Manino Iriart
Descubriendo a

Manino Iriart – Director Nacional del Correo Argentino

Por Manuel Straccia

El currículum de Rodolfo “Manino” Iriart, a sus 45 años, es amplio. Actualmente es Director Nacional del Correo Argentino, pero ha ocupado el rol de Diputado, cargos en el Gobierno Ejecutivo bonaerense y también como secretario de Seguridad de Mar del Plata.

En una extensa charla con Bacap, Manino contó sobre su infancia en el campo y los puntos de inflexión que marcaron su semblante como político, padre y, fundamentalmente, sus convicciones como persona.

El espíritu aventurero

Lo primero que mencionó “Manino” fue sobre algo que cualquiera que hubiera entrado en la conversación hubiera advertido: las marcas en su nariz y su frente. “El domingo viajé a Chapadmalal con mi familia y llevé la bicicleta. Venía con mi señora en el caño y los nenes, para hacer unos diez metros. Pero agarré una cueva, se enterró la bicicleta y me di vuelta… Pegué con la frente, la nariz y los dientes, en el pasto”, comenta y suelta algunas risas.

Los nenes son sus hijos de 6 y 2 años y tiene otro de 17. El resto del núcleo familiar lo conforma su compañera Débora Indarte, diputada provincial por el Frente de Todos.

Rodolfo Iriart nació en Benito Juárez el 5 de mayo de 1975, pero se considera “marplatense por elección” ya que llegó a la ciudad en su juventud.

Como aventurero que es, tiene previsto todo  y así lo cuenta: “Tengo un kit para salir en burbuja, así busco algún lugar específico y no necesito nada. Durante mucho tiempo lo hice durante los veranos con mi casa rodante, estoy preparado para estas cosas. Me gusta recorrer lugares, mirar, andar, mostrarle cosas a mis hijos. Del país, de Mendoza para abajo, conozco los lugares más recónditos”.

En sus espaldas, carga con un CV que inicia con la fundación del Centro de Estudios para el Fortalecimiento de las Iniciativas Locales (CEFIL). En 2007 se incorporó en la Coordinación de Asuntos Políticos. Ocupó ese cargo hasta el 2009 y luego asumió como Director de Subsidios y Subvenciones de la Provincia de Buenos Aires dentro de la Jefatura de Gabinete.

En 2011 fue electo Diputado provincial por la Quinta Sección, en la lista del Frente para la Victoria.  En abril de 2015 fue designado Secretario de Seguridad de la Municipalidad de General Pueyrredon. En octubre de ese año renovó su banca como diputado, mandato finalizado en 2019. En 2020 se desempeñó en la coordinación operativa de la zona Atlántica para COVID-19 del Ministerio de Seguridad de Provincia de Buenos Aires. Desde septiembre, es Director Nacional del Correo Argentino.

Del campo a la ciudad

“Mi niñez la viví entre vacas, ordeñe, corderos, caballos, ovejas, gallinas, hortalizas… Todos los días nos tomábamos una combi que nos llevaba a los del campo a la primaria en la ciudad. Ya en la secundaria, nos quedábamos solos con mi hermano en una casita y los fines de semana volvíamos al campo a ayudar a nuestros padres”, describió

Un punto crucial en su vida fue terminar el secundario, en el que debía tomar la decisión de continuar trabajando en el campo o irse a la ciudad. Finalmente, Mar del Plata fue su destino y decidió anotarse en la carrera de Derecho.

Las complicaciones no tardaron en llegar, porque se había terminado su trabajo de verano y le quedaba poco dinero. Antes de irse, le avisaron de un puesto en “Casa tía”, pero cuando llegó la fila era muy larga.

“Entré al local y pedí hablar con el gerente por un tema personal. Después de insistir, me dejó pasar y hablé. Después de pedirle por favor, de rodillas que me de trabajo, me dijo que me vaya. Me volví al campo, me llamaron por teléfono de Casa Tía para hacerme un preocupacional. Así, sucio como estaba, me fui a la ruta e hice dedo. Mi mamá me decía que no me vaya, que no era lo mío, que estaba mi hermano”, contó risueño y con desfachatez sobre la decisión que cambió su vida..

