El 22 de octubre el museo fue declarado de Interés Municipal por los 30 años de trayectoria de difusión de la identidad portuaria.
Por Thomás Lahitte
Se suele decir que Mar del Plata es una ciudad que vive de espaldas al puerto. Durante varias décadas en la avenida Edison existió un cartel que indicaba el comienzo del “Pueblo de Pescadores”, es decir, de algo diferente y apartado. El turismo, como actividad de mayor notoriedad, supuso un velo sobre el perfil obrero e industrial de la Feliz que, en buena medida, está asociado a la pesca.
El Museo del Hombre del Puerto “Cleto Ciocchini” se propone reconstruir la historia de una comunidad y poner en valor sus aspectos materiales y culturales. Héctor Becerini, director y encargado desde los comienzos del Museo, dialogó con Bacap. Durante el relato propuso una pregunta clave para entender la función del museo: “¿Cómo se quiere lo que no se conoce?”.
En el edificio, ubicado en el Paseo Comercial del Puerto, pueden encontrarse todo tipo de materiales recopilados con los años a través de los habitantes y sus relatos. “Arranqué con 14 fotos, ahora tengo más de 2000”, asegura Héctor.
Oriundo de Buenos Aires, Becerini, se radicó en Mar del Plata a los 40 años en medio de una fuerte crisis personal. Pintor de vocación, comenzó a registrar mediante el arte la vida en el mar. Fue a fines de los 80´ cuando Aldo Marcone Benvenuto, presidente de la Asociación de Fomento del Puerto, propuso la creación de un sitio donde pueda plasmarse la historia de la comunidad.
Ciocchini, una obra que refleja la vida portuaria
Nacido en San Vicente, vivió gran parte de su vida en Mar del Plata. Era común verlo en la banquina de pescadores. “Cleto era un obsesivo de la pintura. Venía con su valijita y se la pasaba día enteros pintando”, asegura Héctor.
El nombre del museo fue idea del propio Bencerini quien admiraba sus retratos de la vida de los hombres y mujeres de mar. “La pintura acompaña la historia. La imagen tiene más fuerza que la palabra”, asegura Héctor. En el Museo pueden observarse numerosos retratos de Ciocchini, que se centran en la figura del pescador y sus labores.
Un abordaje diverso
El Museo trabaja sobre tres dimensiones: la histórica, la antropología y la sociológica. Es decir, como se dieron los hechos, como eran los sujetos de la comunidad y cuáles eran las pautas y tradiciones de esta.
Para ello cuenta con salones temáticos que trabajan los diferentes apartados. En los dos primeros se hallan documentos históricos, mapas, planos y fotos del puerto durante su construcción en los años ‘20, así como recortes de diarios y revistas de la época que describen a los habitantes y sus condiciones de vida.
El tercero está dedicado a los santos y los pueblos, generalmente, del sur pobre de Italia de donde provenían la mayoría de los pescadores. “Muchas de las historias se parecen a la de la virgen de Luján. Una figura que llega hasta un pueblito y por una razón u otra no puede irse de ahí”, relata. También hay homenajes a la obra de Don Orione, figura clave en la primera parte del siglo.
Además se trabaja sobre los árboles genealógicos. “Para saber quién es uno, es importante conocer las raíces, de donde venimos para saber hacia dónde vamos”, aclara Héctor.
En el cuarto apartado, la “Galería de Arte” se exponen las obras de Ciocchini, así como las del propio Héctor y otros artistas de la ciudad. Hay una sala contigua que se utiliza para proyectar un film sobre la construcción del puerto así como también para reuniones sociales.
Todavía en construcción, se trabaja sobre un exhibidor de arqueología submarina, es decir, porciones y objetos de buques hundidos.
El Museo del Hombre del Puerto es una invitación a conocer una parte importante de la geografía y cultura marplatense que resulta imprescindible para entender su historia.