Los hay naturales y artificiales. Investigadores de la ciudad han catalogado unas 180 especies de invertebrados y algas, más unas 22 de peces, en estos ecosistemas submarinos diversos que además, constituyen un atractivo turístico con un enorme potencial de desarrollo.
Por Claudia Roldós
Si pensamos en arrecifes, lo más probable es que nuestra mente recupere imágenes del Caribe o de Australia. Y si, los arrecifes coralinos de esos lugares tienen una gran difusión, pero no son los únicos. Las costas de Mar del Plata cuentan con tres tipos de arrecifes rocosos. Todos albergan una muy abundante diversidad de especies y constituyen un atractivo turístico que tiene un enorme potencial de desarrollo, como destino de buceo.
El Proyecto Biodiversidad de Arrecifes (Bioda), dirigido por el doctor en ciencias biológicas e investigador independiente del Conicet Gabriel Genzano, se dedica desde el año 2000 al estudio, divulgación y extensión del conocimiento científico de los arrecifes que se encuentran en la costa de Mar del Plata y, desde entonces han logrado identificar unas 180 especies de invertebrados y algas y unas 22 especies de peces en estos ecosistemas.
Además, han tenido la oportunidad de determinar el tiempo en el que las especies forman un arrecife artificial al encontrarse, debajo del agua, con una superficie adecuada y pudieron realizar el primer censo de peces arrecifales.
“Mar del Plata está emplazada sobre una zona de arrecifes rocosos no coralinos. Se mencionan como intermareales rocosos, restingas, bancos o afloramientos rocosos” describió el investigador.
Si bien este tipo de sustrato bajo el mar no es superficialmente preponderante, si es el que alberga más vida. “En el 5 o 10% del sustrato duro, se encuentra el 90% de las especies marinas, en donde se concentra la vida” explicó Genzano.
“Un arrecife es cualquier sustrato duro que se eleva sobre el fondo marino. Según esa definición, en Mar del Plata tenemos arrecifes naturales (los bancos y las restingas) y artificiales (espigones, escolleras y embarcaciones o cualquier tipo de estructura que se haya hundido, accidentalmente o intencionalmente con el fin de generar un parque submarino” indicó.
Aportes importantes
Los arrecifes, naturales o artificiales, aportan sustrato para una gran diversidad de especies por la variedad de hábitats que componen las cuevas y grietas que además, favorecen las interrelaciones entre las que habitan permanentemente y las que las “visitan”.
Esta variedad de arrecifes, circunscritos en una superficie que va de entre los pocos metros de la costa, hasta unos kilómetros y a profundidades de entre algunos metros y entre 10 y 14 (restinga), 18 y 33 metros (bancos y pecios), es “ideal” para su estudio.
Hasta hace poco más de 20 años, no se habían desarrollado estudios sobre estos ecosistemas en la ciudad y el grupo se propuso no solo conocer la diversidad, sino investigar si los naturales y artificiales comparten las mismas características y, cuánto tiempo demora en formarse una comunidad de vida cuando se hunde una estructura y con qué especies.
Respuestas
“Pudimos comprobar que la diversidad es muy rica, detectamos y catalogamos unas 180 especies entre algas, invertebrados y peces. Y es un número es subestimado, porque seguimos investigando y seguimos encontrando vida” contó el investigador.
En ese sentido agregó que hay dos tipos de comunidades en torno a los arrecifes, según el sustrato y la profundidad a la que se encuentre: “en las restingas, en aquellos arrecifes a poca profundidad, la comunidad se caracteriza por una cama de mejillones y en segunda instancia por la presencia de anémonas de mar de pequeño tamaño. Pero cuando se trata de arrecifes a mayor profundidad esa cama de mejillones no está tan colonizada por anémonas sino por corales blandos que son muy abundantes en la zona” explicó.
Asimismo, Genzano y su equipo determinaron que la comunidad tiene diferencias en sustrato vertical y en sustrato horizontal. “En el horizontal, lo que determina cómo va a ser la comunidad son los mejillones y en la vertical son las anémonas”.
