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junio 28, 2024
Pamela Rivadeneira
Principal

Bióloga del CONICET y la UNMDP realizó una expedición científica en el Ártico

Pamela Rivadeneira participó de una campaña de 21 días a bordo de un buque con el objetivo de buscar especies en el océano.

 

Por Agustín Casa

La bióloga Pamela Rivadeneira, quien realiza sus estudios posdoctorales en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) de Mar del Plata, participó de una expedición de 21 días en el Ártico (del 3 al 24 de mayo) a bordo del rompehielos noruego RV Kronprins Haakon, en el marco del programa Ocean Census. Esta iniciativa busca acelerar el descubrimiento de especies en el océano.

Rivadeneira integró el equipo de 34 profesionales de todo el mundo, especialistas en distintas disciplinas, que formaron parte de la expedición. El grupo incluyó taxónomos para determinar las especies a la que pertenecen los organismos que se encuentran en las muestras y especialistas en biología molecular (para identificar, a través del ADN, las especies). La argentina fue seleccionada para trabajar en la taxonomía de animales de aguas profundas, como especialista en estrellas de mar.

“Ocean Census tiene como objetivo principal acelerar el descubrimiento de las especies. En este caso, esta primera expedición fue en aguas profundas del Ártico”, relata a Bacap Rivadeneira, doctora en Ciencias Naturales, becaria posdoctoral del CONICET en el IIMyC y profesora de la UNMDP.

Ártico
La campaña en el Ártico se realizó a bordo del rompehielos noruego RV Kronprins Haakon.

La campaña contó con un ROV (un vehículo que se sumerge y se opera de manera remota desde el barco). Este robot realiza recorridos por las profundidades del mar.

“En cada punto que nos interesaba muestrear, el robot bajaba y recorría una transecta una determinada cantidad de horas, durante el tiempo que teníamos disponible. Este robot tenía varias cámaras incorporadas, entonces, podíamos ver en tiempo real cómo era el fondo, qué era lo que había, y elegir qué muestras tomar del fondo”, detalla Rivadeneira.

El ROV cuenta con unos brazos mediante los cuales toma unos tubos (testigos) que permiten extraer muestras de sedimentos del fondo del mar. Por ello, el equipo de profesionales también estuvo integrado por geólogos interesados en estudiar el suelo marino.

El ingreso al campo de hielo

“Hay un momento en el cual realmente sentís que estás en el Ártico, es cuando entrás al campo de hielo. Estábamos trabajando y el coordinador del proyecto vino y dijo que, el que nunca había vivenciado estar en un barco entrando al campo de hielo, tenía que ir a la proa del barco a vivenciar eso porque era algo único. Y así fue. De repente, el barco se acercaba a ese bloque gigantesco de hielo. Era un horizonte de hielo y sentía y veía cómo lo iba rompiendo (porque el barco es un rompehielos) y realmente era algo increíble. Pasamos de ver solo agua a ver la mayor parte del agua cubierta de hielo, y un paisaje muy bonito. Fue muy impresionante”, narra la científica.

expedición en el Ártico
Desde el buque, el equipo científico observaba en vivo el recorrido del robot.

Como el viaje fue durante la primavera en el hemisferio norte, el equipo científico experimentó 24 horas con luz solar. Esto permitió ver colores y paisajes imborrables de la memoria. Además, pudieron avistar grandes mamíferos marinos como delfines y ballenas. “Fue una experiencia única que voy a recordar siempre”, asegura.

Algo que la sorprendió del viaje fue poder observar minuto a minuto el fondo marino a través de los ojos del ROV. “Me sorprendió mucho esta tecnología y poder ir viendo dónde viven los organismos. No tener que imaginarlo, sino estar viéndolo y poder ver cómo y dónde estaba la estrella de mar en el momento que fue capturada. Si estaba asociada con más organismos, si estaba sola, si había muchas más. En este caso, vimos distintos tipos de fondo, no en cuanto al sustrato, sino en cuanto a las formaciones. Para mí eso fue muy impresionante. Me sorprendió mucho eso y ver distintas partes del fondo marino”, describe.

ROV
Los científicos trabajaron con un ROV, un robot que se sumerge y se opera de manera remota.

Al tratarse de un equipo multidisciplinario con profesionales de todo el mundo, fue un ámbito propicio para el intercambio de conocimientos y el trabajo colaborativo entre especialistas de distintas ramas científicas.

