Una discusión que creció en los últimos meses, que Estados Unidos puso en el centro de la mesa y que la cumbre del G20 no pudo resolver. Cuáles son las posibilidades reales para la liberación y qué efecto tendría en el mundo.
Por Aldana Arén
“Es algo que está ahí, es Universal como el Sol. ¿Acaso se puede patentar el sol?” Fue la respuesta del Dr. Jonas Salk, creador de la primera vacuna contra la poliomielitis en la década del 50, hasta ese momento la más importante de la historia, cuando le consultaron por la patente. Salk podría haberse hecho millonario. Sin embargo, renunció a la propiedad intelectual porque sabía que eso permitiría derrotar la enfermedad que amenazaba a su país y al mundo.
Setenta años después, la historia nos devuelve la misma discusión. Entidades internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y países como India y Sudáfrica, entre otros, llevan adelante este debate desde hace meses a la cabeza, pero fue Estados Unidos quien lo puso definitivamente sobre la mesa el pasado 5 de mayo cuando el gobierno de Joe Biden anunció el apoyo a la suspensión temporal de las reglas de la OMC sobre la propiedad intelectual de las vacunas contra el coronavirus.
Sin embargo, la presión de Estados Unidos no alcanzó para que se tomara una postura en la cumbre del G20 celebrada el pasado viernes 21 de mayo. Las principales fuerzas detractoras son la Unión Europea y el Reino Unido, que desde el primer momento se mostraron inmutables ante esta propuesta. En cambio, se comprometieron a donar vacunas contra el coronavirus para las naciones de ingresos medios y bajos.
“Hoy hay una crisis sanitaria y de carácter pandémico. Entonces los países están pidiendo a la OMS que liberen las patentes de las vacunas y medicamentos también. Liderado por India y Sudáfrica, que tienen industrias farmacéuticas importantes. Más de 100 países apoyan este pedido, la rotunda mayoría, pero hay un puñado de países de las naciones más ricas, como la Unión Europea, Reino Unido y Japón, que no” resumió Marcela Belardo, investigadora Conicet-Unpaz, especialista en Salud Internacional y políticas de salud e integrante de la campaña continental por la liberación de las patentes llevada a cabo por la Corriente de universidad, ciencia y tecnología Liberación.
– ¿Cuál es la normativa vigente acerca de las patentes?
– En 1995 la OMC sacó una normativa general en la cual impone las patentes para un montón de tecnologías, entre ellas los productos farmacéuticos. Antes existían las patentes, pero esto le da una vuelta de tuerca. Todos los países que componen la OMC adhieren a esta normativa. Es muy rígida, las empresas farmacéuticas que investigan, cuando descubren determinada cuestión, lo que hacen es arrogarse el derecho de propiedad intelectual y lo patentan. Y esta normativa es a nivel mundial. La empresa farmacéutica tiene la exclusividad de la producción durante 20 años y nadie más, ningún otro laboratorio, puede producirlo. Se generan oligopolios o monopolios.
En 2001 hubo una modificación que abrió la puerta a que los Estados pueden liberar las patentes cuando hay una crisis sanitaria.
– ¿De qué forma perjudica a la situación mundial que las vacunas tengan patentes?
Al ritmo al que se viene produciendo, con siete laboratorios a nivel mundial, no se llega. Hay una producción escasa para las necesidades mundiales, pero al mismo tiempo la que hay se la llevan los países ricos, del Norte. Con lo cual, los países periféricos estamos en un cuello de botella. No conseguimos las dosis porque las acapararon todas y porque además hay un problema en la producción. Astrazeneca no está cumpliendo con ninguno de los contratos que firmó con el mundo.
Se estima que de seguir a este ritmo la vacunación, que es uno de los instrumentos para parar la circulación del virus, de acá al 2024 vamos a seguir de la misma manera. A esto se le suma la complicación de las variantes. Cuanto más dejemos circular el virus, mayor variación va a haber y va a venir alguno para el cual las vacunas actuales no sirvan.
Además, aquellos que tienen capacidad productiva están parados. Muchos la tienen y no pueden producir por el tema de patentes. Y el otro agravante hasta ético, es que las 3/4 partes del financiamiento de vacunas fue inversión pública. La inversión pública de Estados Unidos, de Reino Unido, de Rusia, China. Entonces la mayor inversión fue pública y las únicas que se benefician son las empresas privadas.
– Si hay 100 países que apoyan la propuesta y sólo unos pocos que no, ¿por qué no se liberan?
Ahí está el lobby de las farmacéuticas y el interés de los países que tienen acuerdos con esas empresas. No es menor que los países que bloquean esta iniciativa son los que están produciendo a gran escala. China y Rusia, que también tienen producción de vacunas, están a favor de la liberación. Para que se liberen efectivamente a nivel planetario se necesitan 123 votos de países para que esto se produzca, y no se llega. Es la tercer reunión desde octubre del 2020, en marzo fue la última. Y si bien se van sumando países, no se llega. La próxima reunión es en junio.
Enriquecimiento con el negocio de las vacunas
Según un estudio publicado por la Organización The People’s Vaccine Alliance, una organización que agrupa a diversas instituciones de derechos humanos, humanitarias y sanitarias, el negocio de las vacunas contra el Covid-19 generó nueve nuevos billonarios en el mundo. El informe está basado en un análisis de la “lista de millonarios” que realiza anualmente la Revista Forbes.
Entre otras cosas, el estudio sostiene que «Los nueve nuevos billonarios acumulan en total una riqueza de 19.3 billones de dólares, suficiente para vacunar 1.3 veces a toda la población de los países pobres. Mientras tanto, estos países recibieron solamente un 0.2% del suministro global de vacunas debido al déficit de dosis disponibles, a pesar de que en ellos vive el 10% de la población mundial».
Además, según el informe, ocho billonarios que tienen grandes acciones en las corporaciones farmacéuticas productoras de vacunas contra el Covid-19 incrementaron en total 32.2 billones de dólares su riqueza, lo suficiente para vacunar por completo a la población india.
En línea con lo que explicó Marcela Belardo, la organización afirma que “Estos billonarios son la cara humana de las enormes ganancias que muchas corporaciones farmacéuticas están produciendo a causa del monopolio que sostienen sobre las vacunas”.
“Estas vacunas fueron financiadas por dinero público y deberían ser ante todo un bien público y global, no una oportunidad para el beneficio de los privados. Necesitamos terminar urgentemente con estos monopolios para que podamos aumentar proporcionalmente la producción de vacunas, bajar los precios y vacunar al mundo”, concluye el informe de The People’s Vaccine Alliance.
1 comentario
Estimados: Es triste atenerse a un marco legal ( patentes/ 20 años) cuando solo un puñado de países se opone.No me caben dudas, que la irracionalidad esta presente.