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abril 26, 2024
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Darío Sztajnszrajber: “Creo en un amor discontinuo”

Antes de su presentación en el ciclo Verano Planeta, el filósofo y escritor dialogó con Bacap sobre el amor y la felicidad, entre otros temas.

Por Alejandra Bertolami

La edición N° 26 del ciclo Verano Planeta tiene un cierre imperdible en el Hotel Costa Galana con Darío Sztajnszrajber conversando junto a Nino Ramella a partir de sus libros que serán los disparadores y navegarán entre preguntas sobre el amor, la felicidad, el poder y la muerte.

En diálogo con Bacap pudimos adentrarnos previamente en su universo filosófico:

-¿Qué fue lo que te acercó a la filosofía?

-Yo tuve educación religiosa de chiquito, y le debo y agradezco a la educación religiosa el haberme permitido, casi por reacción, negación, pelea, empezar a encontrar la vocación filosófica.

Eran tantos los dogmas que recibí en la escuela que me empezaron a movilizar reactivamente, peleándome contra ideas que me parecían insólitas o que tenían que repetir burocráticamente. Fueron esos relatos bíblicos que empecé a recibir de chiquito que increíblemente de su literatura me generaron el deseo de saber más, ¿qué es esto de Moisés abriendo las aguas del mar rojo? O que Dios creó el mundo en seis días, todos esos puntos me empezaron a impulsar una pregunta más allá de la repetición vacua de esas historias. De alguna manera muy de chiquito empecé a tener esa especie de deseo de saber que, después a lo largo de los años, descubrí que existía una disciplina llamada filosofía y de algún modo se interiorizaba por lo mismo.

Un amigo de mi papá cuando tenía ocho años fue el primero que me dijo: “Vos tenés que estudiar filosofía porque el tipo de pregunta que te haces” y yo le dije, ¿qué es la filosofía? Y él, que sabía que estaba en un colegio religioso, me respondió: “es como la religión, pero sin Dios” y me mató a mí porque, al día de hoy, sigo buscando algo que sé que no existe. Esa búsqueda por lo imposible es la filosofía.

-¿Qué sentís que nos acerca como sociedad a la filosofía? ¿Se volvió más masiva?

-Creo que como la filosofía básicamente no te propone respuestas ni certezas sino, todo lo contrario, te invita a que uno se pierda y de algún modo se fugue de tanto mandato, tanto estereotipo, tanta exigencia coactiva de construcción de una identidad homogénea. Ese acto de perderse a uno mismo se vuelve deseado en nuestro tiempo porque es un tiempo de sobreabundancia de sentido. Todo está estratégicamente pensado, es un mundo que está absolutamente marketinizado en el sentido por el cual todo tiene que funcionar como se debe, todo tiene que estar en el lugar correcto, entonces, de algún modo la filosofía y su propuesta de inquietud, de perturbación, de contradicción es una invitación a escaparle a la expresión cosificadora de un mundo donde todo encaja amablemente.

La filosofía, al revés que eso, es una filosofía de choque, que busca recuperar la angustia propia de una finitud y aunque resulte molesta, genera una sensación de libertad importante. El valor, el temple más afín a la filosofía es la libertad, pero, una libertad no como efecto construido y serializado en que se nos exige ser libre.

De alguna manera que no nos induzcan a vivir en estereotipo, una libertad que de libre no tiene nada. Hay una filosofía de acercamiento a esa libertad que es muy propia de este tiempo que no es vacío de sentido sino sobrepoblado de sentido. Todo ya está definido.

Darío Sztajnszrajber
Darío Sztajnszrajber.

 Sobre el amor

-¿El amor comienza con un acto de desapropiación?

-Hay muchas teorías sobre el amor y formas de experimentarlo y vivirlo. A mí, me atrae el amor como una experiencia de desapropiación. Lo que se desapropia en el amor es uno mismo. Es de uno con uno, el otro del que me enamoro, su irrupción, permite que yo disponga en cuestión la robustez en la que yo vivía. El otro te hace tambalear. El amor por el otro genera que uno empiece a dudar de sus propios cimientos. Es un acto de desapropiación porque exige que uno se resquebraje a sí mismo para poder abrirse a lo que el otro te trae.