Diferencias de peces
En referencia a los peces que se encuentran en estos ecosistemas, el investigador los dividió en distintas categorías: “los que son netamente arrecifales como el mero, el turco, el cocherito, a los que les gusta vivir entre las rocas, entre las grietas, nadando espacios muy cortos, moviéndose rápidamente entre escondite y escondite”, “otros peces que son raros de observar o son pocos como el pez sapo, el pez piedra, blenios, algunos gobios” y “una serie de peces visitantes de los arrecifes, que suelen aparecer en período estival para alimentarse. El pez limón es un caso característico”.
La principal forma de estudiar los arrecifes es a través del buceo. El equipo de trabajo realiza inmersiones periódicas en las que toma imágenes, filmaciones y muestras y, además, se nutre de la información y las imágenes que le aportan los buzos deportivos, con quienes tienen un muy buen ida y vuelta.
Así se forma un arrecife artificial
El equipo de trabajo de Bioda había estudiado la biodiversidad que se formó en algunos de los 10 barcos que se hundieron en cercanías de Mar del Plata hasta 1949, la mayoría cerca de la restinga, que entonces no estaba bien señalizada ni figuraba en las cartas náuticas.
“Estudiando la fauna que se forma en estos pecios o restos de naufragios, empezamos a ver cuán miméticas son las comunidades que se forman en un barco hundido con respecto a la comunidad natural”, apuntó Genzano .
El investigador agregó que además se sumó la posibilidad de estudiar otros arrecifes formados con estructuras hundidas a propósito. La primera se había hundido en 1981, mucho antes de la formación del grupo de estudio. Pero en 2014, se programó el hundimiento de un barco de 98 metros de eslora (El Khronometer) cerca de la costa de Mar del Plata para ampliar el parque submarino junto a la restinga y las otras embarcaciones, lo que constituyó una oportunidad para estudiar desde el momento 0 la formación de la comunidad de vida que de forma en esa estructura y cuánto tiempo demora.
La evolución del ecosistema:
En pocos minutos y horas se empieza a formar una red de macromoléculas que asientan bacterias y hongos que empiezan a trabajar sobre la chapa y a cambiar el sustrato que atrae las primeras larvas que se fijan. Se denominan organismos pioneros.
A los 3 meses de hundido, el 60% del barco ya se ve cubierto de vida: organismos pioneros, poliquetos, que hacen unos pequeños tubos calcáreos y unas matitas que parecen plantas pero son animales coloniales, además de unas sustancias que se ven como barro pero son unas galerías de unos crustáceos muy chiquitos.
A los 6 meses llegan organismos, en poca cantidad, pero que se reproducen rápidamente en forma asexual. Se fijan y se empiezan a dividir y en poco tiempo colonizan gran parte de la estructura. Se trata de las anémonas. Al igual que en Puerto Madryn en Las Grutas.
A los 18 meses se produce “el bombardeo de las larvas”, cuando en el sector proliferan microorganismos que son alimentos de otros organismos o encuentran un sustrato con el que chocan y “empiezan a metamorfosear en otra cosa”, a crecer como crustáceos (diente de perro o cangrejo), mejillones, erizos o estrellas o papas de mar. Es el momento en el que se puede comenzar a hablar de comunidad.
A los 36 meses, la comunidad ya se encuentra bien desarrollada, establecida, “similar a la que se puede encontrar en los barcos que se hundieron en el año 1949 o en 1981.
En 3 años, entre el 90 y el 100% de la estructura hundida ya está cubierta de vida. Y eso, según el investigador, es poco tiempo. “El proceso de formación del arrecife es rápido si se compara con lo que ocurre en otras latitudes” sostuvo.
Archivo
El grupo de trabajo ya cuenta con un muestreo continuo de fotos y videos desde el 2000 hasta el presente, pero además están catalogando imágenes (unas 3000 fotos y 700 videos) aportados por buzos, desde 1983. “Estamos trabajando con más de 35 años de información y sabemos que hay mucho más” reflexionó Genzano.
Lo acompañan en el trabajo el doctor en ciencias biológicas Pablo Meretta y, como colaboradores la doctora en ciencias biológicas Gabriela Pujol, la geógrafa Lucrecia Allega y los instructores de buceo Diego Prieto y Carlos Brelles.