en Quilmes de Mar del Plata para jugar al básquet sin experiencia previa. Fue el primer empujón que la acercó a una pasión que terminaría marcando su vida.

Los primeros pasos en Mar del Plata

Jugó en Quilmes, pero pronto comprendió que su lugar estaba en la enseñanza. Mientras cursaba el profesorado de Educación Física, fue ayudante de cátedra de Luis Fernández y empezó a dirigir a los “Cebollitas”, el semillero que reunía a decenas de chicos y chicas en el club. “Era una revolución -recuerda-, se llenaba el gimnasio de chicos. Muchos de ellos después llegaron a la Liga Nacional. Yo era muy chica, estaba aprendiendo, pero ya sentía que ahí había algo que me apasionaba”.

De a poco fue sumando experiencia y también impulsando proyectos en el básquet femenino de Mar del Plata, que por entonces tenía escasa competencia. Armó categorías, gestionó torneos y le dio forma a un espacio que permitió que muchas jóvenes pudieran iniciarse en el deporte.

La pandemia y el salto a Córdoba

El 2020 fue un punto de quiebre. Con el básquet parado y el país en aislamiento, recibió un llamado de Ameghino de Villa María, Córdoba. “Siempre tengo el sí adelante del no. Creo que hay que aceptar desafíos, después ver qué pasa”, confiesa Daiana. Y esa filosofía la llevó a mudarse en plena pandemia para encarar un proyecto que, en pocos años, se volvió referencia en el básquet femenino nacional.

Ameghino apenas contaba con un puñado de jugadoras y no tenía estructura consolidada. Con trabajo constante, entrenamientos diarios y mucho esfuerzo de gestión, el club dio un salto exponencial: sumó categorías, formó jugadoras y en tiempo récord se insertó en la Liga Nacional femenina.

La consolidación en Ameghino e Instituto

Los años en Villa María fueron de crecimiento personal y colectivo. Ameghino se transformó en un club competitivo, con presencia en torneos nacionales y con una base de jugadoras que crecieron de la mano de Daiana y su cuerpo técnico. “El aprendizaje fue enorme. No solo se trataba de entrenar, sino de construir un proyecto desde cero. Eso me dio una visión integral del básquet, desde lo deportivo hasta lo humano”.

Ese recorrido la fue poniendo en la mira de dirigentes, colegas y jugadoras de todo el país, que empezaron a reconocer en ella una entrenadora distinta: comprometida, exigente y con una mirada moderna del juego.

En paralelo, surgió la oportunidad de dirigir a Instituto de Córdoba en la Liga Nacional femenina. Fue otro gran paso en un recorrido acelerado. “Yo creía que no estaba lista, pero entendí que la forma de crecer es aceptar los desafíos. Teníamos un plantel austero, pero con mucho compromiso. Logramos llegar al Final Four en el Clausura, y eso fue un premio al trabajo de todas”, cuenta.

La exigencia de la elite le permitió también compartir entrenamientos y charlas con Lucas Victoriano, entrenador del equipo masculino en la Liga Nacional, y aprender de Cristian Santander, un referente por su experiencia en la Selección. Cada espacio fue una escuela que potenció su desarrollo.

El sueño de ser parte de la Selección Argentina

Otro de los grandes hitos en este vertiginoso camino fue su llegada a la Selección Argentina. Primero como asistente en el Sudamericano U17, luego como entrenadora principal de la U15 en el torneo continental. “Sentía que era un premio al esfuerzo. Un regalo al trabajo silencioso de tantos años. La Selección no es de nadie, es de todos. Y estar ahí es un lugar de privilegio que siempre hay que honrar”.

Aunque asegura que dudaba de estar lista, aceptó el desafío. “Soy muy autocrítica, pero entendí que había que dar el paso con deseo y responsabilidad. Esa experiencia me marcó y me confirmó que quería seguir por este camino”.

Un recorrido que inspira

De Mar del Plata a Córdoba, de los semilleros a las competencias internacionales, de formar jugadoras a dirigir con la camiseta celeste y blanca. Todo en apenas cinco años.
“Yo no soy la misma de hace dos o tres años. El básquet me atravesó siempre, me dio todo y me enseñó que la clave es trabajar, aprender y disfrutar. Disfrutar muchísimo lo que hacés”, reflexiona.

El futuro aparece abierto, pero Daiana tiene claro el motor que la guía desde aquel primer día en Quilmes: las ganas. Y si algo demostró en este tiempo, es que con pasión y constancia se pueden cumplir nuestras metas.

“Si me hubiera quedado en Mar del Plata, cómoda en mi lugar, nada de todo esto habría pasado. Animarme a salir, a viajar, a enfrentar lo que no conocía fue lo que me hizo crecer”, reconoce. Su historia es, en definitiva, una prueba de que arriesgar vale la pena: cada paso que dio la obligó a reinventarse, a aprender y a confiar en que el camino se construye andando. Hoy, cuando mira hacia atrás, sabe que en apenas cinco años recorrió una vida entera de básquet. Y que todo empezó con una decisión simple, pero poderosa: animarse.

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