Un grupo de científicos está realizando una encuesta de percepción de uso, distanciamiento, saturación, conocimiento y cumplimiento de protocolos para sumar a un trabajo de análisis de calidad ambiental y capacidad de recepción de personas en las playas de la ciudad.
Por Claudia Roldós
La postal se repitió en cada día caluroso del verano pasado: Playas públicas repletas, imposibilidad de mantener la distancia social, necesidad de cerrar el ingreso a algunos sectores en días y horarios pico por un lado y balnearios privados que, aún con protocolos y restricciones, informaban ocupación promedio de sus unidades en torno al 40 o 50%.
Tras un intenso trabajo de investigación sobre diferentes tipos de indicadores de estos complejos y valorados ecosistemas que son las playas durante el primer verano que vivimos con COVID, un grupo de investigadores del CONICET, está realizando una nueva encuesta sobre uso de playa con habitantes de la ciudad.
El objetivo es analizar los usos y costumbres de los marplatenses respecto de este sector en contexto de pandemia por COVID-19, compararlo con otros factores que hacen a su calidad ambiental y proponer debates y alternativas de acción, sobre todo teniendo en cuenta que la primera encuesta, realizada durante el verano 2021, arrojó como resultado -entre otros datos-, que el 80% de los encuestados acude a playas públicas y el 60 por ciento considera que el espacio público en las playas es escaso, en comparación con el sector privatizado.
El grupo está coordinado por Alejandra Merlotto, investigadora adjunta del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC-CONICET, UNMDP) y del Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario (FCEYN-CIC-UNMDP) y se completa con Eleonora Verón, investigadora asistente del CONICET y Facundo Hernandez, investigador adjunto del organismo, ambos pertenecientes al Centro de Investigaciones Geográficas y Socio Ambientales de la Facultad de Humanidades (CIGSA-FH-UNMDP).
Calidad ambiental
Hernández, vocero del equipo, explicó a BACAP que “la primera encuesta fue tendiente a detectar indicadores de percepción de la calidad ambiental de las playas” en tanto, este segundo cuestionario, responde a una necesidad de “conocer la percepción del problema que se instala en el uso de playas a partir de la pandemia”.
La encuesta, que aún está abierta, realiza preguntas tendientes a que quienes la respondan puedan expresar cómo fue su experiencia de uso (en el verano 2020/2021) en este contexto, cómo se sintieron en los lugares, si conocieron los protocolos, su percepción de cumplimiento o no de los mismos, tanto en sectores públicos como concesionados, si decidieron no ir a la playa y por qué y qué opinión tienen en cuanto a la relación de espacio entre lo público y lo concesionado.
“Se trata de un problema netamente espacial. La percepción de los espacios y criterios con los que nos reorganizamos ha impactado en nuestras conductas y en distintos tipos de lugares, como bancos, comercios, nuestras propias casas” sostuvo el investigador. Y abundó que “en las playas esto ha acontecido de una forma particular, porque es un espacio recreativo, donde se da situación en circulación e interacción”.
“Los problemas que se han detectado, son desde el punto de vista de los usuarios y de la capacidad de carga real de las playas. Esas dos variables, combinadas, suman la complejidad de la cuestión administrativa: las playas son públicas, pero varios sectores están concesionados a privados” recordó.
En ese sentido Hernandez consideró que “estamos en un momento histórico, de grandes cambios a nivel social, en el que es importante debatir, repensar, qué espacio disponible hay para reorganizar”.
Capacidad de carga de las playas
El grupo ya cuenta con datos preliminares sobre capacidad de carga de las playas locales y un cálculo que compara el número teórico con la doble realidad.
Excepto las playas en zona pertenecientes a la Familia Peralta Ramos, en el sur de la ciudad, todas las playas del territorio son públicas. Algunos sectores están concesionados por el municipio, el sector de Punta Mogotes por la Provincia de Buenos Aires y, las de Peralta Ramos, también son concesionadas por distintos actores.
¿Qué es la capacidad de carga? La capacidad de ser utilizada sin que se altere su dinámica natural según variables ambientales. A esa ecuación, el grupo le agregó el factor de distanciamiento social, por la situación COVID-19, trazando una separación de 1,5 metros de distancia entre cada grupo de 4 personas que acuda a la playa (en modelo burbuja) y dejando una franja de 10 metros entre el agua y el interior “como espacio de interacción”.
Cantidad de playas en Mar del Plata
Pero, ¿cuánta playa hay en la ciudad? El cálculo de los investigadores indica que en todo el distrito hay unas 190 hectáreas de playas. De ellas, 67 hectáreas (el 35%) están bajo algún sistema de concesión.
Según el modelo del grupo de investigación, que tuvo en cuenta el uso real de la playa, “el modelo óptimo de capacidad de todas las playas disponibles, sin necesidad de pagar para estar, es de 110.000 usuarios según el DISPO. En tanto que en los concesionados o “privatizados” (según el PROCAB, Protocolo Covid-19 para balnearios de la Costa Atlántica Bonaerense) con 6 usuarios por unidad de sombra, da 120 mil usuarios”.
Con menos espacio disponible, los sectores privados tienen habilitación para, porcentualmente, una capacidad de uso mayor a la que, el cálculo de los investigadores indica para las playas públicas.
“Es un tema que debemos plantear públicamente, debatir y revisar, porque cuando tenés un índice de ocupación de balnearios privados del 40% y un sector público saturadísimo, no hay pragmatismo que valga. Es polémico, pero hay que abordarlo” enfatizó el investigador.
Y apuntó que “el sistema de concesiones no es lo único a lo que se puede aspirar y no implica que no haya provisión de servicios, que no se pueda alquilar sombra, que no existan vestuarios y baños. Incluso puede generarse un sistema que genere beneficios, porque hoy, la fragmentación entre lo público y lo concesionado es una fragmentación de clase”.