También uno lo puede pensar al revés: como te enamoras de alguien con un amor tan fuerte, sólo ese amor permite que uno dude de uno mismo. Pero si no hay otro no se generaría ese sismo interno. Es fundamental la presencia del otro. En el amor es mucho más fuerte lo que el otro genera que el amor mismo.

Si el amor es el encuentro con el otro: me resulta más importante el otro que el encuentro.

-¿Tendemos a idealizar el amor? ¿Nos da miedo la soledad con el paso del tiempo?

Ahí la contraposición entre estar con alguien o estar solo ya supone una narrativa al amor. Me parece que uno puede estar solo estando en pareja. No es una contraposición tan lineal. Hay matices fundamentales.

-Creo en un amor discontinuo. El amor que más me realiza es aquel que no me lleva puesto en totalidad. Justamente ese acto de desapropiación me permite ir y venir. Creo que vivimos en una sociedad que propone una atomización muy fuerte y que sin embargo al mismo tiempo prescribe una idea del amor. En realidad, no disuelve esa atomización. Vemos el amor como un acrecentamiento de lo propio, lamentablemente.

Dejar de estar solo significa que el amor tenga otra lógica. Las formas instituidas del amor reproducen más de lo mismo.

Darío Sztajnszrajber y el postamor

-¿Qué vendría a ser el postamor?

-En mi libro lo que trabajo es la idea de cómo deconstruir el amor, este amor hegemónico que es propio del sentido común y visualizar formas del amor que no encajen en esos prototipos históricos. La palabra postamor aparece porque cuando uno se encuentra con esas ideas sobre el amor parecería que de algún modo lo están negando o le están proponiendo algo distinto, pero es animarse a vivir el amor por fuera de esas formas tradicionales. Un amor discontinuo, que trate de pensarse más allá de las instituciones normativas, el postamor tiene que ver con poder salirse del ideal romántico del amor sin perder el romanticismo.

-Poder de algún modo tener vínculos por fuera de las instituciones tradicionales sin que dejen de ser vínculos. 

-Es como hacer del amor un ejercicio de experimentación pero que, sobre todo, nos pueda ofrecer formas muy distintas a las que estamos acostumbrados no porque sean buenas o malas sino porque el amor básicamente tiene que ver con el deseo de querer salir permanentemente de lo que nos abruma. Hay algo de la pasión que te está impulsando todo el tiempo a no repetir esquemas dados.  El postamor es eso, la conciencia de que hoy la forma, una de las formas posibles de vivir el amor es deconstruyendo lo que de algún modo aparece como un mandato que hay que seguir y abrirse a otras formas diferentes.

-Solemos decir: “Éramos felices y no lo sabíamos” ¿Nos damos cuenta de la felicidad cuando ya pasó o la detectamos en el momento?

-Lo instantáneo, cuando te das cuenta se va. Ese es el carácter de lo efímero.  No es que en el momento no te das cuenta, pero es justamente tan efímero que sólo uno después narrativamente recupera lo que pasó.

Tal vez, la pregunta es si la felicidad tiene picos o modalidad orgásmica o si la felicidad es encontrar un estado de estabilidad que continúe y se reproduzca con el tiempo.

Creo que hay una felicidad de la estabilidad pero que de alguna manera siendo los seres humanos seres finitos, la estabilidad es una de las tantas variables de la vida pero no la única. 

Vivimos en una sociedad que en nombre de la estabilidad emocional muchas veces lo que hace es dominarnos, domesticarnos, inhibirnos a un cuestionamiento de por qué tenemos que vivir la vida de éste modo y no de otro. Es una sociedad muy farmacológica la nuestra. Ante cualquier atisbo de perturbación, duda o angustia, rápidamente medica e inhibe nuestras propias perplejidades.

Creo que la felicidad tiene que ver con eso, reconciliarse con lo humano. Lo humano de uno siempre es una experiencia de la duda, una experiencia de la finitud.

Ser finito no significa únicamente que nos vamos a morir, ser finito es que no lo sabemos todo, que estamos arrojados a una búsqueda permanente que genera esta sensación ambivalente de estar feliz y tranquila. A veces, lo feliz tiene que ver con esa sensación de que nada te cierra, pero sentirte que estás lanzada a tratar de encontrar sentido.

 

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