– Esa actitud de caradura, de meterte en la oficina… ¿la volviste a repetir? 

– Todo el tiempo la veo reflejada. Mucho más cuando hay que tomar decisiones fuertes. Cuando me tocó ir a la Secretaría de Seguridad de MDP, siendo diputado, fue una decisión que tomar. Yo lo hice con la convicción de que algo podía cambiar. Por eso cuando me dicen que no tengo problemas porque estoy en la política… Si yo quería plata o estar cómodo, me hubiera quedado en el campo. La vocación de servicio es eso, las ganas de cambiar algo.

– Cuando mencionas el espíritu aventurero, ¿crees que se puede extrapolar a tu carrera política? Porque has pasado por varios cargos

– Puede sonar mal que uno diga tener espíritu aventurero en política… Yo siempre fui con la misma línea, la misma doctrina. Lo que sí es cierto es que he tratado de aprender lo que no sabía. Me puse a estudiar cuando fui a la secretaría de seguridad. Además de mi personalidad, necesitaba saber cómo hacer una planificación estratégica. Recorrí lugares como Colombia, Chile, Estados Unidos estudiando. Son tres ejes que hay que trabajar:la vocación de servicio, los valores y la capacitación.

Cada vez que te toca ocupar un lugar, tenés que analizar esto. También he rechazado lugares importantes, porque me iba a sentir frustrado por no estar preparado. He sabido decir que no. A algunos no les importa exponerse al fracaso, a mí sí porque uno va armando un currículum. Me queda una vida por delante.

– ¿En tu casa se habla de política?

– Se habla, se discute y se debate. Mis viejos al principio tenían cagazo de hablar de política conmigo, porque idealizan que vos sabes más que ellos. Pero cuando les decis que sos el transmisor de muchas ideas que vas recepcionando, un representante de otra gente, entienden que la voz de ellos tiene peso. El sentido común choca con la pasión, la política no se puede vivir como un river-boca. La pasión nos anula la razón.

– ¿Cuándo entró la política en tu vida?

– La política estuvo siempre y yo no me daba cuenta que estaba haciendo acciones políticas hasta que me empecé a formar. Participé en el primer centro de estudiantes de mi escuela primaria. Si había algún acto yo participaba y eso te va formando. Yo me desesperaba por pasar a la bandera, era ir a decirle a mi mamá que pasé a la bandera. Hasta a veces hacía trampa para pasar, le decía a la maestra que mi mamá me iba a retar si no pasaba a la bandera. Me nacía eso, me gustaba.

Cuando fui a la secundaria, tuve un episodio bastante feo porque hicimos un centro de estudiantes. Por un lado los hijos de los profesores y por otro los que vivíamos en el campo y atrás de la vía. Fuimos a elecciones y ganamos 70 a 30. En una lista de 10, son 7 de la lista ganadora y 3 de la perdedora. Pero el director puso la cabeza de la lista al revés. Hubo una movida, fue una injusticia que se cometió.

El pase de factura fue, que el primer subsidio que entregué  fue para esa escuela. En los pueblos, los directores siempre siguen siendo los mismos. Yo fui a la escuela y le agradecí al director porque eso que hicieron conmigo había provocado una rebelión en mi cuerpo, que creía que era la identificación de la participación política y que había identificado bien lo que fue una forma de educación importante. Identifiqué lo que era una elite y como podía discriminar a otros sectores.

– ¿Te encontraste con otras injusticias en tu vida?

– Todo el tiempo. Ahí es donde uno lucha con sus frustraciones. Nosotros tenemos una organización muy grande, la primera que fundé fue una ONG. Una vez escuché y adopté, que lo difícil no es llegar a un lugar, lo difícil es irse. No podés decir que estás cansado y te vas, porque hay personas que ponen esperanza en vos. No vamos a terminar las injusticias nosotros, pero en colectivo se puede achicar esa brecha.

– ¿Ese chico que quería pasar a la bandera, estaría conforme de cómo encarás tu carrera política ahora?

Nunca estoy conforme, por eso sigo.

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