“Aprendí muchas cosas de oceanografía, de geología, cosas que quizás en la parte oceanográfica había visto alguna vez en la carrera teóricamente y nunca lo había vivenciado. Los científicos que estaban a cargo de esos proyectos tenían muy buena predisposición para explicar y te incluían”, recuerda.

Asimismo, resalta que la campaña contó con un fotógrafo con un set montado para sacar las fotos de cada uno de los organismos que se encontraba en las muestras, lo que permitía mirar algunos detalles en el momento y también continuar el estudio detallado en el laboratorio.

expedición en el Ártico
El equipo científico intercambió conocimientos y trabajó de manera colaborativa.

Las estrellas de mar y el impacto del cambio climático

El interés de Pamela por las estrellas de mar y los equinodermos comenzó mientras cursaba Zoología en la carrera de Biología de la UBA. Más tarde, empezó a estudiar en el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires unas muestras de equinodermos de la primera campaña de aguas profundas que se hizo en el país, en el cañón submarino Mar del Plata, ubicado frente a nuestra costa.

Las estrellas de mar cumplen un rol muy importante porque son depredadores tope. Hay muy pocos organismos que se alimentan de ella y son reguladores de las poblaciones de lo que consumen. Hay especies filtradoras, carroñeras, carnívoras, y otras que se comen entre ellas. Tienen una gran variedad de alimentación.

La especialista afirma que las estrellas de mar se encuentran amenazadas por el aumento de temperatura del agua, que influye en los equilibrios químicos y físicos. “La estrella de mar tiene estructuras de carbonato de calcio, lo cual hace que esos equilibrios se desplacen. Entonces, afecta su estructura, puede afectar también su alimentación. Que aumente la temperatura de los océanos implica también que haya menos oxígeno disponible porque disminuye la solubilidad, y que disminuyan las corrientes, que son las que llevan la materia orgánica que provee de alimentación a un montón de organismos”, cuenta.

En tanto, comenta que en la campaña en el Ártico sacaron mucho plástico del fondo marino. “Trabajamos en profundidades que van de los 2.000 a los 3.700 metros y sacamos mucho plástico. Eso es muy triste y también afecta porque los organismos que van por ahí, que viven ahí abajo, son carroñeros y van tanteando qué comer. No tienen la capacidad, como nosotros, de ver y de diferenciar los alimentos”, remarca.

Investigación en Mar del Plata

Si bien sus primeros trabajos de investigación fueron sobre estrellas de mar, en la actualidad Rivadeneira se encuentra en Mar del Plata realizando sus estudios posdoctorales con un proyecto que consiste en estudiar la capacidad del pastizal nativo de la región en secuestrar y almacenar carbono.

“En esta región el ecosistema nativo es el pastizal, solo que está muy degradado y únicamente quedan parches. Estamos trabajando en la Reserva Natural Privada Paititi tratando de restaurar este pastizal nativo y estudiando, a medida que se va llevando a cabo la restauración, si va cambiando esa capacidad del pastizal. O sea, si en el suelo va aumentando el carbono o no”, señala la bióloga.

Esta restauración la realizan siguiendo el concepto de manejo o soluciones basadas en la naturaleza. Para este trabajo, cuentan con un potrero dividido en 11 parcelas con vacas, que permanecen allí entre tres y siete días para que no sean selectivas con el alimento. En esta línea, Rivadeneira explica: “Cada esa cantidad de días se las rota y después se deja descansar un tiempo el potrero. Eso hace promover la vegetación, evitar que envejezca y aumentar el secuestro, pero además el stock. El stock de carbono es lo que está en el suelo, es lo importante porque lo que está en el suelo es lo que queda ahí guardado y no vuelve a la atmósfera si no modificamos el suelo”.

“Hacemos muestreos anuales tanto de suelo como de vegetación y también de biomasa, la parte verde que uno ve, y de raíz. También se hace un censo de vegetación para ver si van cambiando las especies con el manejo y se lo compara con un pastizal nativo al cual no se le implementa el manejo, que es a la situación a la cual se quiere llegar, un pastizal que no estuvo modificado”, finaliza.

Pamela Rivadeneira
La bióloga Pamela Rivadeneira se desempeña como becaria posdoctoral del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) de Mar del Plata.

 

Fotos: gentileza de la investigadora y del programa Ocean Census.

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